Capítulo 11: Adiós.

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Pasaron los días, Julia le contó a Natalia sobre su experiencia con su ex esposo, el motivo de su divorcio a pesar de que lo amara, al irla escuchando, Natalia se quedó sorprendida, no podía creer que alguien tan fuerte como la veía a ella, pudiera pasar por algo parecido.

—Así es, Iván me dio una bofetada, a unos cuantos días de habernos casado, no sé si me dolió más el golpe físico, o el saber que no lo conocía—confesó Julia.

—Entonces, ¿por eso decidiste divorciarte?—la miraba Natalia.

—Sí, no quería dejarlo, pero tampoco permitiría que me volviera a tocar, yo al igual que tú, valemos mucho para que nos maltraten. Sé que lo quieres, pero ya no permitas que te golpee, eso no es amor, el amor no lastima—le aconsejó Julia.

Esa semana fue reflexivo para Natalia, Julia tenía razón, no merecía que la golpearan, cuando lo conoció era diferente, parecía tan bueno, inteligente, galante, educado y caballeroso, no imaginó lo que le esperaba, un año después de casados fue cuando todo comenzó, su pesadilla que duraría siempre.

Un día llegó él como sin nada, Natalia lo recibió como siempre, él le había preguntado a donde había ido en la mañana y con quién, ella respondió que salió con un amigo pues este la había invitado, a Jorge eso le molestó, y le dio una bofetada, le advirtió que no quería verla salir con ningún hombre de nuevo, Natalia sintió tanto miedo que se cubrió la cara con sus manos.

Pero los años habían pasado, ella cambió mucho desde el primer golpe, ya no se vestía como quería, temía que su esposo le pegara de nuevo, usaba poco maquillaje cuando salía, a menos que fuera con él, entonces si tenía que arreglarse pues a él le gustaba presumirla aunque eso la incomodara. Ya era tiempo de cambiar las cosas, no debía dejar que el tiempo siguiera pasando sin hacer nada.

Cuando llegaron todas a la oficina, Natalia les hizo saber a sus amigas la decisión que había tomado, no continuaría permitiendo que Jorge la siguiera humillando, las chicas al escucharla le mostraron todo su apoyo, Julia quiso acompañarla, pero Natalia se negó, debía enfrentar a Jorge sola.

Era un fin de semana, Natalia salió de la oficina puntual, se despidió de todas, a Zoey le pareció extraño quizá solo eran cosas suyas, el rostro de Natalia estaba motivado, tenía una especie de alegría, se volverían a ver el lunes siguiente.

—Qué raro, siempre se sale sin despedirse—comentó Zoey.

—Quizá no tiene prisa—le sonrió Julia.

Al llegar a su casa, Natalia se preparó para hablar clara y directamente con su esposo, esta vez no se dejaría lastimar. Cuando llegó Jorge, ella lo abordó, le dijo seriamente que necesitaba hablar con él.

—Y ¿Qué pasa?, ¿de qué quieres hablar?—Jorge estaba tranquilo.

—Nosotros. Jorge te amo, pero no quiero que me vuelvas a pegar, no lo merezco—la voz de Natalia se cortaba.

Jorge estaba sentado, la miraba pensante, no decía nada, Natalia le recordó el día que se conocieron, lo hermoso que fue su boda, lo mucho que lo amaba, pero que a pesar de eso no seguiría soportando que él la maltratase. Al ver como ella no pudo contener sus lágrimas, se levantó y la abrazó, tomó con sus manos el rostro de Natalia y le habló tranquilo y un tanto comprensivo.

—No lo volveré a hacer, te amo, no sé qué haría si te pierdo—.

Roberto recibió a Julia con una cena decorada con velas, ella se sentía consentida y afortunada, él era el hombre de su vida, siempre estaba allí para ella, lo abrazó y ambos se besaron, él la extrañaba mucho cuando no se veían, era como una eternidad en soledad, y ella, como si fuese siempre una primera cita cuando lo veía.

