Epílogo

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TRES MESES DESPUÉS

-Hola, mamá.

Como siempre, no obtuvo respuesta. Un viento gélido le despeinó por completo, agitando su cabello rubio.

-Siento... siento no haber venido antes. -soltó un sonido a medio camino entre un gruñido y una risa. -Ya sabes cómo son los médicos. Unos pesados. No... No me dejaron salir antes.

Sorbió por la nariz. Levantó ligeramente la cabeza, mientras la lluvia empezaba a caer con fuerza sobre él.

-Siento que hayas estado sola... incluso en esto. Renunciaste a todo por mí... Y yo ni siquiera estuve ahí.

Escuchó unos pasos tras él. No se atrevió a volverse. Un hombre se colocó a su lado, mirando al chico con ternura.

-No fue culpa tuya. Ella eligió darlo todo por ti. Incluso su vida.

Naruto sonrió amargamente. Se arrodilló para acariciar con los dedos lo único que le quedaba de ella: unas palabras grabadas sobre la piedra.

-Ni siquiera supe quién era realmente.

Minato extendió el brazo con torpeza, rodeándolo. Naruto se dejó hacer, sin fuerza para zafarse.

-Eso pensaba yo también. Pero sí, lo supimos. Fuimos los únicos a los que se mostró realmente. Estoy seguro.

No contestó. Ninguno habló en un rato. Dejaron que la lluvia les empapara y se llevara cualquier otro sonido.

-Te quería. Te quería con toda su alma. Lo sabes, ¿verdad? -Naruto asintió, sin poder evitar reírse.

-También te quería a ti.

Minato sonrió por primera vez en mucho tiempo.

-Quizá. Yo... Quiero creer que, incluso después de tanto tiempo, yo también la amaba a ella.

-Ella me lo contó. Que de verdad se enamoró de ti. Que te quiso como nunca había querido a nadie.

Antes de que Minato pudiera interrumpirle, Naruto continuó:

-¿Sabes? Ella solía decirme que puedes volver a enamorarte... Pero que la primera vez que te enamoras, que te enamoras de verdad, nunca la olvidas. Que nunca será igual.

Minato sonrió.

-Quizá.

-Estoy seguro -replicó el muchacho, sonriendo.

-¿Entonces...?

-¿Entonces? -arqueó una ceja. Minato sonrió con picardía.

-¿Le has dicho ya que tú ya has encontrado a ese primer amor?

Naruto abrió mucho los ojos, para después pegarle un codazo en las costillas. Minato gruñó, pero seguía riéndose a pesar de todo. Naruto acabó por reírse también, mirando con dulzura el nombre de su madre.

-No tengo que decírselo. Ella ya lo sabe. Lo supo antes que yo.

No sabrían decir cuánto tiempo se quedaron allí, quietos, sin mediar palabra. Simplemente, sintiendo. Sintiendo dolor por la mujer que habían perdido, por el amor que habían ocultado, por todo lo que habían pasado. Y diciéndose mil cosas en silencio. Cosas que nunca habían compartido como padre e hijo, y que a esas alturas, ya nunca compartirían.

-Naruto. Quiero darte algo.

El muchacho miró a su padre. Eran iguales. Desde los ojos hasta la barbilla, pasando por la nariz, la boca, la cara. No había nada en él que no le recordara a su padre.

Sentencia(dos).Where stories live. Discover now