Pasarela.

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―¡Buenos días, (...)cchi!
La mencionada abrió los ojos, alarmada. ¿Días? ¿Acaso su novio no la había despertado para su sesión de esa tarde? ¿De verdad tenía planeado que le echaran del trabajo?
«Dios mío, Ryota, una mañana de estas te mataré.»
―No puede ser, ¿verdad?
Tenía la vaga esperanza de que fuera otra de sus bromas mañaneras, si cometía una falta más en su trabajo se quedaría en la calle.
Y todo por culpa de su novio que le quitaba el despertador.
―No, apenas son las ocho en punto. Llevas desde ayer durmiendo. ¿Qué tal estás? ―El rubio gateó sobre la cama, totalmente desnudo, hasta tumbarse al lado de (...).
Ella se quedó mirando atontada las gotas de agua que relucían sobre su pecho y sus hombros firmes. Se había duchado y olía de maravilla.
Qué cuerpazo, madre mía. La de cosas que le haría (...) seguramente la mayoría serían ilegales en muchos países.
(...) se retorció un poco.
Necesitaba dejar de distraerse con esos abdominales.
―Creo que bien. ―No le dolía el cuerpo después de la borrachera del día anterior pero si sentía un malestar en el estómago que no le gustaba nada―. Soy una vaga absoluta. Me pasado todo el día de trabajo en la cama. ―Se volvió a su pecho y obtuvo su dosis de aroma a agua fresca, menta y Kise.
―Si dejaras de trabajar podríamos hacer esto a diario. ¿A qué sería perfecto?
―Para ti ―gruñó (...) divertida―. Sería perfecto para ti porque así sabrías dónde estoy en cada momento.
A (...) no le gustaba la obsesión que Kise tenía porque ella dejara su trabajo. Pese a todo dibujó una sonrisa en sus labios y le besó el pecho al rubio.
―Exacto. ―Kise le pasó los dedos por el pelo―. Deberías venir a trabajar conmigo, así no tendríamos que separarnos nunca.
―Te cansarías de mí.
―Eso es imposible. ¿Vas a dejar que te lleve a cenar por ahí, (...)-cchi?
―Kise ―empezó diciendo (...) algo cansada, estaba por convertirse en una grabadora por las mañanas―. Si no recuerdo mal, te contrataron para ser un Idol soltero, como se entere la compañía que estás conmigo te dejan en la calle.
Kise hizo morritos con los labios como un perrito abandonado.
―¿Y qué con eso? No me importa si con eso paso todo el día contigo ―sin previo aviso le robó un tierno beso a (...).
La chica algo colorada suspiró, Kise no tenía remedio.
―Ryota, no podemos estar pegados a todas horas ―le replicó (...).
―(...)-cchi, cuando dices mi nombre me pones muy pervertido ―la estrechó entre sus brazos desde atrás y mordió juguetonamente el lóbulo de la oreja de (...)―. Llevo mucho sin estar dentro de ti, y eso no puede ser.
«Ay no, otra vez no.»
Por muy juguetón, alegre e inocente que se viera, Kise escondía un lado oscuro. Podía llegar a ser alguien astuto, dominante, y muy malo. Sobre todo con ella.
―Kise, espera. ―(...) sintió las manos de Kise bajando hasta dar con la unión de sus piernas, jugó con ella allí―. Ah, Ryota...
Kise sonrió, había ganado nada más escuchar los gemidos de (...). Se volvía un amasijo de nervios en sus manos cada vez que la tocaba.
―¿Vendrás conmigo a cenar, (...)-cchi? ―Un palpitar intenso se despertó entre las piernas de (...), maldito Ryota.
La estaba volviendo loca, y todo para que fuera a cenar con él.
¿Que por qué no aceptaba y punto? Pues era evidente, si Ryota salía públicamente con una chica sus fans quizá bajarían, al igual que su popularidad. Por si fuera poco, (...) era modelo de una revista muy famosa para deportistas, le pasaría lo mismo si la veían con Kise.
―Eres muy malo ―(...) tomó la mano de Kise que se acercaba peligrosamente al elástico de sus bragas―. Por favor, sé razonable.
Sintió la respiración de Kise sobre su cuello, después la calidez de su lengua por el hombro y la vena palpitante de su cuello.
―Lo soy, soy muy razonable.
Kise acostó a (...) sobre el revoltijo de sábanas de la cama, muy despacio le recorrió los muslos y el abdomen hasta llegar a los pechos de la chica.
El calor de las manos de Kise hacia descender un líquido a su entrepierna. La fina tela de su camisa de dormir parecía no existir, en poco tiempo sus pezones se pusieron erectos por las caricias del rubio.
Se perdía en el fuego de aquellos ojos dorados.
Tan hermosos, pero lo que tenían de hermosos tenían de frívolo e indiferente.
―Vamos, (...)-cchi. Di que sí.
Ella se retorció en la cama tratando desesperadamente escaparse, pero Kise la mantenía anclada en la cama. Podía sentir la erección de Kise sobre sus muslos, con ambas manos le estrujaba los pechos haciéndola gemir.
Estaba tan concentrada en sus caricias que había olvidado que tenía que ir a trabajar. Abrió los ojos de golpe y saltó de la cama tirando a Kise al suelo y cayendo ella sobre sus caderas.
―Auch.
―Lo siento, príncipe mío ―(...) le dio un beso fugaz al rubio y lo dejó ahí en el suelo.
Como alma que lleva el diablo se metió en la ducha, se arregló el pelo, se maquilló y salió de la ducha a medio vestir y con zapato puesto.
―¿A dónde vas, (...)-cchi?
―Kise, tengo que ir al trabajo.
―Pero es sábado.
―¿De verdad? ―dijo (...) asombrada.
―Si.
Veía en Kise una sinceridad enorme, tanto que conmovió su corazón. Tenía ganas de comérselo a besos. Fue hasta donde estaba él sentado en la cama, únicamente con unos bóxers puestos.
―Cuando vuelva, quiero que sigas así.
―¿Qué?
(...) no le respondió, tomó a Kise por los hombros y le obligó a recostarse en la cama sentándose sobre él mientras lentamente bajaba una de sus delicadas manos hasta la entrepierna del rubio.
―Te has portado mal, Ryota ―le escuchó gemir al sentir que le agarraba el miembro―. No tardaré, espérame aquí.
Y se fue dejándolo con un calentón enorme.
«(...)-cchi, qué cruel.»
A Kise no le quedó de otra que hacer un berrinche sobre la cama, estaba tan caliente que sentía que iba a calcinarse. Qué malvada era (...). ¿Cómo lo dejaba en aquel estado? ¿Acaso no tenía corazón?

KnB X Lectora (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora