➡Capítulo 12: Sufrir por ella

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Era día de San Valentín, pero nada especial sucedía. Yo no tenía muy en claro que era lo que estaba pasando entre Camila y yo, así que no le compré nada. Ella tampoco lo hizo, y se sintió realmente bien. Al menos yo no había quedado como la idiota de la relación.

Si es que lo nuestro era una relación.

A la hora de nuestro descanso Camila había ido a almorzar junto a Normani, quien a menos de un mes de su fecha de parto ya no podía ni mover un musculo sin quejarse. No las acompañé porque Dinah insistía en hablar conmigo, y aunque los últimos días solo me miraba con desprecio ella seguía siendo mi mejor amiga.

Ese día le di una oportunidad.

Nos sentamos en la mesa con nuestros almuerzos, y realmente me sorprendí al ver que Ally se nos unía. Digamos que últimamente mi jefa prefería salir a esas horas con Matthew, el nuevo profesor de música de la escuela cercana.

Adam, por su parte, no había dejado de asistir al lugar. Tal vez, a pesar de su corta edad y el hecho de que Ally solo lo veía como a un hermano menor, aún tenía esperanzas.

Ese día observaba a mi amiga a la distancia mientras se comía un emparedado cuya jalea le estaba ensuciando los pantalones.

— Sé que te extrañará mi interés por el tema —Comenzó Dinah, e incluso con estas primaras nueve palabras yo ya sabía hacia donde planeaba llegar—, pero necesito que nos expliques qué es lo que está sucediendo entre Camila y tú.

Me rasqué el cuello bastante nerviosa, porque ni yo misma lo sabía. Es decir, obviamente éramos algo, pero no encontraba palabras para definir nuestro "algo".

— Se besan todos los días, tienen citas, sujetan sus manos, se miran como idiotas y, no somos estúpidas, sabemos que tienen sexo al menos tres días a la semana —Continúo Ally, y no pude evitar sentirme algo incomoda. Hablar con mi mejor amiga sobre estos temas era un poco más sencillo, pero hacerlo con mi jefa era algo extraño.

— Pero cuando hablamos no te refieres a ella como "mi novia" o algo parecido. Es solo Camila —Era la primera vez que Dinah hablaba sobre ella sin mostrar odio o desprecio, lo cual me alegró solo un poco—... Además, no se han regalado nada por San Valentín y cada vez que un cliente pregunta por tu novia te alejas diciendo que no tienes una.

Todo lo que decía era cierto, y es que no quería comprometerme demasiado con ella cuando en cualquier momento podía marcharse. El trabajo de mesera le daba mejores ingresos, y eso significaba que reuniría la suma indicada en cualquier momento.

Aceptar lo que éramos, pensaba yo, solo le habría dado entrada libre para que rompiera mi corazón.

— Yo solo. Solo. Solo... —Treinta y cuatro veces intenté continuar, pero nunca parecía ser la repetición adecuada para hacerlo.

— ¿Estás segura de que tu lengua no sufre daños cuando haces eso? Es decir, necesitas usarla con Camila y... —Dinah era así la mayoría del tiempo. No media sus palabras y decía lo primero que se le venía a la mente, lo cual podía ser gracioso o incómodo. La amaba por eso.

— ¡Dinah! —Exclamó nuestra jefa antes de dar un ligero golpe en su brazo.

La diferencia de altura entre ambas, debo admitirlo, se me hacía gracioso al ver lo mucho que mi mejor amiga le temía a las advertencias de la pequeña.

— Sé que estás enamorada de ella, Lauren. Jamás te había visto así por nadie. Si ella te dijera que debes parar de contar lo harías, de eso estoy segura —Dinah decía esto mientras sujetaba mis manos y me miraba a los ojos, cosa que hacíamos desde pequeñas.

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