9.

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El alboroto se formaba entre los estudiantes. Se quejaban por la repentina noticia, mientras llevaban de mala gana sus maletas hacia las nuevas instalaciones de pledis. ¿Quién lo diría? Aquellos esperanzados por vacacionar dos días y volver a su jornada, se verían encerrados en su peor prisión; la escuela.

SeungCheol pasaba por su lado, tapándose el rostro de la vergüenza que sentía. ¿Por qué haría su padre algo como eso? El único perjudicado en esa situación era él. Se detuvo frente a uno de los camiones blancos que se estacionaba frente al edificio uno. Suponía a que por el aspecto de aquellos hombres, eran trabajadores de su padre y traían sus cosas. El muchacho bufó, viendo cómo bajaban del auto.

— ¿Choi Seung Cheol? —preguntó el barbudo de panza al aire y cabello escaso.

— Sí, soy yo.

— Tengo todas sus cosas —sacó una pluma de su bolsillo trasero, tendiéndole los papeles—. Firme el papeleo y accederemos a dejar todo en su habitación.

Sintió asco de aquella pluma saliente de ese lugar.

—Si no le molesta, tengo mi propio bolígrafo —el hombre se encogió de hombros, restándole importancia, mientras el más joven firmaba—. Habitación tres —tosió—. Quisiera que mis cosas estén del lado de la cama solitaria. Detesto las literas.

—Claro, señor.

—Acceda de manera veloz, no me gustaría interrumpir a mis nuevos compañeros.



MingHao miró la pequeña lista que le había llegado como reciente mensaje en su teléfono celular, supuso que así les había llegado a todos. Gruñó, jalando su maleta. Le parecía curioso el hecho de que su abuela accediera a una repentina decisión de la escuela, pero, si sus cálculos no eran erróneos, quizá ella no quería estropear la oportunidad de que él hiciera amistades.

—Habitación dos...—susurró, encontrando la puerta bañada en blanco, que llevaba los dígitos recién nombrados—. Espero que esto sea de mi comodidad.

El rubio rizado abrió la puerta, encontrándose una mirada inmediata de un chico cabello rojizo, cuyo rostro no era nuevo. Boo SeungKwan ya había llegado, tomando la parte baja de una de las literas.

¿Ahora qué? ¿Debía hablarle?

—Hay otra litera —comentó SeungKwan, indicando el otro lado de la habitación—. No lo sé, por si querías la parte baja de una.

— Creo que tomaré la parte alta —respondió, dejando las cosas encima de la litera opuesta.

—Supongo que entonces tendré que compartir contigo, Boo —sonrió JeongHan, quien ingresaba con sus cosas a la habitación—. Es bastante calmado aquí, por ahora.

— ¿Por ahora? —cuestionó el peli-rojo, terminando de arreglar sus cosas.

— ¿Qué no te has enterado? —vociferó el rubio de cabello largo—. Nos toca compartir habitación con el odioso enano de JiHoon.

MingHao, encendió su oído al instante.

— ¿En serio? —el rostro de SeungKwan mostraba asombro—. No me digas que tendré que escuchar sus malvados planes todas las noches.

— ¿Malvados planes? —susurró el rizado, lo suficientemente fuerte para ser escuchados por los dos compañeros.

— Te seré sincero —comenzó JeongHan, dirigiéndose al pequeño becado—. Un adolescente como él, con mente torcida, sólo puede pensar en venganza. Es un niño que no olvida su pasado. Pasa queriendo herir a SeungCheol. Y, aquí ente nos...—se le acercó—. Está loco.

Pledis School [SEVENTEEN]Where stories live. Discover now