➡Capítulo 1: La puta de Shawn

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Me gustaba tener una vida completamente controlada. Odiaba lo inesperado, los cambios innecesarios, los días sin planificar. El azar era mi peor enemigo, y los números dentro de mi cabeza se habían convertido en los únicos que podían comprenderme.

Seis veces revisaba mi cerrojo antes de salir de casa y dos veces subía por si olvidaba algo. Caminaba cuatro calles hacia el Body Rock Café y una la corría porque mi mente decía que llegaría tarde. Dos veces entraba porque me gustaba el sonido de la campanilla y tres veces saludaba a Ally, mi jefa y dueña del restaurante.

— Diez minutos antes, como siempre —Me dijo Ally con una sonrisa esa mañana. Estaba tirando un ramo de flores a la basura, las cuales debía haberle enviado su ex novio Troy. Conté cinco tulipanes.

— El señor Brown llegará antes de la apertura porque su reloj está averiado desde hace ya un mes y Dinah no estará acá pronto, pues siempre llega tarde, así que debe haber alguien que se encargue de atenderlo —Había repetido esas treinta y ocho palabras desde hacía ya una semana, pero no me cansaba de decirlas. Conocer mi día me daba tranquilidad.

— ¿Y que harás si el señor Brown decide no desayunar aquí hoy, Lauren?

Mi cerebro casi estalló en ese momento.

— Él vendrá, Ally —Aseguré, pero mis manos estaban temblando, el aire comenzaba a faltarme y mi mente comenzaba a calcular un día sin su llegada.

Tuve suerte esa mañana, pues el señor Brown llegó. Mi día habría sido un completo desastre en mi mente si no lo hubiera visto en la mesa del centro limpiando sus gafas de lectura.

Así pasó el día, mi mente nunca parando de calcular. Dinah, mi compañera de trabajo y mejor amiga, decía que debía tomarme las cosas con calma. A mi esa simple frase me daba pánico.

No podía imaginar una vida inesperada.

— Señora Johnson, por favor, no insista —Casi supliqué mientras intentaba devolverle parte de la excesiva propina que todos los días la mujer luchaba por darme—. Compre algo lindo con el resto —Ella creía que yo estaba siendo demasiado honesta, pero la verdad es que solo quería que esa señora mantuviera lo demás porque de otra forma tendría que volver a calcular mi día.

— Lauren, cielo... —Intentó insistir.

¡¿Por qué los ancianos debían ser tan tercos?!

— Si Lauren no lo quiere entonces lo tomaré yo —Dijo Dinah mientras pasaba junto a la mesa con el pedido del señor Park entre manos—. Tenga un buen día, señora Johnson.

Ella no protestó, tal vez porque le había sucedido lo mismo anteriormente. Creo que comenzaba a entenderme.

— ¡Lauren! —Escuché a Ally llamarme.

Se encontraba en la caja registradora contando el dinero y entregándole su cambio a Adam, un estudiante adolescente que siempre pasaba por el lugar para comprar su desayuno. Él decía amar la comida de Big Rob, nuestro cocinero, pero yo sabía que ese solitario estudiante de enormes gafas estaba un poco enamorado de ella.

— ¿Si?

— Sé que odias los cambios, pero necesito que tomes el pedido de la chica nueva. Dinah está ocupada con el señor Cheng, y sabes lo muy difícil que es ese hombre.

Por supuesto que lo sabía. El señor Cheng nunca podía decidirse, así que lo odiaba. Servirle significaba perder tiempo, y era esa una de las cosas que más detestaba.

Aun así, no me emocionaba la idea de servir a la nueva chica. Era una desconocida, y lo desconocido era algo que me aterraba.

— Ally, no puedo hacerlo —Me negué de inmediato. Mi corazón palpitaba rápidamente contra mi pecho, pues si aceptaba mi día tendría que reformularse. No me gustaba esa idea. Lo mío era la rutina y cualquier mínimo cambio me afectaba negativamente— ¿No podemos esperar a Dinah?

Seguirte o Perderte |CAMREN|Where stories live. Discover now