Sexy Emo.

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Instituto Yōsen.

―Vaya, pero si es la señorita Grey, ¿ya tienes a quién azotar en tu cuarto rojo? ―(...) se detuvo al escuchar la voz melódica y burlesca de sus compañeras.
Como cada mañana, cerró su casillero sin el menor atisbo de estar escuchando a sus compañeros. Realmente no sabía por qué se metían con ella. Desde que salió la dichosa película de Cincuenta Sombras no dejaba de burlarse de su nombre.
Aunque en el fondo se sentía genial llevar ese nombre, Grey (...). Sonaba algo pervertido pero igualmente ella lo llevaba mucho antes de que sacaran cualquier estúpida, sensual y pervertida película erótica.
―(...)-chin, buenos días ―la chica se giró para ver a cierto gigante que comía chucherías.
Suspiró internamente enamorada al ver al acompañante de su amigo. Himuro Tatsuya. Por ese sensual chico si que estaba dispuesta a ocupar su papel como Grey.
Pero hacerse ilusiones era ridículo. Himuro tenía muchas admiradoras más lindas y sexys que ella, o tal vez hasta ya tenía novia y ella seguía con la esperanza de que no fuera así.
―Hola, Atsushi-kun, Himuro-kun ―saludó la chica mientras cargaba mejor sus libros.
Tatsuya no le devolvió el saludo, estaba demasiado ocupado viendo algo detrás de (...). Y la chica se sintió ignorada. ¿Había hecho algo que enfadó a Himuro y por eso no le dirigía la palabra?
―¿Qué sucede, Muro-chin?
Himuro observó atentamente el tipo de cabello castaño que no dejaba de ver el trasero de (...), la veía de una forma tan lasciva que le hervía la sangre de los celos. ¿Celos?
Si, celos. No toleraba que otros miraran a (...) de aquella forma, solo él podía verla de esa forma tan pervertida. Nadie más.
¿Que por qué lo pensaba así? Pues... porque era Himuro Tatsuya y punto.
―Ya vuelvo, Atsushi ―le dijo y se fue sin mirar ni una vez a (...).
―Creo que está enojado conmigo, ¿eh, Atsushi-kun?
Murasakibara le dijo algo que no entendió bien. (...) decidió pasar del asunto, si Tatsuya no la volteaba ni a ver ¿por qué se había fijado en él precisamente?
¿Por qué no en alguien como Murasakibara que incluso le daba de sus dulces? Si, algo para no creer.
Aunque no lo pareciera, Murasakibara sabía que a (...) le gustaba su amigo, pero el pelinegro era tan idiota que no se daba cuenta. O quizás no le interesaba en lo más mínimo.

El día de (...) pasó sin ninguna novedad. Sin ninguna noticia acerca de su tormento particular.
«¿Dónde estás, Tatsuya ―las mejillas de (...) se encendieron al darse cuenta de que había pensado su nombre.
¿Qué más daba si era su nombre o su apellido? Himuro era y seguiría siendo él. Le llamase como le llamase.
En la salida del instituto le esperaba Murasakibara, o tal vez esperaba a Himuro.
―Atsushi-kun, ¿esperas a Himuro-kun? ―le preguntó la chica algo intrigada.
―Muro-chin no ha vuelto desde que se fue en la mañana ―(...) miró a Murasakibara que no podía abrir una bolsa de patatas―. Tampoco ha llamado.
―¿Dijo a dónde iba?
No ―le dijo entre dientes.
(...) se fue a casa en compañía del gigante.
El chico la acompañó hasta la entrada y se despidieron. (...) algo inquieta entró en su casa. Le preocupaba que Himuro se hubiese esfumado sin decirle a nadie.
Miró por décima vez su celular.
―No hay mensajes ni llamadas ―dijo (...) observando la pantalla de su celular.
Volvió a suspirar y decidió realizar sus tareas y limpió un poco la casa. Así cuando su madre volviera del trabajo vería que también ayudaba en algo. Por que era típico de su madre decir que no ayudaba en nada cuando limpiaba absolutamente todos y cada uno de los rincones de la casa. Después de terminar sus quehaceres se dio un baño para relajar su cuerpo. Estaba saliendo del cuarto de baño cuando su celular comenzó a sonar.
―Hola, Atsushi-kun ―dijo (...) cuando abrió su cel―. ¿Himuro-kun apareció?
«Está muy golpeado, deberías venir a su casa.»
―Está bien, voy enseguida ―colgó y buscó ropa como alma que lleva el diablo.
¿Habían golpeado a su Tatsuya?
Como se enterara de quién era el responsable seguramente lo acabaría matando ella misma. Una chica como ella era capaz de eso y tal vez algo más.
Se puso la primera chaqueta que encontró, tomó su teléfono y las llaves de casa. Contuvo el aliento hasta llegar a la dirección que le había mandado su amigo por msj de texto.
Cruzó el sendero y tocó el timbre. Escuchó pasos desde el otro lado y apareció Murasakibara abriendo la puerta.
―¿Dónde está? ―preguntó la chica preocupada.
Su amigo le explicó brevemente lo sucedido. Al parecer Himuro se fue a encontrar con un tipo llamado Reitaru de otra clase y todo acabó en pelea. ¿El porqué? Según lo dicho por Murasakibara el tipo que buscaba a Himuro era muy violento y ahora estaba detenido.
―Pero... ¿está bien?
―Si, solo son golpes externos. Nada serio ―el chico comenzaba a pelearse con la bolsa de unos dulces y se fue a la cocina en busca de algo para abrir la bolsa.
(...) se miró los dedos nerviosa. ¿Le iba a ver? Para eso había ido, ¿no?
¿Por qué no tenía el valor suficiente de ir y subir las escaleras y entrar en el cuarto de Himuro? Se sentía demasiado nerviosa, además que no olvidaba cómo la trató esa mañana en el instituto. Bueno, en realidad era cómo no la trató.
―(...)-chin, ya vuelvo ―dijo el chico con voz perezosa.
―¿A dónde vas?
―Voy al supermercado, ya vuelvo. ―Y se fue dejando a (...) sola.
Era muy tarde y tal vez lo mejor para Himuro era que lo dejaran descansar. La mano de (...) se detuvo sobre el pomo de la puerta. ¿Debía entrar?
Ella se moría de ganas de ver a Himuro y el maldito todavía no se había despertado.
Bien, entraría para verlo y después se iría.
Abrió la puerta con cuidado y se deslizó dentro como ladrona experta.
La habitación estaba oscura y olía indudablemente a él. ¿Qué colonia utilizaría? ¿Hugo Boss? O ¿algo como Invictus? Bueno, cualquiera de esas que usara olía de maravilla.
(...) se acercó a la cama con cuidado. Podía afirmar con total seguridad que estaba más que enamorada de él. Casi le dio un infarto cuando Atsushi le llamó contándole cómo estaba Himuro. Podía ver el cuerpo fibroso y musculoso del chico a través de las sábanas. ¿Cómo no iba a recibir tantas cartas de amor siendo tan jodidamente sexy con ese lunar bajo el ojo derecho? Por Dios, era obvio.
Pero para ella eso era molesto. Le molestaba la popularidad que tenía con las chicas.
(...) se quedó inmóvil al ver el rostro de Himuro. Ella algo sonrojada se inclinó para darle un beso inocente en la frente y lo observó mientras le acariciaba el pelo sedoso y negro como el ala de un cuervo.
―Hola, Tatsuya... ―Por mucho que lo deseara no podía abalanzarse sobre él. Himuro necesitaba un poco más de descanso. Y ella decidió que debía irse para que él se recuperara con tranquilidad. Además, dudaba mucho que le hiciera gracia verla allí.
Suspiró. Esperaría hasta mañana para poder verlo cuando estuviese despierto. Tenía que preguntarle por qué la había ignorado y después se fue sin decirle nada a nadie de su encuentro con Reitaru.
Se dio media vuelta para salir de la habitación, tontamente deprimida por no poder calmar el repentino ardor que se había despertado entre sus muslos. Así como tampoco pudo calmar su inquieto corazón.
«Bueno, hablaré con él mañana. Joder, se me hará eterna la noche», pensó ella algo cansada.
Intentó abrir la puerta pero ésta no cedió. Parecía atrancada. Hizo varios intentos silenciosos pero nada pasó. La trató de abrir con las dos manos pero nada.
―Qué... ―miró hacia arriba y vio la mano de Himuro, que sostenía la puerta para que ella no saliera de allí.
«¿No estaba dormido?»
(...) se dio la vuelta bruscamente y chocó contra el pecho desnudo y duro de Himuro.
―¿Adónde crees que vas, (...)? ―Su voz sonaba ronca y demasiado sexy para los oídos de la chica.
Sentía que los nervios entraban por todas partes, que sus piernas temblaban ligeramente por la cercanía y no sabía qué hacer para salir de la encerrona.
―Yo... no quería despertarte. Y entonces... me... ―Demonios, ¿por qué estaba tan nerviosa?
¿Acaso no podía desinstalarse los nervios de su cuerpo como si fueran una aplicación de Play Store?
―Estaría loco si dejara que te marcharas ahora mismo.
Sin saber bien por qué sintió que Himuro la estrechaba entre sus brazos fuertemente. Le parecía tan asfixiante y al mismo tiempo glorioso. Estar rodeada por aquellos brazos.
Era maravilloso.
―(...)... ―él hundió la cara en el pelo de (...) e inhaló cerrando los ojos.
―Himuro-kun.
(...) le rodeó el cuello y lo abrazó también con fuerza hundiendo el rostro en su cuello, teniendo cuidado de no lastimarlo más.
Himuro la alzó y la llevó a su cama.
―Estás nerviosa. ―(...) enredó los dedos en la melena negra y sedosa del chico.
―Un poco.
No parecía que quisieran hablar de algo como habían planeado. Todo lo que podían decirse se lo dirían con gestos, con caricias, besos y gemidos.
Himuro la atrajo hacía él cociéndola por las caderas de forma posesiva. Le acarició una mejilla con el dorso de la mano y después delineó su barbilla y resiguió la curva de su cuello. (...) sintió cosquillas por los dedos de Himuro acariciando su nuca. Se le erizaba el vello del cuerpo con el contacto de sus dedos.
―Me muero por ti, (...).
Ella casi se echó a llorar. Le empujó el pecho y lo apartó ligeramente. Lo miró a los ojos y se quitó la camisa pasándola por su cabeza y dejando a la vista su sujetador.
Himuro gruñó y pasó su mirada por el cuerpo maravilloso de (...).
Era muy femenina y delicada. Parecía una muñeca de porcelana la cual, por supuesto, ya tenía dueño.
―No me provoques ―le advirtió él.
(...) miró el entusiasmo en Himuro, parecía que estaba jugando de nuevo contra Seirin.
«Además de sexy... un poco impulsivo», pensó (...) sonriente.
―No lo hago, Tatsuya ―dio un paso hacia él y se pasó la lengua por el labio inferior.
Aquello fue suficiente para Himuro. La atrajo hacia él y saqueó su boca con cuidado y dedicación. La acostó en la cama, debajo de él. Su boca y su lengua arrasaron con toda la razón de ella, excitándola y atormentándola. Se estaba volviendo loca.
Sentía las manos de Himuro por todas partes mientras poco a poco se deshacía de su ropa hasta dejarla completamente desnuda. Con las manos cubrió sus pechos y los acarició con entusiasmo.
(...) parecía un tomate y temblaba bajo sus caricias precisas y placenteras. Sentía la excitación nacer desde lo más hondo de su cuerpo hasta que bajaba a su entrepierna.
Himuro se quitó los pantalones de un tirón y su miembro saltó en toda su gloria. Erecto, grueso y palpitante. Se colocó entre las piernas de (...) y dejó caer todo su peso sobre ella.
―(...), me haces sentir tantas cosas... No te vayas de mi lado nunca le suplicó con los ojos oscurecidos.
―No ―contestó ella mirándolo fijamente.
―¿Estás enfadada conmigo? ―lamió su garganta como un gato, de manera suave y lenta.
―¿Enfadada?
―Te he hecho un desplante esta mañana. Me fui avisar a nadie, sin...
―Cállate ―le puso un dedo en los labios―. Me sentí mal, si. Pero por eso te tengo así de cerca, diciéndome que no me vaya de tu lado. Lo demás no importa, Tatsuya.
―(...), me gusta tanto lo que me dices.
Himuro inclinó la cabeza y lamió sus pechos, (...) gimió y se mordió el labio. Temblaba por el deseo que sentía por ella.
Miles de terminaciones nerviosas se removían en su interior con cada lametazo del chico, con cada soplo, con cada mordida, la excitación de (...) subía más y más hasta el punto de sentirlo dolorosamente bueno.
Había empezado a mover las caderas ante el placer de su boca. Quería que él entrara en su cuerpo para poder sentirlo. Con las mejillas ardiendo deslizó una mano entre sus cuerpos y le agarró el pene. Éste palpitó en su mano. Estaba caliente, suave y duro.
―Tatsuya...
―Preciosa... ―La tomó de la muñeca apartándole la mano de su miembro―. No me hagas esto o no duraré nada.
―¿Y es malo? ―preguntó ella.
―Si, lo es ―deslizó la lengua por el valle de sus pechos y descendió dándole sensuales besos hasta el ombligo.
(...) se quería morir del gusto. Himuro la tocaba de una forma tan indecente que le encantaba. El siguió deslizándose hasta el triángulo de rizos negros de la chica que cada vez estaba más roja que un semáforo.
Ella lo miró sorprendida por lo que él iba a hacerle.
―Tatsuya... ―gimió ella cuando Himuro le mordió de forma juguetona en el interior del muslo.
―¿Qué pasa, (...)?
―¿Qué haces? ―él en respuesta le separó más las piernas y colocó los hombros entre ellas para que no las pudiera cerrar.
―Disfrutarte, eso hago. ―Sonrió de una forma sensual e inclinó la cabeza para acariciar la entrepierna de la chica con la lengua.
(...) movía la cabeza de un lado a otro, agarrándolo del pelo. Se le hacía difícil tomar aire. Con cada sutil movimiento sentía la lengua de Himuro entrando más en su interior. Gemía de placer emitiendo ruido de desesperación con la garganta.
Sus caderas se movían buscando aquella lengua que lamía cada rincón de su ser. Maldición, la sola estampa era de lo más pervertida.
La lengua de Himuro se internó más en su interior, moldeándola por dentro.
―Vamos, (...), quiero oírte gemir mi nombre.
―Tatsuya... ya... ya lo hago...
El chico sopló la carne sensibilizada de (...), volvió a pasar la lengua húmeda por su carne resbaladiza y palpitante.
―No es suficiente.
Tras decir aquello la devoró con la boca, los labios, los dientes y la lengua. (...) estaba tan húmeda que creía que se estaba deshaciendo. Sus caderas se movían pidiendo más, cuando estaba a punto de correrse Himuro le mordió el clítoris haciéndola gritar. (...) lo agarró y le tiró del pelo, clavándole los talones en el colchón arqueándose contra él.
Himuro seguía chupando y mordiendo sus partes íntimas, alargando el orgasmo de la chica. La lamió hasta que los espasmos de su orgasmo cesaron, luego pasó la lengua entre sus piernas una última vez.
Se incorporó y se acomodó entre las piernas de (...).
―¿Te ha dolido, (...)?
(...) apenas regresaba del cielo cuando él le preguntaba eso.
―No..., no. Sólo me ha impresionado. ―Tragó saliva y lo observó detalladamente―. ¿Cómo te sientes?
Él sonrió, de esa forma que la sonrojada por completo.
―Me siento mejor contigo. ―La besó y juntó la frente con la de ella―. Me haces sentir bien, además de nervioso y algo torpe ―empujó entre sus caderas y deslizó la punta de su miembro entre la humedad de (...). Ella tembló al igual que él―. Nunca me había sentido atraído por alguien.
―¿Y... ahora? ―Acarició la nariz de él con la suya.
Me obsesionas ―le tomó el rostro entre las manos y le dio casto beso en los labios―. Necesito saber qué haces cada minuto del día.
―¿No estarás obsesionado conmigo? La verdad no sabría qué decirte ―dijo (...) bromeando con él.
―Bueno, yo si sabría qué hacer para que sólo fueras mía ―tomó su miembro y con descaro rozó la hendidura de la chica―. Te secuestraría y te encerraría en mi cuarto.
La chica soltó una carcajada por las palabras de Himuro.
Estaba loquito, igual que ella. Gimió al sentir que entraba. El mordisco la había dejado muy sensible, pero la matarían antes que detenerlo a él.
―Despacio ―le dijo él mientras se introducía hasta lo más hondo.
(...) abrió más las piernas para acomodarlo mejor y facilitarle el acceso. Aunque si hablaba claro, en una posición o en otra le era incomodísimo.
Le arañó los hombros y parte de los bíceps, tenía los ojos fuertemente cerrados y abrió la boca para coger aire.
Himuro la sentía temblando mientras intentaba relajarse, para ayudarla un poco le fue besando el cuello, muy despacio para que ella se concentrara en eso.
―T-Tatsuya...
(...) abrió la boca y luego la volvió a cerrar y gimió echando la cabeza hacia atrás al sentir que Himuro la penetraba. Fue un lapsus pero le había dolido un montón, pero al mismo tiempo quería que lo repitiera. Y como si le hubiese leído la mente Himuro la embistió una y otra vez, más fuerte.
Las gotas de sudor resbalaban por su cuerpo y caían en el pecho de (...), le tenía agarrado de las nalgas y lo apretaba más contra ella para profundizar sus embestidas.
La escuchaba decir su nombre, gemía y no dejaba de verle a la cara.
Himuro bajó el rostro al de (...) y ella le tomó de la nuca con fuerza para unir sus labios.
El beso que se dieron fue criminal, de esos que prohibían en muchos países. No se podían dar más de lo que se daban en ese momento.
―Ya... ya no puedo... ―le dijo ella riendo y recuperando el aire.
―Si, yo también ―respondió él con media sonrisa.
Himuro arrugó las sábanas en sus puños, (...) tomó del pelo al chico avisándolo de que ya no podía más. Estaba en su límite. (...) sintió que Himuro le tapó la boca con una mano, la embistió con más fuerza hasta sentir que (...) se deshacía debajo de él. El orgasmo la golpeó de tal manera que sintió estar en el cielo de nuevo. Pero recordó que estaba con Tatsuya. Un ángel caído muy sexy.
―Me gusta oírte gritar, (...) ―la chica se sonrojó.
¿Cómo podía hablar de esa forma tan amable y cortes?
(...) le besó la mano, Himuro se estiró en la cama a su lado y ella aprovechó para usarlo de almohada.
―¿De verdad?
―Si ―le dijo mientras le acariciaba con suavidad el pelo y la espalda.
―Por cierto, ¿te quedarás a dormir?
(...) no tenía ni ganas de responder.
―Si digo que no, ¿qué harías?
Pareció pensarlo.
―Bueno, señorita Grey, simplemente la ataría a la cama y listo ―le pellizcó una nalga y le besó la frente―. Pero eso no será necesario, ¿verdad?
La chica sonrió negando con la cabeza, se acomodó sobre el cuerpo de Himuro olvidando sus heridas y se quedó dormida.
Minutos después ambos estaban dormidos, y ambos olvidaron que Murasakibara se había ido de compras y probablemente se había perdido al volver.

N/A: Holis, xD lamento si esto se desmadró un poco pero es lo que resulta después que has visto Deadpool por octava vez :v
Bueno, el siguiente será Nijimura, y ya tengo quienes irán luego.
Makoto, y de una vez aviso que este podrá ser algo... ¿cómo decirlo? Algo forzado, casi violación :v No sé, creo que algo así le pega a Mako-chan xD
Luego seguirá Tetsuya, Hyuga, Teppei y Wakamatsu (este lo pidió una amiga :v).
Ya tengo la mitad escrita pero necesito tiempo, a ¿quién les gustaría luego? Espero lo digan. Disfruten de mi lectura educativa :v
#baiNanodayo

KnB X Lectora (EDITANDO)Where stories live. Discover now