CAPÍTULO 23.

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Ya llevo una hora y media de viaje, se me está haciendo muy largo el trayecto, pero a la verdad es que me ha servido para reflexionar sobre todo. Y cuando digo todo, es todo.
Yo no era la chica buena que sólo le importaban sus estudios. Ahora la chica que se conformaba con un 5 y que estaba enamorada de un idiota que la vuelve loca, en todos los sentidos.
La chica buena, dulce y feliz se ha convertido en la chica más mala, fría y calculadora que podréis encontrar nunca. Y me gustaba ser así. No me hacía tanto daño a mi misma, ni me hacían. He cambiado mucho en este tiempo, y todo por él.

Abro WhatsApp y tengo algunos mensajes. Entre ellos, uno de Dani:

-¿Volveré a verte algún día?

A lo que contesto:

-Si tienes fotos mías, sí.

Ya estaba bien de ser la buena, joder.
No iba a pedir perdón nunca más, ni quedarme parada cuando quiero conseguir algo. Que no soy la misma.
Este chico, aunque creáis que no, me ha cambiado para bien, porque me a hecho más fuerte.
(...)

Por fin llego a Murcia. Mi madre me recogería en la estación de tren y llegaríamos a mi casa en 10 minutos.

Cuando llego voy a mi cuarto.
Me encantaría estar con Dani en estos momentos, abrazarle. Pero le había dejado atrás.
Me tumbo en mi cama esperando una llamada o un mensaje de él, pero esperando ese momento, caigo dormida.

Pasan los días, y no tengo ni idea de Dani.
Mis días se basan otra vez en lo de siempre, estudiar, ir al instituto, llegar a casa, y volver al principio.

Ha pasado casi un mes.
Un día como otro cualquiera, mi madre me dice que había venido Jesús a verme, pero que estaba muy raro, se había hecho tatuajes, tenía los ojos de otro color... Ahí es cuando le conté toda la historia a mi madre.
Había venido Dani.
Le preguntaba que donde había ido, que si volvería, pero mi madre no habló nada con él más que: No, Lorena no está.

Se me hacía muy duro el hecho de tenerle aquí, en mi ciudad, y no poder verle.
Pero no me iba a llamar, no quería que se sintiera importarte.
Me metí en mi cuarto y me tumbé en la cama.
(...)

Caí dormida, como de costumbre, y cuando abro los ojos, veo una silueta de un chico guapísimo, le conocí cuando vi sus preciosos ojos azules.

-Dani, te quiero. -me levanto sin decirle nada más y me abrazo.

Pensaba en darle una bofetada o abrazarle, ¿pero para qué complicar las cosas más de lo que estaban? Le abracé todo lo fuerte que pude en ese momento.
Dios, le amaba.
Me había dado cuenta de que le amaba, más que a nadie en este mundo.

-¿Me has echado de menos todo este tiempo? -dice sonriendo.
-Se me ha hecho leve, cada vez que empezaba a echarte de menos, recordaba lo que me hiciste y se me pasaba.
-Pues yo a ti si te he echado. -me mira fijamente.
-¿Por qué no me has llamado? -digo confusa.
-Tenía miedo de que ya te hubieras olvidado de mí, y no quería que me reprocharas todo.
-Yo nunca podré olvidarte, lo sabes. -le sonrío. -¿Por qué has venido?
-O arriesgaba todo, o me quedaba de brazos cruzados. Creí mejor pedirte perdón cara a cara, que a través de una pantalla, ¿no crees? -me giña un ojo.
-Eres un tonto, Dani. -le miro fijamente.
-Tu tonto, dirás. -se acerca poco a poco a mi, y nos fundimos en un precioso beso.

El Lado Oscuro. Daniel Oviedo. || #Wattys2016Where stories live. Discover now