Capítulo 22

156 22 4
                                    

-¿Qué...? -consiguió decir al fin.

Kushina se apartó las lágrimas de un manotazo, y consiguió calmarse en apenas unos segundos. Solo sus ojos enrojecidos demostraban que había llorado en algún momento de la conversación.

-Necesito tu ayuda, Minato. Hidan nos ha encontrado. No sé cómo, pero lo ha hecho. Y se han llevado a Naruto -repitió, con toda la calma que consiguió acumular. -Orochimaru cree que podrías ayudarnos.

Minato parpadeó varias veces, intentando asimilar la situación.

-¿A-ayudaros? ¿Qué? ¿¡Cómo?! ¡Kushina, ni siquiera conozco a mi hijo! Por tu culpa...

-Por culpa de tu padre -gruñó ella, temblando levemente.

-Yo ya no tengo nada que ver con mi padre.

-Pero aún eres hijo suyo -insistió.

-No quiero tener nada que ver con él, Kushina. Tú mejor que nadie deberías entenderlo.

-Y lo entiendo. Pero necesitamos tu ayuda, Minato. No conseguiremos averiguar dónde lo tiene Hidan sin tu ayuda. No hasta que sea demasiado tarde.

Minato se mordió el labio, pensando frenéticamente.

-¿Para qué iba a quererlo Hidan? No puede sacar nada de él, no... -se calló de golpe. Miró a Kushina de reojo, que temblaba.

-Mi dolor. Quiere que sufra. Quiere que entienda el mensaje. -se sorbió la nariz. -Va a matarlo, Minato. Va a matarlo y tengo que encontrarlo antes de que eso suceda.

El rubio negó con la cabeza enérgicamente. Se puso en pie, no tirando por poco su café, todavía intacto.

-No, Kushina. Esto es problema tuyo. No he tenido nada que ver con mi padre en diecisiete años, y va a seguir siendo así.

-¿Cómo puedes...?

-No te conozco -replicó él con voz gélida. -Yo no sé quién eres. No eres la mujer que conocí, ni siquiera lo eras entonces. Solo un fantasma, algo que fingiste ser para llegar hasta mí. Hasta mi padre. ¿Y ahora me pides ayuda? ¿Por qué debería ayudarte? ¿Por un hijo que ni siquiera conozco?

»No, Kushina. Tú empezaste esta guerra. Termínala tú sola.

Se interpuso un violento silencio entre ellos. Kushina lo miraba sin mostrar expresión alguna. Minato, con una rabia que parecía desbordarle después de tantos años.

La mujer de cabello de fuego se levantó. Le pareció escuchar un leve sollozo, pero su expresión era totalmente indescifrable. Rebuscó un momento en su bolso y lanzó un pequeño papel sobre la mesa.

En él, un alegre niño de unos diez años, sonriendo ante una gigantesca tarta, con el pelo rubio ligeramente manchado de nata y una inmensa alegría reflejada en sus ojos azules.

"¿Este soy...?"

-Así podrás saber quién era tu hijo cuando llores su muerte.

Kushina estaba sentada en la butaca del avión. Se había prometido no llorar. Había incumplido esa promesa. Y ahora, allí sentada, volvió a incumplirla de nuevo.

Ya no le quedaba nada. Todo a lo que se había aferrado durante años, el proteger y cuidar de Naruto, el darle una vida normal alejada de todo aquello. Ese había sido su único objetivo. Y ahora se desintegraba a una velocidad vertiginosa, atrapándola a ella en un remolino de dolor y confusión.

No quería cerrar los ojos, porque entonces le parecía oír sus gritos en sueños.

-Así que Minato no ha querido colaborar... -Orochimaru daba vueltas por el avión, sosteniendo en alto una copa de whisky. Kushina miró el reloj, solo para comprobar que no se había quedado dormida. Pero eran las tres de la mañana, y ya estaba bebiendo. Nunca le había visto borracho, sin embargo.

-Es totalmente comprensible -intervino Kabuto, totalmente concentrado en su ordenador. -Debe estar realmente atemorizado de su padre.

-Y también odia a Kushina una barbaridad -silbó Orochimaru, para después soltar una risita. Sus pupilas parecieron afilarse con ese gesto.

Kakashi tamborileaba los dedos contra el reposabrazos, pensativo.

-No me pareció un hombre cobarde.

-No lo era -musitó Kushina. -Pero me odia. No nos ayudará.

-El odio puede transformar a la gente -repuso Kakashi, mirando tranquilamente por la ventana. Todos se volvieron a mirarle, como si fuera una especie de profeta. -Pero el amor también puede hacerlo.

Quizá lo era.

Todos se asomaron a la ventana, movidos por una especie de instinto.

Minato estaba en la pista, avanzando decididamente hacia el avión con una mochila sobre el hombro. 

Sentencia(dos).Where stories live. Discover now