Capítulo 21- Salir a tomar el aire

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N/A: SE que dije que ayer iba a subir el capítulo, pero hubo problemas tácnicos. Besos!!!


BETH

Me había "escapado" de la mansión, otra vez. Detestaba la sobreprotección que Alex me daba y necesitaba estar libre.

La semana que entraba era el final de la 3ª Guerra Mundial, y aunque Alex no me había dicho cuanta gente había muerto, sabía que era mucha. Incluso creo que ha sido una de las guerras donde más gente había muerto, ¡y eso que casi dura dos años!

Me habían comentado que Alex quería regresar a Akaton y seguramente yo tendría que ir con él, aunque yo no me sentía preparada para abandonar la Tierra. No por ahora.

Paseaba tranquilamente cerca de las calles del Big Ben cuando me choqué con un niño pequeño. Me miró asustado e hizo una pequeña reverencia.

"L-lo siento, mi Reina."

"¿Qué?"

"Siento haberme tropezado con usted."

Miré sorprendida por todos los lados: había gente parada mirándome sin disimulo, evaluándome. Mucha de ella estaba con alguna herida en el cuerpo, algunos con vendas y hasta escayolados.

Me alejé de ellos y corrí hasta ocultarme por una calle. Allí vi a Bill mirándome con ironía.

"Hola." Me saludó apoyándose contra una pared.

"Bill, os echaba de menos."

"Hace tiempo que no nos ves. Y nos echabas de menos, mi Reina."

"Ya vale, Bill. Sigo siendo yo, Beth. ¿Dónde está Paul?"

"¿Te acuerdas ahora de Paul?"

"¡Basta, Bill! ¿Qué mosca te ha picado? ¡Todo el mundo está igual: sobreprotección, respeto, inclinaciones, etiqueta...!"

"Quiero irme de esa ratonera, por favor." Dijo señalándome la cantarería.

"Sé dónde está la mansión, pero no el camino por los túneles." Respondí dudosa.

"Eso déjamelo a mí. Ven, baja con nosotros y nos ponemos en camino."

Sentir el frío y sucio asfalto de los túneles subterráneos de la ciudad de Londres era como aventurarse en el tiempo, como viajar a anteriores siglos donde asesinos y ladrones, como fugitivos, huían de los policías o de sus familias. Era... maravilloso. Ni las mejores obras de los mejores escritores del mundo podían comparar aquella sensación de libertad y subidón de adrenalina con nada.

Me sentía como una niña pequeña y cada vez que nos acercábamos más al campamento era mayor la expectación.

Nos metimos dentro de un agujero excavado en una pared, para encontrarnos con un pabellón lleno de tubos y una sustancia verde por todos los lados.

Avanzamos varios pasos y cruzamos una burbuja invisible, y donde antes no había más que pared y tubos, ahora se encontraba bastantes tiendas de campañas, un par de hogueras grandes, comida, plantas y gente, mucha gente. No pude evitar llorar a reconocer muchas de aquellas caras.

"¡Beth! ¡Beth!" Gritó Paul. Lo busqué con la mirada por toda la estancia, hasta que su revoloteado cabello y sus ojos traviesos entraron en mi campo de visión.

"¡Paul! ¡Paul!" Respondí con el mismo frenesí y no fue hasta que lo tuve entre mis brazos cuando me tranquilicé. "Nos vamos a mi nueva casa, ¿Vale? Nos vamos todos, todos."

Los gritos de alegría y júbilo inundaron el pabellón.

"¡Vamos! ¡Hay que empaquetar todo para irnos!"

Las siguientes dos horas estuve ayudando a recoger todo el campamento y colgué una mochila en mi espalada con objetos pesados. Nos pusimos en marcha nada más terminar y con ayuda de algunos compañeros llegamos hasta la alcantarilla que estaba bajo la mansión.

"En silencio, subid en uno en uno por las escaleras y no hagáis ruido."

Todos me obedecieron y estuvimos todos sentados tranquilamente en la sala de música conversando.

"¡ELISABETH! ¡Sal de dónde estés!"

El grito de Alex resonó por los pasillos e hizo que todos los compañeros corriesen hacia el fondo de la habitación y que Paul se escondiese detrás mío.

La puerta se abrió de un golpe y entró Alex con su séquito. Estaba muy enfurecido.

"¿Dónde te habías metido?" Me gritó.

"Cálmate, estaba sacando a los compañeros de su escondite." Y fue cuando se dio cuenta de la gente de 'más'.

"Ah. Bien."

"No te enfades, no más."

Pero el no parecía dispuesto de cambiar de parecer.

"A mi despacho. Ahora."

Y fue cuando escuché varios gritos por los pasillos.

"¿Qué pasa?" Le pregunté cansada.

"Cazadores. Los que quedan."

"Vale. Dame las armas." Respondí automáticamente.

"No. Tú te quedarás con Vanessa, está en parto."

"¿Qué?" Dije sorprendida. "¿Cuándo?"

"Justo cuando te fuiste, sin nadie, sola."

"Ya me echarás la bronca luego." Y me fui (seguida de varios vampiros) a la habitación de Vanessa, que olía a analgésico y otras substancias que utilizaban los médicos.

Las horas pasaron muy lentamente hasta que los gritos de unos niños recién nacidos se oyeron en la habitación.

"¡Un niño! ¡Y una niña!" La voz alegre del doctor y el llanto de Vanessa se oyeron.

"Mi Reina, usted tiene que coger primero a los niños."

La voz de una de las mujeres amo-la-etiqueta me distrajo.

"Cójalos." Me pidió Vanessa.

Los niños eran muy parecidos a Jack, pero los labios y el color de ojos eran de su madre.

"Son hermosos."

Se los entregué otra vez a Vanessa.

"A Jack les encantarán."

"Beth." La voz desesperada de Alex me alertó.

"¿Qué pasa?"

"Lo siento. Paul está muy herido."

Esto no me puede estar pasando.

Marca de SangreWhere stories live. Discover now