Capítulo 14

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-¿Eres zurdo?

-Se te da bien destacar la obvio -gruñó el moreno, evidentemente molesto.

-Como que eres idiota.

Naruto estalló en una carcajada; Sasuke solo sonrió levemente, aún cabreado.

-Muy gracioso.

-Oye, no te piques. Puedes empezar a tener una infancia ahora. Si quieres podemos ir a mi casa y ver alguna película...

-Lo dudo -bufó él, echando a andar en una dirección cualquiera. Naruto recogió sus cosas con rapidez y lo siguió, echando leches.

-¡Eh, espera! ¡No podemos separarnos! Joder.

Sasuke echó a correr entre los árboles. Naruto trató de seguir su ritmo con la mochila al hombro y el cuaderno bajo el brazo. Frenó en seco, chocándose contra la espalda del moreno.

-¿Qué...?

-¡Shh!

Naruto miró por encima de su hombro.

-No puede ser -gimió, entre molesto y aterrado.

Delante de ellos había un gigantesco lobo negro, que gruñía hacia ellos con ferocidad.

.

-¿Sugerencias?

-Eres tú el que quería ser un ninja, a mí no me mires -bufó el moreno.

-¿¡Te parece este el momento para bromear!? -susurró el otro, frenético. Sasuke sonrió de medio lado.

El lobo gruñó, dando un paso adelante. Ninguno de los dos se movió. Aquel animal parecía furioso. Más que furioso, hambriento. Estaba famélico, pero aun así sus músculos eran potentes. No necesitaría mucho para arrancarles la yugular.

Ni siquiera les dio tiempo a tomar una decisión. El lobo saltó hacia ellos, con las fauces bien abiertas, gruñendo con ferocidad.

-¡Cuidado!

Ni siquiera lo pensó. Quizá, de haberlo hecho, las cosas hubieran sido diferentes. Quizá no se hubiera desarrollado la historia que estoy contando hoy. Quizá todo hubiese acabado en ese mismo instante.

Pero no lo pensó. Y al no hacerlo, al actuar solo movido por instinto, las cosas fueron muy diferentes. Un instinto que no comprendía, pero no podía evitar. Un instinto movido por un sentimiento que no entendía... pero llegaría a conocer.

Le placó para apartarlo. El lobo bramó, cayendo sobre él, y le asestó una certera dentellada en el muslo. Sasuke gritó, intentando quitarse de encima el animal, que hincaba los dientes con exagerada rabia contra su carne. Le pegó un puñetazo en el hocico, pero el lobo solo retrocedió un momento antes de lanzarse contra su cuello. Cerró los ojos, esperando un golpe que no llegó. Naruto le propinó una patada en las costillas. Se escuchó un crack, y el lobo soltó un agónico gemido, retrocediendo a trompicones. El rubio jadeó, llevándose una mano al pecho. La herida pareció arderle con fulminante rabia.

-Levanta, ¡levanta! -exigió al moreno. Intentó obedecer, con la cabeza dándole vueltas, pero la visión de tanta sangre le produjo una náusea. -¡Sasuke, tenemos que irnos, levanta!

-No... no puedo -gimió. La pierna no le respondía. Sentía como se le adormecía, desde la punta de los dedos. No dejaba de sangrar. -No puedo moverme... Vete tú, ¡sal de aquí!

Naruto soltó un gruñido. Antes de que pudiera reaccionar, tiró su mochila contra el lobo -proporcionándoles unos segundos de ventaja-, se cargó el moreno a la espalda y echó a correr tan rápido como sus pies le permitieron.

-N-Naruto... ¿qué haces? -estaba mareado, y la velocidad de la carrera no le ayudaba demasiado. -D-déjame...

-Que te lo has creído, imbécil. Cállate y sujétate -le gruñó. Intentó replicar algo más, pero no le salió nada.

Apoyó la cabeza sobre su hombro. Incluso a esa distancia, podía notar el latido de su corazón. El suyo propio, y el del rubio. Casi estaban sincronizados. Pero mientras que el del rubio se aceleraba, el suyo aminoraba.

Era un idiota. Un maldito gilipollas. Si supiera quién era, lo que tenía que hacer... Pero no lo sabía. Y allí estaba ese imbécil, cargando con él a sus espaldas, intentando escapar de un lobo. No tenía sentido. Nada tenía sentido. Sonrió, sin saber muy bien por qué.

-Eres un gilipollas.

Naruto rió.

-Sí, me lo dicen mucho. Ahora cállate, estás perdiendo mucha sangre.

Sasuke no contestó. Sonrió, enterrando la cara en la bufanda del rubio.

-Eres, desde luego, el mayor idiota del mundo... -susurró. Ni siquiera supo si el rubio llegó a oírlo no. Sus palabras se perdieron entre la tela, y su mundo se inundó de oscuridad.

.

Sasuke estaba inconsciente. Si no fuera imposible, Naruto habría jurado que pesaba el triple que antes.

No ayudaba tampoco que tuviera las manos cubiertas de sangre y lo notara resbalarse a cada paso, mientras él se afanaba por no caerse de bruces por el creciente dolor de su pecho.

Era rápido. Había hecho muchos deportes de pequeño, y era bastante más rápido que sus compañeros. Pero no podía ser más rápido que un lobo -por muy famélico que estuviese-, y menos cargando con un tío de al menos 65 kilos muertos sobre su espalda. Era imposible. Podía correr todo lo que quisiera, que en breves se le iba a lanzar encima. Sabía que lo sensato -sensato, aunque inhumano- habría sido dejar a Sasuke y salir corriendo a por ayuda. Pero él no era de los que abandonaban a un compañero y echaba a correr sin mirar atrás. Él era de los de "o morimos todos o ninguno". Y ni siquiera ahora, tal y como estaba el panorama, se arrepentía.

-¡IRUKA-SENSEI!-gritó con el escaso aire que le quedaba en los pulmones. Le pareció escuchar una respuesta, y se sintió aliviado. Las piernas le temblaban, el pecho le ardía más y más a cada paso. Supo que había llegado al final de la carrera.

Frenó y cayó de rodillas. Muy a su pesar, sabía que no iba a volver a levantarse, no sin ayuda. Pero allí no tenía a nadie.

Soltó un nuevo grito, pero no obtuvo respuesta. Tampoco había rastro del lobo, lo que fue un alivio. Aunque ese era el menor de sus problemas.

Estaba empapado en sangre. Y si él estaba así...

Con todo el cuidado que pudo -no debió ser mucho, porque Sasuke soltó un gemido- le quitó los pantalones y echó un vistazo a la herida.

Tenía mala pinta. Por la zona estaba casi seguro de que le había seccionado la arteria femoral -lo que se traducía en mucha sangre de un rojo vivo y muchos problemas-.

-Mierda. Mierda, mierda, mierda.

Se quedó sin aliento solo con eso. Aun así tenía que hacer algo. Se quitó la bufanda y vendó la herida con ella lo más fuerte que pudo, para apretar después con las manos. Empezó a marearse. Demasiada sangre. No parecía estar funcionando. La herida de su pecho parecía latirle. Apenas podía respirar por el esfuerzo de la carrera. Los ojos empezaron a llorarle.

-Sasuke, aguanta...

Era cómico que dijera eso, porque él mismo empezaba a desvanecerse. Soltó un gruñido antes de que sus manos perdieran fuerza y cayera sobre él.

Sentencia(dos).Where stories live. Discover now