Decimoquinto plato

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[Jin]

¿Desde cuándo mi habitación no era rosa? ¿Dónde mierda estaba? ¿Por qué me encontraba en una cama exageradamente grande y rodeado de incontables pósters en blanco y negro? Todo era demasiado oscuro, definitivamente no era mi cuarto.

- Ash... – me froté la frente con un quejido, sintiendo una dolorosa descarga recorrerme entero a, intentar incorporarme. Froté varias veces mi sien e intenté levantarme de nuevo, esta vez más despacio, adaptándome al cambio.

Los recuerdos no tardaron en llegar y en consecuencia, yo tampoco tardé en relacionar mi deplorable estado con una resaca. Eso quería decir que había bebido. Eso quería decir que el cuarto en el que me encontraba podría pertenecer a cualquiera. Eso quería decir que podría haber tenido sexo con un desconocido, y eso quería decir tantas cosas horribles que no quería ni pensarlo.

Lo primero que hice fue salir al pasillo y buscar a tientas el baño, encontrándolo rápidamente al final de este. Entré, encendí la luz, y observé horrorizado mi rostro, o lo que quedaba de él. ¡Estaba horrible! Tenía tantas ojeras que mis ojos parecían dos cuencas, y los labios tan resecos que aún gastando todos los bálsamos labiales del distrito, conseguiría arreglarlo. Rápidamente me lavé las manos y la cara, intentando arreglar mi imagen.

- Oh, ya despertaste.

Me giré sorprendido a hacia la voz, tambaleándome brevemente por el brusco movimiento y haciendo que Namjoon me agarrara de un brazo con preocupación al tiempo que cerraba el grifo del agua. Seguidamente me tendió una toalla, la cual agradecí entre balbuceos sin dejar de mirarle.

- ¿E-es tu casa?

- Ajá – rió y volvió a dejar la toalla en su sitio cuando terminé. – ¿No te gusta o qué?

- ¿Nos hemos acostado? –pregunté ignorando su pregunta. Ahora que empezaba a atar cabos, el haber dormido en el piso de Namjoon no aligeraba ninguna de mis preocupaciones por haberle dejado mi culo a su total disposición. Por suerte él negó, saliendo del brazo y haciendo que yo le siguiera hasta llegar a la cocina. Una vez ahí abrió la nevera y sacó un bote de zumo, que sirvió rápidamente en dos vasos. – ¿Y qué hago aquí?

- Perdiste las llaves y te tuve que traer.

- ¿Perdí las llaves? – hice el amago de rebuscar en mis bolsillo, preocupado por la supuesta pérdida, pero la preocupación pasó a otro nivel al notar por primera vez desde que me había levantado, que tan solo llevaba mi ropa interior y la camiseta de ayer puestas. Inconscientemente agarré los extremos de esta y tiré disimuladamente hacia abajo, intentando tapar lo máximo que la prenda me permitiese.

- Supuestamente las perdiste. Luego cuando llegamos a casa y te quitaste la ropa, cayeron del bolsillo de tu abrigo, ese que tantas veces me juraste haber revisado.

- ...

- ¿Qué pasa?

- L-lo siento... – balbuceé avergonzado. Yo mejor que nadie me conocía borracho, y podía asegurar que no era alguien fácil de sobrellevar.

- No digas eso, fue divertido.

- ¿No hice nada raro? – pregunté al tiempo que bebía del refrescante zumo, debatiéndome entre la curiosidad y la preocupación. Por la forma en la que Namjoon sonrió, supe la respuesta antes de escucharle.

- Hiciste muchas cosas, por eso fue divertido.

Decidí no seguir indagando en el tema, al menos hasta que vi un envoltorio de condón sobre la encimera. Me acerqué de inmediato, corriendo a comprobar que no estuviera abierto, que su interior estuviera intacto y fuera de uso. Por suerte, en efecto, así estaba. Aún así lo alcé y miré a Namjoon a la espera de una explicación.

- ¿Qué hace esto aquí?

- A mi no me mires, lo dejaste tú –levantó las manos con despreocupación y volvió a beber de su vaso.