Cuando Zoey llegó a su casa, le preparó una deliciosa cena a su esposo, eso era raro en ella, pues usualmente él hacia la cena, sin embargo después de ver los problemas de sus amigas, por lo que había pasado Julia, por lo que le sucedió a Kate, y lo que pasaba con Natalia, se sintió muy afortunada de tener a Dominic a su lado, era un sueño. Este al llegar y ver la cena preparada se sorprendió.

— ¿Qué sucede?, ¿Tendremos invitados?—.

—Claro que no, ¿acaso no puedo prepararte una buena cena?—dijo Zoey.

—Sí, ¿pero tú nunca lo haces?—aún sin poder creerlo.

—Pues de hoy en adelante lo haré, además me sobra tiempo, somos una pareja, no es justo que tú te encargues de todo—le sonrió Zoey.

Natalia dormía junto a su esposo, este la miraba fijamente, admiraba su belleza, le acaricio el pelo, sonrió y se acomodó.

El fin de semana pasó, un nuevo lunes llegó, todos de vuelta a la rutina diaria. Julia llegó como siempre puntual, seguida por Zoey, quién llevó a su pequeño Aníbal, a Julia le gustaba que lo llevase, pues amaba a los niños, quería tener uno pronto, ambas se distrajeron con el peque.

Había pasado el tiempo de tolerancia para llegar tarde, a las dos se les hizo raro que Natalia no hubiese llegado, quizá había surgido algo, así que le marcaron a su móvil, pero sonaba apagado, normalmente lo apagaba cuando estaba con su marido. Así que Julia pensó que quizá se había arrepentido de alejarse de Jorge, ya antes se había reído de los golpes que le daba, no sabían cómo ayudarla si no quería su ayuda. Por más que insistieron no respondió el móvil.

Eran las tres de la tarde cuando llegó una llamada a la oficina, una voz masculina sonaba del otro lado, era Dominic, quién pidió hablar con su esposa.

— ¿Sí?, ¿Te pasó algo amor?—Zoey temía por él, pero lo que le contó la dejó asustada, miró a Julia, quién se puso nerviosa, al colgar el teléfono no sabía cómo decirle a su amiga, sus ojos se cristalizaron.

—Zoey ¿Qué pasa?, ¿le paso algo a Dominic?—Julia estaba asustada.

—Dominic dice que la casa de Natalia está cercada, pero que no sabe bien que pasó, dijo que me volvería a llamar, tengo miedo—Zoey se veía nerviosa.

— ¿Crees que...? No, esperemos que no sea eso—Julia también estaba nerviosa.

Dominic marcó nuevamente, eran las cuatro de la tarde, Zoey respondió, lo que le dijo la dejó helada, Zoey colgó, miró nuevamente a Julia con los ojos cristalizados, no pudo contener las lágrimas, Julia supuso lo que había sucedido.

—No, no es verdad, no es verdad—repetía Julia llorando.

—Está muerta, la mató—Zoey lloraba desconsoladamente.

Julia sentía una gran impotencia—ella lo iba a dejar, debí ir con ella—se sentía culpable, Zoey la consoló, le dijo que no podía hacer más, ella no quería que fuese. Dominic llegó por su esposa e hijo, pero no iba solo, Roberto fue con él, quería estar con Julia, ella lo necesitaba más que nunca.

Al ver lo que había echo a Natalia, Jorge había huido, pero se entregó al día siguiente, le dieron veinte años.

El día del sepelio de Natalia, el día se nubló, comenzó a llover mucho, todos los conocidos estaban allí, Julia lloraba desconsoladamente, Roberto la abrazaba, Zoey quiso mantenerse tranquila, pero no pudo, su amiga, la chica pelirroja ya no estaba, no la vería más.

Pensaron que lo difícil era despedirse de ella aquel día del sepelio, pero lo difícil estaba por venir, los próximos días fueron los peores, al ver cada día el lugar vacío recordaban lo pasado, y no podían controlar sus lágrimas.

El Último ViajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora