capitulo 28: ¿miedo de el?

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Esperé pacientemente sentada en la hierba acomodada en el campus de la Universidad. Volteaba la cabeza algunas veces para que no pareciera que era una tonta que esperaba a su novio. Y, en una de ésas, vislumbré unos profundos ojos azules mirándome, y luego una cabellera castaña ser revuelta hacia arriba por el viento, y quedando en picos estáticos sobre su cabeza. Nathan me estaba mirando. 
Desvié la vista y volví a girar la cabeza hacia el frente. La calle separada por el umbral seguía vacía. Ni un rastro de alguna motocicleta. Miré la hora en mi iPhone apretujado en mi mano derecha. Tres y treinta y dos de la tarde. Me preguntaba por qué a Harry le había dado por llegar tarde estos días. No era como si él tuviera mucho que hacer, salvo llevar algunos cheques a los bancos e ir a algunas notarías. O al menos, eso era lo que él decía, pero yo prefería creerle. Al menos, la espera le permitía a mi pie malo descansar.

La nota escrita en rojo que había visto en la parte de atrás de mi guía de Inglés se mantenía pululando en mi cabeza. “Estoy más cerca de lo que piensas”. No era como si hubiera estado leyéndola una y otra vez durante el resto del día ni nada. Era sólo la pura preocupación de que un asesino-acosador estuviera merodeando por aquí… en mi escuela, y que probablemente fuera mi profesora de Inglés.

Centré la vista en el libro de Mandarín. Necesitaba aprender esta puta lección para la mañana si es que quería obtener puntos en Psicología. Maldita clase extra que tomé para distraerme. Ahora estaba casi atada a ella. 

Volví a levantar la vista y giré la cabeza de nuevo. Los ojos azules penetrantes volvieron a mirarme fijamente. ¿Quizás Nathan estuviera arrepintiéndose? Chasqueé la lengua y sacudí la cabeza, bajando la mirada hacia el libro una vez más. Era tonto pensar eso. Yo debía estar arrepentida. No él. De cualquier modo, Harry hubiera podido partirle la columna y dejarlo ahí tirado. 
Tamborileé con los dedos sobre la página amarillenta del libro, del cual no entendía una sola palabra. Miré hacia el frente. Harry estaba retrasado.

-¿Mandarín? –dijo una voz grave y serena desde arriba. Subí la vista, achicando los ojos por el sol y vislumbrando unas pestañas negras imposiblemente largas clavadas en mí. ¿Zayn?
-Sí –alcé el libro y lo sacudí con una mano, luego lo tiré de nuevo en mi regazo. –Esta cosa es mi salvación.
Tiró su bolso en el suelo y se sentó a mi lado, apoyando sus brazos en sus rodillas. ¿Acaso estaba sonriendo? Espera, no. Rebobina. ¿Zayn Malik sonriendo?
-No sabía que te gustaban los idiomas –comentó.
-Soy una mierda en idiomas. Tomé la clase porque es mi única oportunidad para ganarme puntos en alguna clase extra, la cual es, básicamente, Psicología –expliqué, aprovechando para cerrar el libro. Que le den al viejo decrépito de Mandarín.
-A mí sí me gustan los idiomas –sonrió. -¿Pero sabes por qué no tomé esa clase?
-¿Por qué?
-Bueno, porque, no sé si sabes que el profesor es un viejo pedófilo-gay –hizo una mueca. –No es que sea malo. Pero tampoco es bueno que el otro día haya intentado tocar el trasero de Eric Kahn.
-Él tiene un buen trasero –me encogí de hombros.
-Sí… No lo niego, pero ¿no crees que es raro? –sonrió, y se le escapó una risilla grave. Asentí y me reí también. 
-Bueno, entonces puedo estar tranquila. Es gay, así que no podría fijarse en mí o en mi trasero –bromeé, y ambos nos carcajeamos. Viéndolo así, Zayn no era tan resentido, después de todo.

Observé cuidadosamente que en su brazo había una infinidad de tatuajes extrañamente inusuales, que una chaqueta negra de cuero lo cubría hasta los antebrazos, y que tenía párpados árabes. De verdad, él era realmente lindo. Tenía esa sonrisa que dice “confía-en-mí” que casi nadie en el mundo posee, a pesar de que no aparentaba que era un buen chico, como usualmente se ve.

