Cap 7 parte 2

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  Danny frunció el entrecejo.-Supongo que sabrás queLanz  frecuenta ese restaurante, ¿no?________ no había caído en eso. Lo que menos le apetecía en aquel momento era encontrarse con  Lanz. Pero ya era dema­siado tarde para llamar al sargento Mulligan, no había tiempo. -Que tengas suerte, __________.

-Gracias, Danny. Adiós._______ conoció al sargento Mulligan cuando trabajaba en la revista, y desde entonces había sido una de sus más valiosas fuentes de información.Charlaron amigablemente mientras saboreaban unos deli­ciosos espaguetis.El sargento, hombre de gran experiencia por sus veinte años de servicio en las calles, le describió detalladamente el mundillo de la droga; los distintos tipos de marihuana, de qué países eran importados, los traficantes, los precios... todo.

 ________ apuntó la información en su cuaderno de notas.

-Es asombroso, ¿verdad? -comentó el policía-. Yo llevo trabajando toda la vida en ello y todavía me fascina. _________ se echó a reír, pero su sonrisa se esfumó cuando sus ojos chocaron con la alta figura de un hombre vestido con traje gris que la miraba con ojos llameantes.-¡Oh, no! -susurró.El sargento Mulligan siguió la dirección de su mirada.-¿Es un amigo tuyo?-Buena pregunta. Eso me gustaría a mí saber.Lanz Fitsher se separó de sus acompañantes y se dirigió ha­cia la mesa de _________ con paso enérgico y terrible. Ella se echó a temblar, temiéndose cualquier cosa.

-¿Se puede saber a qué juegas? -preguntó sin más preám­bulos, echando una mirada de soslayo al sargento-. Te he di­cho que habíamos terminado, así que no te va a servir de nada perseguirme.-¿Que yo te persigo?-No, no me persigues. Te limitas a venir a mi restaurante favorito.

-Estoy comiendo con un amigo -contestó _______ fría­mente-. No persiguiéndote. Yo no me dedico a perseguir a hom­bres engreídos como tú.

-Tienes el gusto bastante estropeado, _________. Tu acom­pañante es demasiado viejo para ti.

-No te dejes engañar por las canas, hijo. Aunque no lo pa­rezca, acabo de salir del instituto -dijo Mulligan en tono sarcástico.


A Lanz no le hizo ninguna gracia. En aquel momento pare­cía que no había sonreído en su vida.

-Ya que estás tan desesperada que has venido a buscarme, estoy dispuesto a hablar contigo.

Cogió una silla y se sentó entre _________ y el sargento.

-Dile a tu amigo que se vaya.

-De eso ni hablar. Yo no tengo nada que decirte.

-¿Ah, no? -contestó Lanz midiendo a Mulligan con la mi­rada-. ¿Es usted un personaje de los bajos fondos, de esos con los que ________ se trata para recabar información?

-¡No! -contestó _________ al límite de su paciencia-. Ade­más, yo no conozco a ningún personaje de los bajos fondos.

-¿Ah, no? ¿Y aquel contrabandista retirado con el que te escribías?

-¿Te quieres callar?

________ lanzaba angustiadas miradas a Mulligan, que ha­cía desesperados esfuerzos por conservar su sonrisa.

-Así no vamos a ninguna parte -anuncióLanz- Vente a comer conmigo y hablaremos tranquilamente de lo de anoche.

-Yo no quiero comer contigo -anunció _______.

-Tú vas a comer conmigo, quieras o no.-_______ esbozó una sonrisa.

-Si insistes. Toma, prueba mis espaguetis.

Y, sin dejar de sonreír, _______ cogió su plato de espague­tis y lo volcó sobreLanz . La salsa de tomate corrió en regueros por sus piernas, echando a perder la carísima tela de los pantalones.

Cuando llegaron al aparcamiento, el sargento Mulligan todavía tenía lágrimas en los ojos de lo mucho que se había reído.

-Nunca olvidaré la cara deLanz hoy he decidido no llevarte la contraria nunca, __________.

_______ también se reía a mandíbula batiente.

-Yo no sé qué ha sido mejor, si la salsa de tomate o el sus­to que se ha llevado al enterarse de que eras policía después de todas las barbaridades que ha dicho.

-Siento que no pudieras terminarte la comida. ¿Quieres que vayamos a otro sitio a ver si te la dejan terminar?

-No, gracias, se me ha quitado el apetito. Te agradezco mu­cho la ayuda que me has prestado. Si alguna vez me necesitas para algo, ya sabes dónde estoy.

Horas después, cuando ___________ se hallaba en el aparta­mento pasando a limpio sus notas, se empezó a preguntar si ha­bría hecho bien negándose a las tentativas de Lanz. Quizás lo que él quería era disculparse por sus acusaciones de antes. Qui­zás quería reconciliarse.

O quizás lo único que buscaba era volver a la cama... por­que Lanzle había pedido que fuera a vivir a su casa, pero no que se casara con él.

Y lo que más le dolía a __________ era que Lanz la conside­rase como una mujer más.

Poco a poco, había ido llegando a la conclusión de que lo que más deseaba en el mundo era compartir su vida con Lanz; tener hijos suyos, amarle para siempre. Pero no estaba dispues­ta a ser relegada a un rincón escondido, como un entretenimien­to vergonzoso que no se quiere dar a conocer al resto de la gente. Se levantó de su escritorio y miró por la ventana. Si seguía así,  Lanziba a acabar con ella antes de que ella terminase con el libro. No recordaba haberse sentido tan vacía y tan sola nun­ca en su vida.

Transcurrieron varios días sin que _________ saliera de aquel estado de depresión. Le costó un enorme esfuerzo de voluntad no llamar a Josito para averiguar si  Lanzse encontraba o no en Houston. En medio de su tristeza se lo imaginaba saliendo con Melody por la ciudad, sin importarle en absoluto que ________ hubiera desaparecido de su vida para siempre. Al fin y al cabo, eran incontables las mujeres que aspiraban a compartir su cama. Y ella era una más, probablemente a raíz de lo de aquella noche la había perdido todo el respeto.  


Amigos y AmantesWhere stories live. Discover now