v e i n t i c u a t r o

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Seco las manos en mis jeans después de poner un poco de agua en mi rostro para despejarme. De nuevo, Maiah insiste en que puedo ir a casa, ahora que ella está estable, porque necesito descanso. A parte, hay muchas personas que están preocupándose por cuidarla diariamente y yo, terminaré agotándome por completo y ella discute con que no quiere verme en el hospital en cuánto sea dada de alta.

Termino rechazando sus palabras, como siempre y voy a la cafetería.

Al fin y al cabo, el médico que ha estado atendiéndola en todos estos días doce días me aseguró que pronto podría retirarse a casa, con cientos de instrucciones, por supuesto.

Giro en el pasillo que me llevará directo a la habitación de Maiah y me detengo, percatándome de la presencia de Julia, intentando convencer a Will de que le diga dónde se encuentra su hija o que le explique por qué tiene prohibido verla.

—No entiendo qué estás haciendo aquí, William. —ella espeta, puedo escuchar su molestia.

—Tú no vas a decirme qué puedo hacer o qué no puedo hacer. —él pone los ojos en blanco y luego suspira. —Es mejor que te vayas, antes de que decida liberar todo lo que sé.

—Ni se te ocurra hacerlo, William. Lo que sabes no es algo que tengas que estar diciendo a todo el mundo.

—No, pero al menos, a Maiah le convendría saberlo. ¿No lo crees? —veo a la mujer tensarse y llego a su altura.

—Váyase, Julia. —espeto, apretando la mandíbula.

— ¿Qué es lo que está ocurriendo aquí? —el médico sale de la habitación de Maiah y nos frunce el ceño.

—Soy la madre de Maiah, me gustaría más que nada pasar y asegurarme que se encuentra bien. —insiste la mujer y cuido la reacción del hombre de bata blanca. Él me mira y le doy un vistazo al interior de la habitación, Maiah quiere saber qué está ocurriendo y noto como intenta levantarse, Julia aprovecha nuestro momento de distracción y se introduce en la habitación.

Puedo escuchar su falso y meloso saludo llegar a mis oídos y la sangre me hierve.

Si tan sólo Maiah supiera.

Camino dentro y me siento en el sofá. Si bien no pude impedirle que entrara, puedo impedir cualquier otro acto de su parte estando aquí.

La escucho hablar, su preocupación y disculpas por no haber aparecido antes, bufo sin poder evitarlo y ella entonces nota mi presencia.

—Disculpa, Niall. ¿No crees que deberías permanecer afuera? ¿Por respeto? —ella me dice y niego, sonriendo sarcásticamente.

—Julia, ¿no cree que lo mejor sería permanecer afuera, alejada de su hija, después de lo que ha estado escondiendo todo este tiempo? —sus ojos se abren. Ella sabe de qué estoy hablando. Lo descubrí la otra noche, cuando Rebecca me dijo que ninguna de las transfusiones de su sangre podrían funcionar, porque Maiah no era hija de su padre. No consanguínea, al menos.

—Cierra la boca, Niall.

— ¿Hola?, me gustaría saber qué diablos sucede aquí. —Maiah llama nuestra atención. La castaña se ha retirado la intravenosa y trata se sentarse, me apresuro para tratar de detenerla, pero ella ya está sentada, haciendo muecas de dolor con cualquier movimiento. Puedo apostar que le duele incluso respirar.

— ¡Cariño! —Julia exclama pasmada al ver los movimientos de su hija.

—Señora, debería retirarse, mire lo que ha provocado en la paciente. —una enfermera dice y se acerca para hablar con ella y convencerla de que tiene que irse. Para mi sorpresa, así lo hace.

Brave | niall horanWhere stories live. Discover now