Capítulo 22.

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—Laura...—escuchaba su voz susurrar mi nombre— Amor, ¿estás bien?

Lentamente, comencé a abrir mis ojos, y vi con claridad al rubio con el que despertaba casi todas las mañanas.

No divisé mucha luz natural, lo cual me extrañó bastante. De todas formas, sabía por qué me había despertado a esa hora, cualquiera que sea. Simplemente, no quería admitirlo.

—Sí, estoy bien —dije, con voz ronca— ¿Qué sucede? —Fruncí el ceño ante la poca luz que se filtraba por la ventana— Parece ser muy temprano.

Comenzó a acariciar mi cabello, y fue cuando afirmé por qué me había despertado.

—Estuviste soñando otra vez, ¿cierto?

Bufé, y escondí mi rostro en su pecho, abrazándolo.

—No sé por qué sigue pasando esto, mi subconsciente quiere torturarme —respondí, casi al borde del llanto.

—Hey, no llores, no tienes por qué hacerlo —dijo, dulcemente. Sujetó mi mentón e hizo que levantara mi vista hacia sus ojos—. Pasaron sólo dos meses, pero te ayudaré a superarlo, aunque me lleve años el intento. Sé que es difícil, pero lo superaremos, juntos.

Una lágrima se escapó de mi ojo y Ross se encargó de retirarla, suavemente, con su pulgar.

—Sé que a todos les sigue doliendo, pero hay una gran culpabilidad dentro de mí, y no puedo parar de soñar en lo que hubiera sido el final feliz. Me destruye.

Él suspiró y se acercó para besar mi frente, luego bajó a mis labios, sin besarme.

—No eres la culpable de nada de esto, si sucedió lo que sucedió con Calum, no es por tu culpa —nuestras narices se rozaban con cada palabra, y no podía apartar mi vista de sus ojos—. Esto es culpa de la maldad que hay en el mundo, y quien piense que tú eres la maldad, está mal de la cabeza.

Una débil sonrisa apareció en mi rostro, me seguía sintiendo mal, pero sus palabras me calmaron y fueron de gran ayuda.

—Gracias por ser la persona más maravillosa de este mundo —le dije, mientras rodeaba con mis brazos su cuello.

Sonrió y besó mi nariz.

—Un ser tan hermoso como tú no fue hecho para estar triste —respondió, y fue cuando no soporté que estuviéramos tan lejos.

Besé sus labios con todos y cada uno de mis sentimientos, porque él era eso. Él lo era todo.

Cuando nos separábamos, pude notar que ambos sonreíamos. Nuestros rostros seguían cerca.

—Debería irme —susurró, luego de unos segundos de sólo observarnos con amplias sonrisas.

Gruñí en el tono más bajo que pude.

—Es muy temprano, quédate un poco más —lo abracé con fuerza. Sin embargo, él se separó para poder mirarme a los ojos.

—Sabes las consecuencias de que me quede un poco más, ¿cierto? — alzó ambas cejas, dándome una mirada de advertencia.

Comencé a hacer pucheros ante sus palabras.

—Faltan tres horas para que nos levantemos, quédate dos más. No voy a poder dormir —me excusé.

Ross rodó de manera divertida sus ojos, mientras reía y negaba con la cabeza.

—A veces eres todo un caso con el que lidiar —dijo, y me abrazó, para que volvamos a dormir durante el tiempo que nos quedaba.

Tightrope. || Raura. || TERMINADAWhere stories live. Discover now