-Permíteme presentarme bien –dijo, extendiéndome la mano. –Soy Zayn. Um… Zayn Malik.
-Ah, ya veo que tu intención nunca fue ser un amargado –sonreí, y él se humedeció los labios, sin ningún atisbo de que le diera gracia. Borré la sonrisa de inmediato y me aclaré la garganta. –Lo siento.
-No importa –respondió. –Simplemente, lo mío no es hablar.
-Entiendo –respondí amablemente. Miré a través del umbral. Nada. Suspiré, y dejé que mi mano frotara al avioncito de papel plateado que siempre llevaba alrededor del cuello. 
-Es lindo –dijo él.
-¿Eh?
-Es lindo. Tu… collar –comentó, sonriendo secamente. 
-Oh –sonreí, apretando el dije en mi mano. –Gracias. Me lo ha dado alguien muy importante.
-¿Su nombre es Harry Styles? –preguntó, y yo me detuve, mirándolo con incredulidad.
-¿C-cómo…? Quiero d-decir… ¿Lo… lo conoces? –titubeé, y él asintió. Seguidamente, se humedeció los labios y miró hacia el frente con mirada distante.
-Es un buen amigo mío –fue todo lo que respondió. Arqueé las cejas. Quizás por eso me había tratado así antes, por conocer a Harry.
-Qué… qué pequeño es el mundo –respondí, riendo tontamente.
-Vaya que sí –sonrió, y yo aparté mi cara, escondiéndome tras un mechón de cabello. Borré la sonrisa de inmediato. Harry no tiene amigos. Bueno, sí, pero todos están conectados con algo así como la mafia estadounidense, a pesar de que Harry es, indudablemente británico. ¿Eso quería decir que Zayn era…?
El motor chirriante de una motocicleta me sacó de mis pensamientos, y me puse de pie rápidamente, tambaleándome con mi pie sano. Zayn se puso de pie fugazmente y me ayudó, sosteniéndome desde atrás. 

-Gracias –dije, luchando por apartarme rápidamente. Harry fuera su amigo o no, no quería otra escena aquí y mucho menos ahora. Zayn levantó mi mochila y me la colgó en el hombro.
-¿Te acompaño? –se ofreció. Miré a Harry, quien ahora se estaba bajando de la moto y caminando directo hacia la puerta del umbral, la cual empujó con sus brazos. Me helé.
-Y-yo… no estoy muy segura de que…
-Mira ese pie –me interrumpió, arqueando una ceja. No quise ni mirar mi pie, sin embargo. –Vas a caerte. 

Vacilé, y miré a Harry, quien mantenía su vista fija en nosotros dos. ¿Por qué tenía miedo de él? Bien. Quizá yo sólo estuviera exagerando. Después de todo, y aunque existiera la posibilidad de que Harry fuese un novio psicópata, yo no tenía por qué tenerle miedo. 
Quizás yo no tenía miedo de Harry. Quizás yo sólo tenía miedo de que alguien me estuviera observando alrededor, acechándome. Y desde hacía mucho que sentía una mirada vigilante encima, sin poder quitármela ni cuando me duchaba. Era como estar bajo el ojo del huracán… que te envía notas.

