Capitulo 5 ,Maraton 3/10

361 17 0
                                    


  Esa noche, El lago de los cisnes le pareció más hermoso que nunca.

Las bailarinas flotaban en el escenario como seres fantásti­cos. Por supuesto, el hecho de que Lanz la tuviese cogida de la mano durante toda la representación no tenía nada que ver con el entusiasmo de __________.

Durante el descanso, en el vestíbulo, Lanz se fumó un ci­garro sin apartar los ojos un momento de ella. Con aquel vesti­do de noche dorado, __________ era el centro de atención de mu­chos de los hombres del teatro.

-Me gusta cómo te sienta ese color. Te resalta los ojos. _________ sonrió.

-A ti tampoco te queda nada mal tu traje. Hay una more­na en nuestra misma fila que no ha dejado de mirarte ni un momento.

Lanz esbozó una sonrisa maliciosa.

-¿Ah, sí? Luego me tienes que decir quién es.

-De eso nada -dijo _______ en un arranque de celos-. Anda, vamos a entrar ya.

Lanz se acercó a ella, la cogió por la barbilla y la miró a los ojos.

-Me gusta que seas así de posesiva.

-Yo no quiero agobiarte, Lanz. Cierta vez me dijiste que no te gusta que nadie se te aproxime demasiado, no sé si te acuerdas.

-Dije nadie, no tú -contestó él-. Puedes acercarte cuan­to quieras; ten por seguro que yo no te voy a rechazar.

-Pues en los últimos días no has hecho otra cosa-dijo __________ escudriñándole los ojos.

Lanz se puso súbitamente serio.

-¿No sabes todavía por qué era? ¿No te lo imaginas?

Recordando sus besos, su manera de mirarla y acariciarla, _________ empezaba a comprender cada vez más el motivo de su reciente comportamiento.

-Así, mírame -dijo entonces Lanz con voz ronca.

-Claro... me gusta mirarte -dijo ________, como hip­notizada.

-No es eso lo que quiero decirte. ¿Te das cuenta de que es­tás empezando a mirarme como a un hombre?

Aquella conversación estaba amenazando con hacer todavía más intrincado el cúmulo de confusas ideas que tenía. ________ bajó los ojos y dijo:

-Siempre te he mirado así.

-Así no, y tú lo sabes. Desde hace unas semanas todos ha sido diferente. Dime, _________, ¿qué se esconde detrás de esos repentinos impulsos por tocarme?

-Soy una persona de carne y hueso.

-De eso nada -replicó él-. Tú nunca tocas a nadie, nena, sea hombre o mujer. Fue una de las cosas que me llamó la atención cuando te conocí. En ese aspecto resultabas un tanto fastidiosa.

-Ya sabes que no he conocido a mi madre. Y mi padre, aun­que estábamos muy unidos, nunca fue muy afectuoso.

Yo no te he pedido que te justifiques, simplemente te es­taba preguntando que por qué te gusta tocarme.

__________ tuvo que reprimir el impulso de echar a correr. Para no hacerlo, se aferró al bolso con todas sus fuerzas.

-Oh, Dios mío, ¿por qué empezaré yo estas conversaciones? -exclamó Lanz mirando al techo-. ¿Qué prefieres, seguir viendo el ballet o ir a casa a ver si Josito tiene ya lista la cena? Lo único que he tomado en todo el día ha sido tu cerveza. -________ le miró indignada.

-¡Lanz! ¡No me digas que no has desayunado!

-No he tenido tiempo. La dichosa máquina se rompió y amenazaba lluvia. Y cuando por fin terminamos, tuve que ir corriendo a casa a ducharme y afeitarme a toda prisa para lle­gar a tiempo al teatro.

-¿Y por qué no me lo dijiste? A mí no me hubiera impor­tado perderme el ballet, de verdad. Vámonos, no vaya a ser que te dé un mareo y tengas que salir de aquí en camilla.

-¡Qué se pensaría la gente! ¿Te imaginas?

Salieron y tuvieron que correr hasta el Ferrari, porque ya empezaba a caer los primeros goterones del anunciado cha­parrón.

-De todas maneras, no sé cómo no te compras una máqui­na nueva -dijo ________ cuando ya estaban dentro del coche.

-Es muy difícil arrancarse las viejas costumbres, nena. Cuando me fui a vivir con mi padre y empezamos a sacar pe­tróleo, empleábamos aparejos provisionales por falta de recur­sos. Éramos capaces de arrancar un coche de la chatarra y po­nerlo a funcionar con cartones de embalar y horquillas.

-Ahora puedes permitirte tener un Ferrari y un Rolls. Y, aún así, estoy convencida de que de vez en cuando añoras los viejos tiempos.

Lanz se encendió un cigarro sin soltar el volante.

-Es verdad. ¿Sabes? Antes yo tenía tiempo para montar a caballo todas las mañanas, como hicimos el otro día. -_________ contemplaba a través de la ventanilla las luces nocturnas de Houston. Llovía.

-¿También te dedicabas a indicar a los turistas perdidos el camino de los barracones llenos de serpientes?

Lanz se echó a reír.

-No me negarás que conseguí engañar a la señora...

-Sí, hasta que dijiste lo de las serpientes de tres metros y lo de los hijos ilegítimos. Joe guardó silencio un momento. 



Amigos y AmantesWhere stories live. Discover now