14.

14.6K 1.7K 1.2K
                                    

Los parpados de JeongHan se abrían con cuidado, siendo torpemente interrumpidos por la luz que reflejaba la ventana. La habitación dejaba de ser borrosa y entonces vio a un chico familiar sentado frente a él. Su semblante era serio, tanto, que asustaba. Bajó la vista hacia su ropa blanca manchada de pasto y lodo y, unos zapatos en no muy buen estado.

— Tu partido —le susurró el peli-rojo.

— Ya no importa.

— ¡No, Joshua! —se sentó enseguida, dándose cuenta de lo que había ocasionado—. ¿Has dejado el partido por mí? Practicaste tanto, yo-

— ¿Por qué no te alimentas bien? —preguntó de repente el otro, viendo cómo su amigo se apaciguaba al instante—. ¿Qué acaso no te importa si mueres? ¿Qué no puede importarte tu vida?

— Joshua...

— ¡Responde! ¡¿Qué no te importa tu vida?! —le gritó cerca, lo que asustó al muchacho al punto de hacerlo llorar—. ¡Pensé que comías bien! ¡Pensé que te estabas alimentando bien, maldita sea!

JeongHan tapó sus ojos con ambas manos, merecía escucharlo.

— ¡Traté de entenderte! —respiró pesado, controlando a su extremidad para que no tentara su pecho—. ¿Por qué? ¿Ah? ¿Por qué no puedes comer apropiadamente?

— No quiero ser gordo, no de nuevo, JiSoo —encogió sus piernas sobre la camilla, intentando calmar su llanto—. N-Necesito estar delgado.

— Estás delgado, JeongHan —Joshua se sentó junto a él, siendo breve al tocar su espalda para brindarle apoyo—. No quiero que te pase nada.

El mayor se aferró al pecho de su amigo con fuerza. No importaba qué tan sucio estuviera, quería apoyo y no gritos, debía sosegar a Joshua y al mismo tiempo a él.

— La doctora dijo que podrías pasar por la anorexia —el chico le sobó la espalda—. Tienes anemia. ¿Quieres que te diga qué podría pasar si dejas de seguir comiendo?

El otro negó.

— Vamos a solucionar esto, juntos —susurró Joshua, tomando las mejillas del mayor.

Cuando JeogHan cumplía los seis años de edad fue detectado con obesidad infantil. Durante ese tiempo, las burlas de sus compañeros podían con él, haciendo que consumiera más y más y cada vez más alimentos. Dejó de medir su comida, sus cachetes eran regordetes y su ropa dejaba parte de su cuerpo al aire. Los dulces eran sus favoritos. La vida le golpeó fuerte un trece de marzo, los niños comenzaron con apodos como: puerquito, pelota, niño gordo. Las dominaciones solían ser más duras cuando su crecimiento daba pie. Así conoció a Joshua, quien pudo defenderlo, cuando SeungCheol estaba ocupado con su nuevo amigo, aquel entonces.



— Dino —llamó SeokMin, caminando por los pasillos de la escuela—. Tengo una pregunta.

— Dígame.

— Cuando te hablé por primera vez, me dijiste algo muy intrigante. Quisiera saber su significado en realidad.

— ¿Yo? —lo miró—. ¿Qué dije?

— Usted es un mensajero, hyung —repitió al mandar las manos a sus bolsillos—. Usted decide si quiere que esto cambie.

— Oh —el menor lo recordó al instante—. Quiere saber de eso.

— Estoy más que seguro que lo expusiste por alguna razón. Dijiste que cuando yo bajase de la tarima, ya no me ibas a hablar. Que había una habitación en la que encerraban a los payasos Pledis. No entiendo nada.

Pledis School [SEVENTEEN]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon