Castigo.

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Los Ángeles, EEUU.

Abrió los ojos y de nuevo los cerró. Maldición ya era de mañana, pero de pronto sonrió al recordar que era sábado.
Se enrolló un poco más con la manta hasta que sintió un cuerpo desnudo a su lado.
―Cinco minutos más... ―dijo medio dormido.
Aquel gruñido soñoliento y sensual la hizo dibujar una sonrisa de oreja a oreja. Con ganas de iniciar un incendio se incorporó en la cama, su reloj marcaba las ocho y media. Se echó encima de aquel torso desnudo, recorrió a detalle cada centímetro de piel con sus delicadas manos hasta sentir que el chico se movía en señal de estar despertando.
―Good morning, Shūzō ―susurró contra los labios del chico.
Pero él parecía no haber escuchado. Entonces (...) decidió intentarlo de nuevo. Recorrió la mandíbula del chico con sus labios, mordisqueando con sus dientes y lamiendo cada marca que estos dejaban en la piel de Shūzō.
―Vamos, dormilón ―(...) pasó una de sus piernas por encima del chico hasta que se sentó a horcajadas para frotarse con la entrepierna del chico, ni con eso parecía que iba a despertar.
Utilizó su lengua para recorrer la vena palpitante en aquel cuello, sonreía cada vez que el chico dejaba escapar un gruñido.
―¿(...)?
La chica le ignoró hasta que sintió las manos de él en la cintura.
―Despierta ―le susurró (...) contra los labios―. Nijimura.
―Si no dejas de hacer eso, no podré.
Los dedos del pelinegro le agarraron el elástico de las bragas mientras hacía énfasis en sus palabras. Había despertado bien, demasiado bien. Pero gracias a que la estuvo ignorando un buen rato ella lo dejaría en mal estado. Al menos durante un tiempo.
―Bueno, ya despertarse ―dijo la chica con malicia al ver la cara de Nijimura―. Te veo más tarde, he quedado con las chicas para ir a correr.
Se levantó de la cama y corrió hasta el cuarto de baño para encerrarse y darse una ducha rápida. Tenía que vestirse y salir a su habitual rutina antes de volver a casa. Quizá su novio la pasaría fatal, y con suerte podría aliviarse «manualmente» hasta que ella volviera.
―(...), ¿de nuevo vas a dejarme así?
La escuchó cantando en la ducha, ignorándolo.
Se incorporó en la cama hasta que las sábanas le cubrieron las caderas, le tomó cinco minutos despejar su mente. Cinco largos minutos mirando un zapato solitario sobre la moqueta. Tiempo suficiente para darse cuenta que le dolían los testículos como nunca antes.
―¿Decías algo? ―preguntó nada más salir del baño envuelta en una toalla.
Nijimura le miró sin humor en el rostro, ella parecía divertirse mucho y todo a costa de él y sus partes nobles.
―No quiero hacerlo rudo, pero si tienes pensado dejarme así estás muy equivocada ―se levantó de la cama y caminó hasta ella―. ¿Me has entendido, nena?
―¿Disculpa?
(...) se hizo la ofendida, en realidad estaba encantadísima cada vez que Nijimura se ponía violento. Siempre le daba duro contra algo. Aunque, no en el sentido agresor de la palabra, sino en el otro.
―Lamento decirte que estuve desperdiciando mi tiempo para que te despertaras, pero como no lo hacías decidí dejarte dormir.―«Vamos, Shūzō. Estoy esperando la explosión.»―. Así que puedes ir olvidándote de tu «alivio» mañanero.
―Te doy tres segundos.
―Yo te doy cuatro ―dijo (...) provocándolo con una sonrisa arrogante.
―Tres... dos... uno...
―Haz lo que quieras, me voy.
Nijimura entrecerró sus ojos, incrédulo a las palabras de su novia.
―Cero... ―Decidido a cumplir su amenaza la tomó de la muñeca con fuerza, (...) lo miraba sorprendida pues no había pensado que hablara enserio.
Y menos, que utilizara la fuerza con ella.
―Vamos, aún tienes tiempo antes de irte con tus amigas ―Nijimura la jaló hasta que la estrechó sus brazos, (...) no podía respirar―. Necesito mi «alivio» mañanero y ése me lo darás tú ―depositó un beso húmedo en los labios de la chica.
Se le olvidó respirar cuando recibió aquel beso, dominante y agresivo. La habitación daba vueltas, ¿o era ella la que estaba dando vueltas? Nijimura metió su lengua en la boca de (...), necesitaba recorrerla entera. Con manos firmes la agarró de las caderas para pegarla más a su cuerpo, quería que sintiera lo listo que estaba.
Ella de puntillas ya que no alcanzaba a su novio, era cómo una puta escalera. Una bien sensual, debía recordarse. Nijimura rompió el beso y llevó a (...) hasta los pies de la cama, se inclinó hasta hacerla caer de espaldas para después subirse sobre ella con todo su peso. Le agarró los pechos y los estrujaba como si fueran malvaviscos.
―Ay.
―No grites, todavía no te he hecho nada ―le mordió el lóbulo de la oreja de una manera muy sexy, sonrió al sentir el cuerpo tembloroso de (...). Siempre se ponía como un flan cuando le mordía en cualquier sitio.
―Pero eres muy agresivo.
―No es verdad, pero te di tres segundos. ―¡Y yo cuatro! ―exclamó (...).
Se deshizo de la toalla para poder sentir aquella piel tersa y fresca que tanto le gustaba marcar con chupetones. (...) tenía las piernas como gelatina, sentía la sangre bullendo en su interior como lava líquida ahí donde Nijimura le tocaba. Los muslos, el vientre, sus pesados pechos pero había una parte de su cuerpo que palpitaba dolorosamente por las mismas atenciones. Movió las piernas de modo que se frotó intencionalmente contra los bóxers de él, sonrió al ver la mirada oscura que le dedicó. Una mirada que amaba más que nada.
―Veo que estás ansiosa porque te castigue, ¿verdad (...)? ―dijo con un tono de voz sombrío y sexy mientras se quitaba lo único que tenía de ropa.
«¡Ay Dios!», pensó (...).
Grande, gruesa y amenazante. Esas palabras eran las perfectas para etiquetar semejante órgano que la señalaba.
―Quedarse mirando es de mala educación ―dijo él suavemente.
(...) levantó los de golpe hacía él. No estaba segura de si se refería a sus bóxers o a su virilidad. Estaba segura de que Nijimura tenía algo muy malo pensado para ella, así que... ¿por qué no joderlo un poco más?
(...) se levantó decidida a irse, pero dos segundos después estaba de nuevo sobre la cama con Nijimura encima de ella. No le dio tiempo a verle bien el rostro cuando estampó sus labios con los de (...) y empezó a comerle la boca con ansia. No podía respirar ni soltarse de su agarre para, al menos, decirle que le dejase respirar. Sin perder más tiempo la puso a cuatro patas y deslizó un dedo por su entrada ―sin duda para verificar que ya estaba lista para él― antes de embestirla y penetrarla desde atrás. (...) sofocó un grito, se trató de agarrar a la almohada más próxima mientras Nijimura entraba y salía de ella con energía y precisión. Y maldita precisión, la estaba volviendo loca.
Chilló, desesperada y, como premio, una mano le tapó la boca. Era tal la profundidad a la que llegaba que (...) no gritaba porque la mano de su novio se lo impedía. De lo contrario los vecinos ya sabrían lo que estaba haciendo a esas horas de la mañana.
El placer que sentía era enorme, rápidamente su vientre se contraía y se formaba un nudo dentro de ella. Cálida, acogedora y estrecha. Si, esa chica lo tenía todo.
Simplemente era perfecta.
―Silencio ―masculló él entre embestida y embestida. No tenía piedad ninguna y no pensaba tenerla.
Su preciosa (...) se había portado mal y necesitaba recibir un castigo educativo.
―Agh... ―apartó la mano de la boca de (...), la llevó hacia sus caderas y tiró de ella hacia él para que recibieron todos y cada unos de sus envites.
―¡Shūzō! ―gritó desesperada mordiendo ahora un lado de la almohada.
―¡Silencio he dicho! ―rugió.
El placer que le proporcionaba era magnifico. Todas y cada una de sus terminaciones nerviosas lo sentían. La piel de Nijimura, sudorosa y caliente, se frotaba contra sus muslos temblorosos. Estaba totalmente segura que sus rodillas seguían teniendo las marcas de la noche anterior que lo hicieron en el suelo rasposo.
Poco a poco (...) se acostumbró a la agresividad con la que era penetrada, movía sus caderas para ir al encuentro de tan magnifico placer. Nijimura gemía con cada envite y se adentraba en ella hasta chocar contra el útero de (...). La vio arrugar las sábanas entre sus puños y maldecirlo por lo bajo. Se sentía totalmente indefensa, no tenía fuerza para levantar la cabeza y mirar hacia atrás. Le resultaba demasiado trabajoso.
Nijimura la tomó de las caderas con más fuerza, se tensaba y se hinchaba en su interior al penetrarla cada vez más agresivo. Los fluidos de ambos se mezclaban y resbalaban por los muslos de (...), a Nijimura no le pasó desapercibido el hilillo de sangre. Ya se disculparía luego, de momento sólo le importaba entrar y salir de ella.
«Es un polvo de castigo», pensó (...) perdida en el limbo del placer.
No es que le molestara aquel polvo agresivo. Al contrario, si por ella fuera que le castigara cada hora aunque luego no pudiera caminar.
La sangre zumbaba en sus oídos en señal de que tendría un orgasmo atronador en cualquier momento.
―¡Joder!
(...) apenas escuchaba las maldiciones de Nijimura, estaba completamente perdida. La velocidad a la que entraba y salía aumentaba a medida que el momento se acercaba. La embistió una vez más, profunda y lentamente, lo que obligó a (...) a enterrar la cara en el colchón para ahogar un grito de alivio.
Su gruñido posesivo de macho alfa retumbó por la habitación cuando por fin llegó a su «alivio mañanero».
Nijimura se desmoronó sobre la espalda de (...), ambos jadeaban con fuerza. Para la chica había sido una sorpresa, nunca le había visto de aquella manera. Y menos, sentir que de verdad la había lastimado.
―Por favor, dime que ya no estoy castigada ―jadeó (...) con los ojos cerrados.
―No, no lo estás ―dijo sin aliento, y le apartó el pelo de la espalda para después lamer la piel desnuda con la lengua.
Ella trató de reírse pero la falta de oxigeno en los pulmones se lo impidió.
(...) suspiró feliz y dejó a Nijimura morderla y lamerla a gusto.
―No te duches ―le ordenó entre lametones.
―¿Por qué?
(...) frunció el ceño entre las sábanas. De todas formas no le daba tiempo. Nijimura se apartó, le dio la vuelta, le agarró de las muñecas y las aplastó una a cada lado de su cabeza. Le miraba desde arriba con una sonrisilla de diablillo.
―Porque quiero que me lleves encima cuando salgas. ―Muy despacio le dio un beso tierno en los labios.
Ah, claro. Ésa era su forma de marcar territorio.
Perdió el hilo que iban a tomar sus pensamientos al sentir la lengua de Nijimura entrando en su boca, acariciando su lengua y explorándola a consciencia. Gimió, encantado con el sabor mentolado de aquellos carnosos labios.
Él liberó una de sus muñecas y le pasó un dedo por el costado, por la parte sensible de sus caderas y allá donde se unen sus muslos.
―Shūzō... espera... ―jadeó cuando metió dos dedos en su interior. Aún no se había recuperado de su orgasmo de locura y ya estaba en marcha el siguiente. ¿Ese qué era? ¿Un polvo post-castigo?
Movió los dedos en círculos, muy adentro, todo lo lejos que le permitieron sus dedos.
(...) gimió moviendo la cabeza de un lado a otro.
―Vas a quedarte conmigo.
Ella estiró su brazo libre para atraerlo más a su rostro y besarlo. Él le miraba expectante y entonces se dio cuenta... de que estaba esperando que le confirmara que había entendido su orden.
¿También pretendía que dejase su rutina de correr por las mañanas? ¿Todo para follar con él? La idea no sonaba mal, pero...
―¡No lo haré! ―gritó desesperadamente cuando atacó con una deliciosa pasada del pulgar por su clítoris sensible e hinchado.
―(...), ¿vas a correrte?
―¡Sí! ―le gritó en la cara. ¿Qué más le daba otro castigo?
En cualquier momento tendría la liberación... un poco más y lo tendría igual de satisfactorio que el anterior. Se desharía en su mano en cualquier momento.
―Por favor... Shūzō...
Le vio sonreír altivo.
Nijimura se aproximó a ella, sus labios estaban todo lo cerca que podían estar sin tocarse.
―Oh, ¿te gusta, nena? ―Los metió más y empujó hacia arriba para acariciar la pared frontal de su interior.
―¡Dios! ―gritó (...)―. Por favor, Shūzō.
(...) levantó la cabeza para intentar besarlo pero él se apartó.
―¿Me deseas?
Ella empezaba a arder y le constaba formular palabras. La sangre no llegaba su cerebro. Sus piernas se tensaban cada vez que él acariciaba entre sus labios hinchados y resbaladizos.
―¿Quieres complacerme, (...)?
―Si. ¡Shūzō, por favor! ―gimoteó.
Se quedó de piedra cuando Nijimura extrajo sus dedos y se levantó de la cama.
«¿Qué? ¡No! Será cerdo», pensó (...) jadeante.
Estaba a punto de lograr su cometido y, así, de repente, su gran orgasmo se fue a la mierda. Había jugado sucio.
―¿Qué estás haciendo? ―preguntó (...).
―¿Quieres que termine? ―echó la cabeza hacía un lado mientras se ponía la ropa interior.
―¡Si!
Su mirada oscura se dirigió a ella.
―Entonces, no salgas con tus amigas.
―¡No!
(...) le vio encogerse de hombros.
―El castigo ha terminado. ―Le lanzó un beso mientras ella estaba boquiabierta, luego se dio la vuelta y se fue directo a la ducha.
―¡Ya lo terminaré yo! ―gritó (...) cuando la puerta se cerró detrás de él. No lo haría. No sería ni la mitad de bueno si lo hacia ella misma―. «Ay, ésta me la pagas, Nijimura.»

N/A: Holis, perdón. Pero tengo poco margen y muchooos problemas con el Internet de mierda. Espero Nijimura no les haya dejado con las ganas :u
Por fin empiezo a subir el porno de Bleach y este, así que señoritas del lado Oscuro esperen por ello :x
Próximo capítulo: Kuroko Tetsuya, el seme pasivo que todavía no conocen :u

KnB X Lectora (EDITANDO)Where stories live. Discover now