[53] Newt

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Newt.
Con el estómago encendido por el miedo, contemplo cómo la lanzadera se pone en marcha con una sacudida y desaparece en el cielo. Me noto hueco por dentro. Por más que trato de despejar mis temores, solo puedo pensar en que no veré más a Thomas.
–El coronel llegará de un momento a otro –comenta Chris–. Han tenido que ver el despegue.
–Pues que venga –repongo encogiéndome de hombros.
No puede hacer nada porque Thomas ya se ha marchado. Vuelvo a paso vivo a la unidad de comunicación y me sitúo junto a la emisora para esperar a que Thomas se ponga en contacto con nosotros. Chris aparta un poco una persiana y aguarda junto al ventanal la llegada de mi padre.
–Ahí llega –dice, antes de lo que yo esperaba.
Me acerco a él y escruto la penumbra de la madrugada, pero no veo nada.
Vuelvo a situarme en la emisora. Sobre los controles resplandece un rótulo: Lanzamiento iniciado. No puedo distraer a Thomas en este momento.
Camino de nuevo hacia el ventanal y por fin distingo lo que Chris me señalaba. Mi padre y otros diez o doce hombres, todos armados, se acercan a la carrera.
–Estupendo –mascullo.
No tardo ni diez segundos en oír la voz retumbante de mi padre, tan fuerte como si las ventanas no tuvieran cristales.
–¡Salgan de inmediato! –berrea–. ¡El edificio está rodeado!
–No sabe que somos nosotros –musita Chris, y me sorprende detectar miedo en su voz.
Claro, con las persianas bajadas, mi padre no puede ver quién hay dentro de la sala. Me acerco a la puerta y la abro de golpe. Durante un par de segundos, lo único que oigo es el chasquido metálico de casi doce armas que se preparan para acribillarme.
–Papá, ¿podrías dejar de apuntarme? –digo con impaciencia.
–¿Newt? –pregunta él, atónito.
–Sí, soy yo. ¡Y ahora, bajen las armas y entren antes de que nos vean los alienígenas!
Mi padre suelta un taco e indica a sus hombres que entren.
–¿De verdad hace falta tanta gente aquí? –pregunto–. ¿No sería mejor reforzar la seguridad de la colonia?
Mi padre se vuelve hacia los soldados, ladra una orden y todos salen en fila salvo un hombre y una mujer. Luego se encara conmigo.
–¿Se puede saber qué haces aquí, Newt? ¿Y dónde ha ido a parar la lanzadera? –se gira hacia Chris y lo observa con una expresión tan colérica que, por un momento, pienso que lo va a golpear–. ¿Qué le has dicho a Newt? ¿Qué has hecho?
–Papá, no fue idea de Chris, sino de Thomas –respondo, cada vez más furioso.
Por más que a mi padre le escueza, Thomas también tiene derecho a decidir, y en este caso tenía razones sobradas para actuar como lo ha hecho. Debemos evitar a toda costa recurrir a la bomba del FREX, y aunque mi padre jamás admitirá que Thomas es capaz de hacer algo que nos salve a todos, yo sé que sí puede.
–Thomas... ¿Dónde se ha metido? –dice mirando a su alrededor.
Me acerco al ventanal, subo la persiana y señalo las estrellas que aún titilan en el cielo. Solo al hacerlo me doy cuenta verdaderamente de lo lejos que está Thomas.
Mi padre tarda unos segundos en comprender lo que quiero decirle.
–¿Ha ido a activar la bomba? –pregunta–. ¡Eso es una estupidez! Podemos hacerlo por control remoto desde aquí mismo; si quería enviar a los especialistas en armamento era para que la examinaran, no porque hiciera falta.
–No ha ido a la estación espacial, sino a la Fortuna.
–¿Cómo? ¿Por qué?
Trato de explicárselo lo mejor que puedo: la pista de Orion, el hecho de que la gente de la nave morirá si no los sacamos de allí, la existencia de provisiones que pueden traernos... A medida que hablo, me doy cuenta de que mi padre desprecia nuestras razones; solo se habría contentado si le hubiera dicho que Thomas ya ha activado la bomba y que ésta se dirige a toda velocidad hacia la guarida de los alienígenas. Ahora mismo, la supervivencia tiene menos valor para él que la venganza.
–Eso no va a salvarnos, Newt –dice fulminándome con la mirada–. Tenemos que deshacernos de la amenaza alienígena de una vez por todas. La bomba del FREX...
–Esa arma es algo que no conoces ni comprendes –lo corto–. Lo único que ves es una posibilidad de destruir a nuestros atacantes, sin pensar siquiera en que nosotros también podríamos resultar dañados. ¿Qué clase de bomba puede seleccionar a sus víctimas?
Mi padre abre la boca para protestar, pero no lo dejo hacerlo.
–Al menos deja que Thomas busque más información –le pido–. Incluso puede que logre averiguar cómo funciona la bomba; en ese caso, podríamos utilizarla sin temor... o renunciar a ella.
–Los alienígenas ya han matado a una tercera parte de nuestra colonia –replica él con voz dura–. A una tercera parte de nuestra familia, Newt.
–¿Crees que no lo sé?
–¿Cómo vamos a protegernos mientras ese niño juega a hacerse el héroe en una nave que debería haber aterrizado hace siglos?
Sí, buena pregunta. Yo tampoco sabría responderla.

*     *     *     *     *
Por fin Newt está más desafiante con su padre. Bueno, igual es porque el coronel ya está medio chalado con todo lo que ha ocurrido. Newt tiene razón cuando dice que su padre está pensando más en la venganza que en la supervivencia.

Godspeed: Sombras de la Tierra|NewtmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora