Capítulo 7

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Comencé limpiando la casa por completo. Fui hasta la cocina y me encargué de limpiar los platos y vasos sucios, también la cocina. Limpié la sala de estar y recogí el monto de botellas sucias que tenía, los cigarrillos y el basurero de comida chatarra por todo el lugar. La peor parte fue el baño y su habitación, incluso tuve que cubrirme la boca y la nariz para que el olor no me hiciera vomitar, porque era horrible.

Mi padre durmió todo el tiempo que limpie, ni siquiera se despertó con todo el ruido que había hecho. Pero al menos limpiar la casa me ayudó para olvidarme de mi propia vida amorosa; y del infierno que era Dominic Hoffman.

Cuando terminé, yo estaba muy sucia también.

Sin importarme nada de ello, subí hasta la habitación de mi padre de nuevo. Él seguía durmiendo, pero era hora de que dejara de hacerlo. Me acerqué a y le di un suave golpe en el brazo, con la falsa esperanza de que despertara rápidamente. Pero era una ilusa, se veía que no había dormido en al menos dos noches y no sería fácil despertarlo. Le golpeé con más fuerza, poniendo un poco de enojo en ello. Estaba muy enojada con el, más por el hecho de que quisiera matarse de esa forma. Mi padre no era tonto, él sabía lo que estaba haciendo, sabía que si seguía viviendo esa vida iba a morir muy pronto. Y sin embargo, una parte de mí me dijo que era lo que quería en realidad.

Siempre había pensado que mi padre quiso morir cuando mi madre murió, pero que yo lo detuve. Muchas veces me culpaba por ello, me hacia sentir muy mal.

—¡Papá levante de una jodida vez! —grité cada vez más enojada.— No puedo creer que sigas haciéndonos esto.

Pero él no respondió, demasiado dormido aún. Antes de que me enojara aun más, me di la vuelta y bajé las escaleras yendo hacia la cocina directamente. Tomé un poco de agua del refrigerador, la poca agua que quedaba y subí de nuevo hasta la habitación de mi padre.

Tomé el vaso y lo lancé hacia su rostro, en menos de un segundo, él despertó sobresaltado. Le di una sonrisa de suficiencia, porque al menos había logrado despertarlo ahora. Solo faltaba la parte más difícil, convencerlo de que estaba en un completo error.

—¿Qué sucede? —gruñó enojado.

Dejé el vaso en la mesita de noche junto a su cama y me crucé a de brazos, mirándolo como lo hacía mi madre cada vez que estaba enojada.

—Sucede que estás en graves problemas papá, y no vas a poder liberarte de ésta. ¿Me escuchas? ¡No podrás librarte!

El jadeo y cubrió sus oídos con sus manos, haciendo una mueca de molestia. No me importaba, por mi podía enojarse muchísimo, incluso podía insultarme, no me iba a ir hasta que habláramos. Solo ahora me daba cuenta de que mi padre necesitaba a alguien que lo guiara, era como un chiquillo sin rumbo. Cuando mi madre murió, él quedo sin nadie que lo guiara y se perdió en el camino, pero ahora estaba yo para ayudarlo.

—¿Qué demonios estás haciendo aquí hija? —preguntó malhumorado.

Eso fue la gota que derramó el vaso ¿cómo se atrevía a estar malhumorado después de lo que había hecho? Seguramente no recordaba, después de beber tanto, su memoria había estado fallando. Pero aun así, yo me encargaría de hacerle ver todo lo que había hecho.

—Estoy aquí porque acabo de llegar de la casa de Dominic Hoffman ¡él hombre al que le debías un montón de dinero! —exclamé en cólera— ¡Tuve que acostarme con él para poder ayudarte!

Para su beneficio, él actuó como si estuviera asombrado. Su cara se volvió pálida y parecía como si fuera a vomitar en cualquier momento. Aunque no lo deje ir, no iba a huir de nuevo de mi como un cobarde.

Dulce ChantajeWhere stories live. Discover now