Esa noche, El lago de los cisnes le pareció más hermoso que nunca.
Las bailarinas flotaban en el escenario como seres fantásticos. Por supuesto, el hecho de que Lanz la tuviese cogida de la mano durante toda la representación no tenía nada que ver con el entusiasmo de __________.
Durante el descanso, en el vestíbulo, Lanz se fumó un cigarro sin apartar los ojos un momento de ella. Con aquel vestido de noche dorado, __________ era el centro de atención de muchos de los hombres del teatro.
-Me gusta cómo te sienta ese color. Te resalta los ojos. _________ sonrió.
-A ti tampoco te queda nada mal tu traje. Hay una morena en nuestra misma fila que no ha dejado de mirarte ni un momento.
Lanz esbozó una sonrisa maliciosa.
-¿Ah, sí? Luego me tienes que decir quién es.
-De eso nada -dijo _______ en un arranque de celos-. Anda, vamos a entrar ya.
Lanz se acercó a ella, la cogió por la barbilla y la miró a los ojos.
-Me gusta que seas así de posesiva.
-Yo no quiero agobiarte, Lanz. Cierta vez me dijiste que no te gusta que nadie se te aproxime demasiado, no sé si te acuerdas.
-Dije nadie, no tú -contestó él-. Puedes acercarte cuanto quieras; ten por seguro que yo no te voy a rechazar.
-Pues en los últimos días no has hecho otra cosa-dijo __________ escudriñándole los ojos.
Lanz se puso súbitamente serio.
-¿No sabes todavía por qué era? ¿No te lo imaginas?
Recordando sus besos, su manera de mirarla y acariciarla, _________ empezaba a comprender cada vez más el motivo de su reciente comportamiento.
-Así, mírame -dijo entonces Lanz con voz ronca.
-Claro... me gusta mirarte -dijo ________, como hipnotizada.
-No es eso lo que quiero decirte. ¿Te das cuenta de que estás empezando a mirarme como a un hombre?
Aquella conversación estaba amenazando con hacer todavía más intrincado el cúmulo de confusas ideas que tenía. ________ bajó los ojos y dijo:
-Siempre te he mirado así.
-Así no, y tú lo sabes. Desde hace unas semanas todos ha sido diferente. Dime, _________, ¿qué se esconde detrás de esos repentinos impulsos por tocarme?
-Soy una persona de carne y hueso.
-De eso nada -replicó él-. Tú nunca tocas a nadie, nena, sea hombre o mujer. Fue una de las cosas que me llamó la atención cuando te conocí. En ese aspecto resultabas un tanto fastidiosa.
-Ya sabes que no he conocido a mi madre. Y mi padre, aunque estábamos muy unidos, nunca fue muy afectuoso.
Yo no te he pedido que te justifiques, simplemente te estaba preguntando que por qué te gusta tocarme.
__________ tuvo que reprimir el impulso de echar a correr. Para no hacerlo, se aferró al bolso con todas sus fuerzas.
-Oh, Dios mío, ¿por qué empezaré yo estas conversaciones? -exclamó Lanz mirando al techo-. ¿Qué prefieres, seguir viendo el ballet o ir a casa a ver si Josito tiene ya lista la cena? Lo único que he tomado en todo el día ha sido tu cerveza. -________ le miró indignada.
-¡Lanz! ¡No me digas que no has desayunado!
-No he tenido tiempo. La dichosa máquina se rompió y amenazaba lluvia. Y cuando por fin terminamos, tuve que ir corriendo a casa a ducharme y afeitarme a toda prisa para llegar a tiempo al teatro.
-¿Y por qué no me lo dijiste? A mí no me hubiera importado perderme el ballet, de verdad. Vámonos, no vaya a ser que te dé un mareo y tengas que salir de aquí en camilla.
-¡Qué se pensaría la gente! ¿Te imaginas?
Salieron y tuvieron que correr hasta el Ferrari, porque ya empezaba a caer los primeros goterones del anunciado chaparrón.
-De todas maneras, no sé cómo no te compras una máquina nueva -dijo ________ cuando ya estaban dentro del coche.
-Es muy difícil arrancarse las viejas costumbres, nena. Cuando me fui a vivir con mi padre y empezamos a sacar petróleo, empleábamos aparejos provisionales por falta de recursos. Éramos capaces de arrancar un coche de la chatarra y ponerlo a funcionar con cartones de embalar y horquillas.
-Ahora puedes permitirte tener un Ferrari y un Rolls. Y, aún así, estoy convencida de que de vez en cuando añoras los viejos tiempos.
Lanz se encendió un cigarro sin soltar el volante.
-Es verdad. ¿Sabes? Antes yo tenía tiempo para montar a caballo todas las mañanas, como hicimos el otro día. -_________ contemplaba a través de la ventanilla las luces nocturnas de Houston. Llovía.
-¿También te dedicabas a indicar a los turistas perdidos el camino de los barracones llenos de serpientes?
Lanz se echó a reír.
-No me negarás que conseguí engañar a la señora...
-Sí, hasta que dijiste lo de las serpientes de tres metros y lo de los hijos ilegítimos. Joe guardó silencio un momento.
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Amigos y Amantes
Teen FictionHabían sido amigos durante muchos años, hasta que, cierto día, _________ se sintió atraída hacia Lanz de una manera diferente. Y cuando se besaron, la pasión puso fuego a sus corazones... y su amistad quedó reducida a cenizas... A partir de entonces...