Capitulo 11

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El olor de la habitación de Harry era una mezcla de su perfume y Sol. La brisa gélida ondeaba por las cortinas blancas espesas que cubrían las ventanas. Harry se arrodilló frente a mí, y yo apoyé ambas manos en sus hombros, alzando un pie para que él se deshiciera de mi sandalia, tirándola a un lado. Repitió la operación con el otro pie, y luego se apoderó de mis labios desesperada y fervientemente, sacándose los zapatos con los mismos pies. Acaricié sus hombros fornidos, tirando de su chaqueta hacia atrás, y él se dejó. 
Rápidamente, se deshizo de su camisa tirándola por encima de sus brazos y volvió a apoderarse de mí. Mi respiración era agitada y mi visión era borrosa, como si la bebida hubiese tenido alguna droga que dejaba a la gente embobada y sin plena consciencia de sus acciones. Pero yo podía decir que estaba muy consciente.
Mientras nos besábamos, nos movíamos hacia atrás, hasta que yo delicadamente caí sentada sobre la cama, acariciando sus hombros y su espalda respectivamente. En mi mente, las cosas se movían tan rápidamente como una rueda giratoria. Los colores se disipaban en manchas abstractas, y la música del club aún retumbaba en mis oídos, a pesar de que la habitación estaba totalmente en calma. Harry dejó mis labios en paz, quizá dándome un poco de aire, y buscó a tientas el cierre del vestido en mi espalda, mientras dejaba una línea de besos en mi clavícula.
Sentí el apriete del vestido blanco liberar mi cuerpo, y las hábiles manos de Harry lograron bajarlo hasta mi pecho, donde yo lo aferré con ambas manos, jadeando. Cuando abrí los ojos de nuevo, sus ojos brillantes se habían oscurecido sombríamente y me miraban fijamente, enmarcados en unas largas pestañas negras.

-Déjame verte –gruñó con voz grave. Sus manos apartaron suavemente las mías, y él sonrió victorioso.
-Bien –sonrió. Sus hoyuelos se dibujaron en sus mejillas. –Lo haré de otra manera.

Se inclinó sobre mí, sus rodillas a cada lado de mis muslos, sus brazos sosteniendo su peso a cada lado de mi cabeza, que se movía de un lado a otro, retorciéndose. Sentí el calor de sus labios por mi cuello, y su lengua dejó una húmeda línea caliente hasta mi clavícula, donde la tela del vestido descansaba precariamente. Fue retirada por los dientes de Harry, que bajaron mi vestido totalmente hasta abajo. La nariz de Harry rozaba cada centímetro de mi cuerpo hacia abajo. Gemí y me retorcí apretando los muslos entre sí cuando rozó su nariz por encima de mi ropa interior. Finalmente, en mis pantorrillas, dejó caer el vestido al suelo, y volvió a estar sobre mí.

Cuando volvió a verme, soltó una risita divertida. Yo había cubierto mis pechos con una almohada, y mis ojos tenían un brillo de miedo. 

-Vamos, Sky –me instó, dándome un caliente beso en la mejilla. –Ya hemos hecho esto antes.

“Pero es que no sé si fue correcto”, quise responder. Pero mis propios pensamientos se hallaban bloqueados por la necesidad del momento. Sus manos tomaron las mías, entrelazando nuestros dedos con fuerza, y sólo entonces me sentí segura. 

-Quiero probarte –susurró en mi oído, y sentí que un hormigueo venía directamente hacia mis mejillas. Cerré los ojos con fuerza, y ladeé la cabeza hacia el otro lado, mientras mi pecho subía y bajaba exageradamente. Tenía miedo. Tenía mucho, mucho miedo. Pero no era como si sintiera que él fuera a lastimarme, o que él estaba haciendo esto contra mi voluntad. Precisamente, mi miedo se debía a que yo estaba en toda mi disposición de quedar expuesta en mi lado más vulnerable. Y cuando yo estaba expuesta en mi lado más vulnerable, yo decía cosas. Y esas cosas podrían tener que ver con el amor ferviente y loco que tenía por Harry desde que tenía diecisiete años, y desde que lo vi la primera vez en su auto, cuando fui secuestrada dos veces en una misma noche. Y yo lo extrañaba.

-Sky, por favor –murmuró fervientemente. Sus manos apretadas contra las mías, sus dedos protegiendo los míos. –Sólo quiero hacerte sentir bien.

Sus labios dejaron un sublime beso en mi mejilla, y su rostro comenzó a bajar lentamente por mi cuerpo. Sus manos soltaron las mías, y descendieron por mis curvas, acariciando y poniéndome la piel de gallina. Sus dientes apretaron mi ropa interior negra de encajes –no es que me la hubiera puesto esperando esto de Harry ni nada–, y fue bajada con rapidez. Un grito ahogado se escapó de mis labios cuando sus manos apartaron mis muslos cuidadosamente. “Santa vaca del cielo de las vacas”, pensé. Él en verdad iba a hacer esto.

Sus manos apretaban mis caderas, y yo respiraba agitadamente, mirando al techo, esperando que todo pasara pronto, porque yo en verdad quería sentirlo. Sin embargo, no pude resistir bajar la mirada, y darme cuenta de que sus ojos destilaban picardía cuando me miraron, seguidamente, él masculló.

-Relájate, nena –farfulló. “Nena”, repetí victoriosamente para mis adentros, y en mis labios se dibujó una sonrisa involuntaria. Había pasado mucho tiempo sin que él me llamase así.

Seguidamente, su lengua caliente se deslizó por mi centro, y yo emití un grito ahogado, apretando los párpados con tanta fuerza que terminé viendo lucecitas de colores. Mis piernas intentaron cerrarse, pero Harry las mantuvo apartadas con sus manos. Mi cuerpo se retorció debajo de su rostro mientras él continuaba dándome placer.

-M-mier-da… -maldije, y él soltó una risita. “Tú me haces sentir como si hubiese estado vetado del cielo”, la canción parpadeó en mi mente como un flash, y recordé todas las veces que Harry y yo habíamos hecho esto antes. Recordé esa vez en la ducha, cuando mis dos antiguos padres seguían juntos, ese día Harry se estaba duchando y mi madre había irrumpido en el baño. Yo había estado limpiando la nota de brillo labial que una psicópata en progreso había escrito allí, y había tenido que mentir sobre que me estaba duchando. 

Recordé eso con una sonrisa en mi rostro, mientras Harry continuaba conmigo. Me retorcí aún más, y llevé una mano a su cabello, apretando. Otro recuerdo se me vino a la mente. Harry tomando mi mano y mirando al cielo mientras cerraba fuertemente sus ojos debido a mi tacto en su mano. Yo había tenido miedo, pero él me había mantenido segura.
Esa otra vez cuando caí en una piscina mugrienta en un lugar abandonado. Uno de los enemigos de Harry, ahora muerto, me había hecho profundos cortes en el abdomen y luego me había arrojado a la piscina. Sólo entonces supe, cuando yacía en la cama del hospital, que Harry me había sacado de ahí.

“Nunca tuve mucha fe en el amor o en milagros”, otra frase de la canción parpadeó en mi cerebro, al igual que otro recuerdo fresco que hasta ahora no me atrevía a sacar a colación. Harry me había sacado de estar borracha en la terraza de un bar cuando Smith intentó violarme. Yo había estado deprimida luego de que mi madre recibiera una nota anónima sobre que mi verdadero padre era un asesino, y yo había corrido fuera de la casa. Harry me había sacado de esa también. Me había tomado entre sus brazos, y toda la noche estuvo susurrándome que todo estaría bien.
Recordé, también, sus caricias en mis caderas, una noche mientras mirábamos The Vampire Diaries y comíamos palomitas y refresco de naranja. Había pensado en el matrimonio, y él había confesado que quería una hija llamada Darcy, y que la quería conmigo. Entonces, segundos después, en un parpadeo, la policía se lo llevaba a rastras.
Cuando, estando en una celda, a punto de comenzar a cumplir su condena, él me había hecho prometer todas estas cosas, diciéndome que tenía que jurarle que yo reharía mi vida, y que tendría hijos. Él me había prometido que yo sería fuerte, un montón de veces. Pero él había roto su promesa. Yo no lo había sido.

Me encontré lloriqueando fuerte, pero no como si pidiera por más placer o algo. Mis sollozos amargos contenidos desde hacía muchísimo tiempo se liberaban de mi garganta, apenas dándome tiempo para respirar. Harry paró de inmediato, y arrastró la suave sábana por encima de mí, cubriéndome.
-Nena, ¿qué pasa? –preguntó, preocupado. Sus ojos de nuevo teniendo ese brillo inocente del chico de diecinueve años.

Lost- segunda temporada-Where stories live. Discover now