➡Capítulo 4: Una cita con Daniel

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El viernes en el Body Rock Café las cosas iban tal y como lo había planeado. Adam se arreglaba las viejas gafas de montura mientras intentaba coquetear con Ally, Dinah tomaba el pedido del odiado señor Cheng y yo me preparaba para mi cita con Daniel.

Puede que al inicio no pareciera tan emocionada, pero todo era debido a los cálculos dentro de mi cabeza y mis repentinos encuentros con Camila. En esos momentos juro que había comenzado a temblar y no podía dejar de sentir que me faltaba el oxígeno.

¡Iba a salir con el chico que tenía mi atención desde que era una adolescente!

Conté los tenedores, los cuchillos y las cucharas dos veces, repasé todas las tablas de multiplicar y escuché mi canción favorita cuatro veces, no logrando tranquilizarme de ninguna forma.

Había tenido muchas citas antes, eso era cierto, pero mi cita con Daniel era más que eso.

La cita con Daniel representaba una meta.

— ¿Puedes dejar de hacer eso? Me haces sentir nerviosa —Pidió Dinah al terminar con el pedido del señor Cheng. Yo había estado contando el cambio sobre el mostrador, así que no noté su llegada.

— ¿Crees que debería hablarle sobre mi obsesión por la perfección, los cálculos y esas cosas que tú llamas raras? —Usualmente no me importaba ninguna opinión, pero ese día aquel tema era lo único en lo cual mi mente parecía querer pensar.

— ¿Quieres una relación seria con él o solo sexo?

Fue fácil responder, pues ya había tomado mi decisión.

— Solo sexo —Contesté con facilidad, y no me importaba hablar demasiado alto. El sexo es tan natural como el bombeo de la sangre o la respiración, así que nadie debería avergonzarse de él.

— Entonces no existe necesidad.

— ¿Y qué sucede si cambio de opinión y decido que el sexo no es suficiente?

— ¿Planeas cambiar de opinión?

La respuesta era clara.

— No.

— Entonces no tienes nada por lo cual preocuparte.

Y acto seguido se marchó para tomar el pedido de Edward Miles, que amaba tomar su café mientras leía uno de mis libros. Decía ser mi más grande admirador, y era esa la razón por la cual nunca le atendía.

A veces hacía demasiadas preguntas, y yo odiaba responderlas.

Luego de contar el cambio una dos veces más miré mi reloj. Había estado esperando a Daniel durante media hora, y mi cabeza comenzó a pensar que me había dejado plantada.

Para calmarme intenté resolver ecuaciones, pero cada vez que lo intentaba terribles escenas de Daniel muriendo se reproducían dentro de mi mente. Al parecer esa era otra de las posibilidades a considerar, o eso era lo que mi perturbada mente creía.

Cada vez que escuchaba la campanilla de la entrada volteaba a mirar con la esperanza de que fuera el quien atravesara la puerta, pero en cada oportunidad me decepcionaba más.

Luego de diez minutos no miraba hacia allí.

Las campanillas repiquetearon de nuevo, pero ya nos les presté atención. No quería seguir contando las decepciones.

— ¿Señora Luna?

Su respiración golpeando mi cuello me sorprendió de tal forma que gran parte del cambio fue a parar al suelo y todos los clientes del lugar voltearon a mirarme.

Conté doce pares de ojos, incluidos los de ella, que me parecieron hermosos de cerca.

— Esas son muchas monedas —Comentó Camila mientras yo, con vergüenza, las recogía de dos en dos— ¿Te las trajo el hada de los dientes?

Seguirte o Perderte |CAMREN|Where stories live. Discover now