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Fran,

Hoy, más que nunca, te extraño. Luego de volver a tener a los niños este fin de semana, me di cuenta de que me siento incompleto. Los dejé en la casa de tu hermana y fue como dejar la mitad de mi alma en otro lugar. Es como si se llevaran una parte de mí con ellos. La parte que alguna vez los hizo felices.

Fui al cementerio a visitar a mi padre y renovar las rosas rococó que tú solías dejarle. Él siempre decía que le daban lo mismo, pero tengo la certeza de que te adoraba un poco más por el solo hecho de regalárselas en cada cumpleaños. Le hablé de ti en todo momento y cómo él me miraría con sus serios ojos azules si estuviera vivo. Me respondió con cada brisa helada que raspó mis mejillas.

Fue la primera vez que fui a verlo sin ti a mi lado. Por eso ahora me siento vacío, tan vacío que probablemente así es como está mi corazón. Ese músculo vital tan importante, el que nos mantiene vivos, a mí me está fallando porque tú no estás aquí. Porque hace un mes que no te veo. Porque hace un mes que no escucho tu voz.

Solo quería decirte eso. Quizá me ponga a ver los álbumes de nuestra boda o las películas que tenemos juntos en VHS, de cuando compramos la filmadora y podíamos dejar de capturar las partes más estúpidas de cada día. Esas partes que ahora se han vuelto de oro, porque nunca volveremos a ellas.

No importa si te consigo devuelta o si esto es todo en vano. Éramos solteros, jóvenes e ingenuos. Teníamos nuestra primera casa y nuestro primer perro, el pequeño Foxie. ¿Lo recuerdas, Fran? Con su pelaje grueso y olor a mojado continuamente. Ese can debería haber sido eterno.

Espero que las cosas en tu negocio se hayan solucionado. Me crucé a Rita el otro día y mencionó que está siendo todo demasiado duro para soportar ella sola. Rezo porque no mudes el local y en su lugar puedas conseguir ayuda.

Antes de despedirme, quiero mencionarte que algo le pasa a Serena. Tuve que hacerle cosquillas para robarle una sonrisa, pues se la pasó triste la mayoría del fin de semana. Sheridan comentó que la escuchó llorar en la noche. Ah, y espero, además, que Sierra deje de comerse los crayones. No sé de dónde habrá sacado la manía, pero no debe ser saludable que los ingiera.

Espero que me dejes verte pronto.

Te ama,

Jacob.

No me digas que me amasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora