17.

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Capítulo # 17.

Una vez alguien me dijo que el amor era un arma destructiva, una bomba de tiempo, no lo sé en realidad, pero sé a qué se refería con esa pequeña definición de amor.

El amor es destructivo, bien sea a largo o corto plazo, es darle el poder a alguien para debilitarte, con una acción o incluso con una palabra de esa persona, te puedes enamorar o incluso en los peores casos decepcionarte. Amar es como darle un contrato de poder apud acta* a alguien más para destruirte.

Lunes, 9 de mayo de 2016.

08:45.P.M.

Tres meses y medio habían pasado desde el viaje a NY, tres meses y miles de cosas habían ocurrido: cosas que me dolieron, cosas que me entristecieron, cosas que me han hecho feliz... y no sólo una cosa, no, más bien una persona: Riley Hamilton

Luego del viaje a NY me di cuenta que en efecto, la chica de esa noche, en ese bar, era ella... fue ella quien me besó y luego huyó cómo una cobarde; Riley también estaba al tanto de la boda farsa que se llevaría a cabo en unas semanas, pues, Amanda personalmente se ha encargado de aclararle todo.

Feliz.

Es la palabra que me describía en esos momentos, estaba perdido por esa chica, no hay vuelta atrás con este sentimiento.

Oficialmente estaba: Feliz y jodidamente enamorado y encabronado.

No hay nada mejor que estar en la cama, con tan sólo una sábana de por medio y acariciando la suave piel de quien amo. ¡Sí! ¡La amo!

Suspire, ella trepó un poco por mi pecho para dejar un suave beso en mis labios.

La gloria.

Así me sentía en plena gloria.

Sólo estábamos llevando las cosas con calma.

Todo comenzó el día siguiente a la noche en ese bar.

Su vestido provocador, su cercanía, sus comentarios sarcásticos y de doble sentido, su manera de darme celos tan deliberada y cruelmente; una sala llena de hombres comiéndosela con la mirada, sonrisas coquetas y pestañeos de niña linda de su parte...

¡Joder, esa mujer me estaba volviendo loco!

Lo único que era razonablemente capaz de hacer era apretar mis manos hasta que mis nudillos quedaran sumamente blancos.

Respirando profundo y levantándome de mi lugar, pronuncie: —Lo siento señores, mis disculpas necesito hablar con la señorita acá presente.

Fue idea de Amanda poner al tanto a Riley para que supliera a Estela en esta conferencia, según las chicas Riley atraería la atención de los caballeros y ellos a su vez aceptarían sin duda alguna mis propuestas.

Cosa en la que con evidencia habían tenido razón.

Una vez terminadas de pronunciar las debidas palabras hacia los caballeros, mi atención fue totalmente acaparada por la dueña de unos hermosos ojos grises.

—Señorita Hamilton— Articulé señalando con elegancia la puerta de la sala de conferencias.

Sentía que mi pecho se quemaba y mi sangre literalmente hervía dentro de mis venas.

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