o n c e

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«Te amo, no quiero que olvides eso.»


Mis manos tiemblan y mis labios dejan escapar un suspiro al leer la descripción en el sobre amarillo. Estoy profundamente agradecida de que finalmente sea sábado y no tenga que hacer el esfuerzo sobrehumano de levantarme del suelo en el que he permanecido en vela toda la noche, rodeada por el misterioso contenido del sobre que Niall deslizó antes por mi puerta.

Fotos, todo el contenido son fotocopias de fotos que probablemente Niall conserva en originales. En todas y cada una de ellas estoy yo. Es sumamente perturbador verme a mí misma en imágenes que no me percaté que eran tomadas, saber que he estado vigilada por quien sabe cuánto tiempo me pone la piel de gallina. Lo único reconfortante es que nunca llegaron a tomar una foto de mí estando dentro de mi- la casa de Niall.

Hay fotografías de la noche en que Niall y yo tuvimos esa cita donde me propuso matrimonio, están también otras de la ocasión en la que fui a un bar con Marcie –fotos de las que no me enorgullezco, porque han tomado lo peor de mí– y la mayoría son de mí, saliendo del campus de la universidad y tomando el transporte público o conduciendo mi –aún perdido– automóvil rojo. Por último –y las más recientes– son esas que fueron tomadas hace un par de noches atrás, cuando me dejé llevar por las peticiones de Daisy y terminé en ese bar. La foto del beso de Zach también está y está arrugada, como si alguien se hubiera tomado el tiempo antes de doblar con rabia la imagen. Y por alguien, quisiera decir Niall.

Honestamente, no sé cómo sentirme al respecto. Todo mi cuerpo tiembla como perro chihuahua y mis manos están sudorosas, también siento el camino que las lágrimas dejaron sobre mis mejillas y mis párpados pesados por el sueño. Pero eso solo es físico, emocionalmente no sé cómo estar. ¿Cómo se suponía que debería estar, para empezar?

Estoy sorprendida y asustada, también perturbada porque jamás me di cuenta de que había una sombra siempre detrás de mí, me siento insegura y con coraje. Una tristeza me embarga y la rabia me corroe. Soy un enredijo de emociones, pero estoy decidida a llevar todo eso sin miedo. Quiero ser valiente por primera vez en mi vida y no temeraria y estúpida como antes.

Sin embargo, hay cosas que no encajan en todo esto.

Empezando por las palabras de Niall y lo escrito en el sobre.

Terminando por la persona que cometió todo este plan enfermo de arrastrarme de nuevo al agujero que apenas había dejado para respirar con tranquilidad.

Me levanto del suelo, sintiendo el agudo dolor correr por mi espalda ante la posición en la que permanecí un montón de tiempo. Ya es tarde por la mañana, el piso de Marcie está inundado de luz opaca que las nubes le permiten al sol transmitir a la ciudad de Dublín. Camino hasta la cocina y enciendo la cafetera, para después tomar un baño.

Vuelvo a escuchar la música de rock pesado que escuché el día anterior cuando llegué al edificio. Estoy sentada en el sofá con todas las fotos sobre la mesa de centro. Estoy fresca y el café oscuro me mantiene alerta, quiero despejar mi mente y encontrar una solución a esto, pero para ello, primero necesito algo por dónde comenzar.

Suspiro profundamente antes de beber un largo trago de café, estirando mi mano para alcanzar la foto que más nostalgia me causa dentro de todo este asunto.

Niall y yo sonreímos felices el uno al otro y parecemos una pareja normal. Una pareja que está contenta porque acaba de comprometerse en una hermosa y elaborada cena. Fue la primera cosa normal que hicimos, fue la primera cita formal que tuvimos cuando ilusamente pensamos que todo el asunto se había dado por terminado.

Brave | niall horanWhere stories live. Discover now