- ¿Yo? – asintió al tiempo que se sentaba sobre la mesa, haciendo que del imapcto el bote de zumo cayera. Por suerte estaba cerrado, así que no montó ningún estropicio. – ¿Qué hice?

- Que no hiciste –respondió entre risas mientras terminaba de colocar el bote nuevamente de pie. Yo casi temblaba de lo que pudiera responderme. Bebí del vaso en un intento de aparentar la tranquilidad que no sentía. – Si buscas también encontrarás más condones por la casa.

- ¿Los dejé yo?

- Viste la caja y empezaste a dejar uno en cada sitio que consideraste adecuado para echar un polvo. –tosí, salpicando varias gotas de zumo antes de tragar, intentando recuperar el control de mi cuerpo. No era incredulidad lo que sentía, era miedo, miedo porque sabía que mi yo borracho era capaz de eso y de más. – Hasta hiciste una lista en la pizarra de la nevera –la señaló y yo dirigí mi vista a ella, encontrándome con la pequeña pizarra de plástico adornada con mi perfecta caligrafía.

- Sitios en los qu...

- Sitios en los que follar con Namjoon, princesa –le miré y soltó una carcajada, probablemente por la expresión que yo debí de poner. Volví a mirar la lista, encabezada por "ducha" y terminada por "lavadora en marcha". Era tan vergonzoso que me podía haber muerto ahí mismo. – Lo mejor es que pretendías probar todos los sitios esta misma noche.

- No.

- Te lo juro.

- Nonononononononono.

- ...

- No.

- ...

- Nono. Cállate. Todo esto es un sueño.

- Te aseguro que no lo es. O si no cuéntaselo a la erección con la que me tuve que acostar anoche gracias a ti.

- ...

- ...

- No hicimos nada, ¿verdad? –volví a preguntar con cautela. En realidad me preocupaba bastante, y no por el sexo, sino porque si algo hubiera pasado, significaría que Namjoon había traiccionado mi confianza, y precisamente eso era lo contrario de las ideas que me hizo el día anterior. Aunque sonara muy exagerado, me sentiría dolido.

- Estabas borracho, obviamente no.

- ¿Me lo juras?

- Te lo prometo –suspiré y me senté sobre una de las sillas, volviendo a beber de mi zumo ahora más aliviado. Definitivamente eso había sido un gran punto a su favor. – ¿La próxima vez tengo permiso para follarte? –le fulminé con la mirada y él rió, volviendo a levantar las manos en señal de paz. – Vale, vale, no te enfades, era broma.

- De todas formas gracias por no aprovecharte.

- Eso es de violadores, Jin – frunció el ceño y chasqueó la lengua, negando repetidas veces. – No caería tan bajo jamás.

- Me alegra escucharlo.

Y sin pensarlo, me puse en pie y le di un beso en la mejilla, sonrojándome yo mismo al instante por mi acto. ¿A qué había venido eso? Demasiado cursi incluso para mí. Seguro que aún quedaba un poco de alcohol en mi cuerpo, seguro que era eso.

- ¿Puedo usar tu ducha? – pregunté intentando aparentar total normalidad. Él asintió boquiabierto, quizás sorprendido por recibir una muestra de afecto de mi yo ebrio. Yo me encontraba igual, solo que mis naturales dotes de actor me permitían disimularlo.

- A-allí, al fondo a la derecha.

- Gracias –hice una pequeña reverencia y me terminé el zumo de un trago, agradecido por refrescar mi garganta, antes de ponerme en camino.

- Ey, Jin, espera –me giré, enarcando una ceja con desconcierto, en el segundo exacto que me acercó a él y besó en los labios. No de forma salvaje, tampoco exageradamente dulce o tierna, un beso normal, solo eso. – De nada.

Un beso que no me podía haber encantado más.

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Subo otros dos capítulos mañana por la mañana, que ya me han vuelto a separar de mi bebé. Mi ordenador es mi bebé. Mi cama también es mi bebé. 

¡Buenas nocheeeeeeees preciosuritas de los bosques del yaoi!

Taste it [Namjin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora