➡Capítulo 17: Bajo las estrellas

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Recostadas sobre el pasto del jardín de una casa cuyo dueño no conocíamos, Camila y yo admirábamos las estrellas. El frío de la noche nos abrazaba, pero sus manos dibujando patrones sin sentido en mis brazos no me permitían congelarme.

— ¿Cuánto tiempo? —Pregunté, pero temía la simple existencia de su respuesta.

Ella suspiró.

— No lo sé. Cuando mi necesidad de viajar me llame lo haré...

— ¿Eso quiere decir que no podré despedirme de ti?

Camila no me respondió, y supe que había evitado decirlo porque le dolía tanto como a mí.

— ¿Ves las estrellas, Lauren? —Asentí, pero debo confesar que una necesidad comenzaba a aparecer en mi mente. De repente no solo podía apreciarlas, pues números se hacían presentes.

Una estrella, dos estrellas, tres estrellas... veinte... treinta...

— Cuando las veo solo quiero visitarlas a todas.

Su voz me distrajo un poco, pero cuando se detuvo tuve que empezar a contar nuevamente.

¿Estaba frustrada? Por supuesto.

Camila estaba hablando y yo no podía analizar correctamente sus palabras porque mi mente tenía otros estúpidos planes.

Quería parar, pero era imposible hacerlo.

No era yo quien ese momento controlaba mi mente. En realidad, nunca era completamente yo.

— Mamá y papá me mantuvieron tanto tiempo aislada del mundo que mi único sueño se convirtió en escapar de ellos. Quería ver lo que me habían prohibido, y ser quien habían negado —Juro que intentaba escuchar cada una de sus palabras, pero cada vez que desviaba un poco la atención una voz en mi cabeza me decía que las estrellas desaparecerían si no las contaba esa misma noche—... Amo viajar, no me malentiendas, pero la primera vez que subí a un avión lo único que deseaba era que ellos no me encontraran. No me importó el lugar ni el tiempo que estaría allí. Solo necesitaba alejarme... Tal vez aún estoy intentando escapar.

Y yo, en ese momento, buscaba escapar de los números que tanto amaba.

— Camz...

Podía sentir lágrimas descendiendo por mis mejillas, y de repente también quería contarlas a ellas.

Comenzaba a desesperarme, pues esa podía ser nuestra última noche juntas y mi mente pensaba perderse la mitad de ella debido a mi estúpida necesidad de contar.

— No, Lauren. No llores —Suplicó ella al verme. Limpió mis lágrimas con sus pulgares seis veces, y me frustró darme cuenta de que incluso esas cifras me importaban— ¿Qué sucede?

— Necesito contar, Camz —Le dije entre sollozos.

Ella sonrió y besó mi frente tres veces, lo cual me hizo gruñir sonoramente al darme cuenta de que lo había hecho de nuevo.

— Hazlo.

— No quiero.

— Entonces no lo hagas.

Sus respuestas ante mi desesperación eran tan simples que cinco veces deseé, por un solo minuto, ser como ella.

— No es tan fácil, Camz —Yo había sujetado una de sus manos. Sé que estaba temblando— Cada vez que intento no hacerlo una voz comienza a decirme que cosas malas sucederán si mi vida no se basa en cantidades. No quiero hacerlo, pero debo hacerlo.

— ¿Quieres que te ayude?

No me esperaba algo así.

En mi niñez, cuando tenía crisis de este tipo, mis padres decían que debía ir con un especialista. Dinah, Ally, las parejas que tuve e incluso Normani me lo recomendaban regularmente.

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