-Bueno –asentí, pero Harry ya me había tomado de la cintura protectoramente. Cuando subió sus ojos hacia Zayn, éstos se abrieron como platos, develando sus hermosas cosas verdes dentro de sus párpados. 
-¿Zayn? –rió, sin poder creérselo. Miré a Zayn, quien sonreía torcidamente. Así que sí se conocían. Así que el mundo sí es jodidamente pequeño. 
-Hombre, hola –Zayn tomó la mano de Harry, y se dieron un pequeño abrazo. Harry le dio palmadas en la espalda, y luego se apartaron, sonriendo. Sentí una punzada en el estómago. Era lindo ver que dos viejos amigos se reencontraban, quizá luego de no haberse visto por mucho tiempo. Me acordé de Alison, y mi estómago cayó. Realmente me sentía necesitada de ella. Yo tenía ahora una mejor amiga, pero aún así.
-Escuché de Smith, ¿eh? Buena jugada –sonrió el moreno. Harry chasqueó la lengua. ¿Zayn conoció a Smith? Apenas podía creérmelo.
-Esa jugada me encerró dos años en la cárcel –dijo él como si fuera una broma. –No sabía que se conocían –dijo hacia mí, nuestros rostros realmente cerca. Abrí la boca para decir “yo tampoco”, pero Zayn me interrumpió, y Harry apartó su mirada, fijando aún más su mano en mi cintura.
-De hecho, no nos conocíamos bien hasta hoy –el moreno sonrió hacia mí, y Harry asintió. Me sentía como cuando sales a caminar con tu padre y él se reencuentra con un viejo amigo. Te carga en brazos y comienza a hablar, y tú sólo estás… allí. Como que, “oigan, noten mi jodida existencia”. –Man, ¿quién hizo que retiraran los cargos? 
-No lo sé, hombre –Harry suspiró. –Intento averiguarlo, de todos modos. Nadie haría eso por mí.
Zayn apretó los labios. –Bueno. Viejo, tengo mi auto ahí aparcado –señaló hacia atrás, refiriéndose al estacionamiento casi vacío, salvo por el auto de… de la profesora Fitz. -¿Quieren que los lleve?
-No, está bien –respondió Harry. –Mi moto está justo ahí –señaló fuera del umbral. Zayn hizo un silbido, como si hubiera visto a Megan Fox pasar por ahí.
-Es linda, ¿eh?
-Lo sé –Harry sonrió, enseñando sus adorables hoyuelos que se derramaban en sus mejillas. –Pero tengo que comenzar a pensar en un auto. 
-A las señoritas no se les lleva en moto –Zayn le dio un golpecito amistoso a Harry en el brazo. Me aclaré la garganta, incómoda de no ser notada, y Zayn dirigió su mirada hacia mí. -¿No es verdad?
-Bueno, a mí… Me gusta andar en moto… -dije, con la voz más baja de lo que quería.
-Aún así. Harry, mueve el culo y consigue un auto –Zayn bromeó, y Harry estampó su puño amistosamente en el hombro de Zayn, revelando algunas venas en su brazo musculoso. 
-Tengo que irme –dijo Harry, dando algunos pasos hacia atrás, y obligándome a hacer lo mismo. 
-Vale, te veo luego, viejo. Tenemos que salir un día. Con Skylar, claro –me sonrió, y yo sólo apreté los labios, hinchando mis mejillas también. Seguidamente, se dio la vuelta y se alejó, remangándose la chaqueta de cuero negro.


Mientras me subía en la motocicleta con ayuda de Harry, suspiré y lo miré a sus ojos verdes brillantes.

-¿Por qué no me dijiste que conoces a Zayn? –pregunté, acomodándome los cabellos fuera del rostro.
-No tenía idea de que estudiaba contigo –se encogió de hombros. –Y me alegra.
-¿El qué? ¿El que estudiemos juntos? –arqueé una ceja.
-Sí –respondió dulcemente. –Es buen tipo. No va a permitir que nada malo te pase.
-Sé defenderme sola –gruñí en protesta, y Harry miró mi pie, burlón.
-¿Enserio? –arqueó las cejas, y le di una patadita con mi pie bueno en la pierna. 
-Cállate –me reí. 

Mi teléfono tintineó en mi bolsillo, y luchando, lo saqué de ahí a tirones. El remitente era un enredo de números y letras y símbolos. Gemí. Dios, ¿hasta cuándo?
Con el dedo tembloroso y vacilante, presioné LEER.

“Nadie está a salvo ahora, perra. Estoy muy, muy cerca de ustedes”.

Una ráfaga de viento me alborotó de nuevo el pelo. Frustrada y dando un gruñido al aire, los aparté de nuevo de mi rostro, ladeando la cabeza para ponerlo de un solo lado. Entre los arbustos, vislumbré unos ojos azules como el cielo clavados en mí, y un cabello rubio ondeante se levantó con el viento. Seguidamente, se escondió entre los arbustos emitiendo un crujido, y desapareció. Parpadeé. ¿Alison?

Lost- segunda temporada-Where stories live. Discover now