v e i n t i c i n c o

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Estoy en la cocina, mirando por la pequeña ventana que me da una visión del patio trasero, hacia el cielo lleno de nubes que provoca que parezca que son las siete de la tarde cuando en realidad son apenas las nueve de la mañana. Una brisa húmeda mueve las puntas de los árboles y de vez en cuando puedo notar los relámpagos surcando el cielo.

—No puedo creer que pasé diez días en el hospital y que la mayor parte de ellos los pasé durmiendo y he dormido una vez más. ¿Estás seguro de que no estoy dentro de un loco sueño? Jamás había dormido tanto en mi vida... ni tampoco había utilizado el verbo tantas veces en una expresión. —Maiah dice suavemente a mis espaldas y casi dejo caer la taza con café que sostengo entre mis manos ante su aparición.

Miro al líquido oscuro y luego siento sus labios posarse sobre mi mejilla.

—Me gustaría no ser la cuestión que te mantiene tan distraído y preocupado todo el tiempo. Me gustaría verte sonreír, como sólo tú sabes hacerlo. Es más duro notar que soy yo quien te ha robado esa parte tan especial en tu vida, Niall. —ella dice entonces y muerdo mis labios.

—Hay días malos para todos alguna vez en la vida y estos van a pasar, no eres la culpable de mi humor, Maiah. No digas eso.

Pasé la mayor parte de la noche escribiendo y acomodando mis ideas sobre todo lo que tengo que decirle y cómo tengo que decírselo.

Decido que lo mejor es enfrentarla, noto que ella ha tomado una ducha y se ha vestido con unos jeans y una de mis sudaderas que le queda dos tallas más grande. Le sonrío y sus ojos se alegran ante la visión de mi gesto.

—Eso es todo lo que necesitaba. —ella admite y se acerca para besarme, quejándose de dolor al moverse rápidamente. —Maldición.

— ¿Cómo siquiera pudiste tomar una ducha?

—Sencillo, ignoré el dolor intenso que me aqueja al levantar los brazos o moverme... o respirar. Y tallé mi cabello y cuerpo delicadamente porque al parecer estoy llena de pequeñas heridas a través de todo el cuerpo, pero, no podía permanecer un día más sin bañarme. Sabes que no puedo.

Yo lo sé. Niego divertido y le sirvo café, después le entrego un plato con un par de rebanadas de pan tostado y pongo a su alcance el frasco con mermelada de fresa para que pueda desayunar. Los dos tomamos asiento en la mesa del comedor, ya que para ella es más sencillo permanecer sentada a esa altura y es complicado hacerla subir unos cuantos centímetros en los bancos del desayunador.

—Soy parte de una división de investigación especial de la policía, es un rango más alto que un oficial del departamento y también del jefe de departamento. Soy como-

Maiah se ríe. —Sé en qué trabajas, Niall. Tranquilo.

Suelto el aire que retenía. —No sé en qué punto tu memoria está en blanco.

Ella se encoge de hombros. —Son pequeños datos, pero como dije, recuerdo todo acerca de ti.

—Muy bien. Entonces, comenzaré por lo importante. La mayoría son datos que conozco por mi empleo y son cosas que juré no contar a nadie, porque son secretos profesionales. Tengo que aclararte que no estuve involucrado directamente con las cosas que voy a decirte, pero llegué a descubrirlas poco a poco, debido a ti.

—Haces todo muy dramático, Niall.

— ¡Oye! —ella se ríe y mira hacia su café, aun sonriendo. Espero que ese gesto permanezca en su rostro cuando termine. —Okey, aquí voy de nuevo. ¿Recuerdas lo de Joe y todo eso...?

Brave | niall horanWhere stories live. Discover now