Capítulo 18: El Olimpo.

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Punto de Vista: Capricornio.

— Ya era hora que llegaran tus soldados, Zeus.—dijo Hades. Zeus lo miro mal a este para luego mirarnos a Escorpio y a mi. Su mirada era penetrante, sentía que con tan sólo mirarme sabía todo sobre mi.

— ¿Dónde están los demás?—nos preguntó. Es verdad, los demás dónde está Aries ella estaba conmigo, pero luego desapareció. — Ellos están, en realidad no tengo ni la más mínima idea.—dijo Escorpio.

— Creo que eso no es lo que importa ahora, los podemos localizar con esto.—dije sacando mi móvil. — Yo necesito que nos expliquen ¿qué les pasó?¿Quién es el que hace todo esto?¿Qué quiere?— dije. Era lo más importante porque gracias a quien sea que está haciendo esta catástrofe hemos peleado entre nosotros mismos.

— Todo esto es mi culpa.—dijo Hermes quien estaba todavía en la jaula. — No Hermes esto es la culpa de una sola persona y no eres tu, soy yo.—dijo Zeus ¿por qué? — ¿Por qué te culpas de esto hermano?—fue la primera vez que Poseidón hablo desde que estamos aquí.

— Porque gracias a mi, él está haciendo esto.—dijo. —¿Quién Zeus? ¿Quién?—dijo Atenea. — Ofiuco.—dijo a lo que todos los dioses se miraron preocupados y yo sabía por qué. Yo había escuchado ese nombre, cuando tenía tiempo libre en La Guarida me ponía a leer los libros del sótano.

Había gran variedad de hecho. Como seres mitológicos, plantas curativas, historietas de los dioses, hasta hay historia sobre nosotros, pero había uno que me llamaba la atención sobre los demás. Se llama "La Máquina de Escribir" no tenía autor.

Lo impresionante de este libro es que es un libro sin fin en mi punto de vista y se escribe solo, cada página mostraba miles de historias diferentes de muchos seres vivos y digo seres vivos porque no creo que solamente escriba de humanos. Tal vez todos los seres existentes en el mundo, en la galaxia, en el universo.

El punto es que cada vez que ocurría algo este lo escribió en tercera persona. Recuerdo cuando quería comprobar lo que estaba pasando en el momento en que lo descubrí. A propósito hice algo significativo que cambiará algo; como la opinión de alguien.

Ese día corté un mechón de mi pelo, ahora tenía un flequillo. Pensé que había cometido un error porque el libro seguía igual, pero cuando Escorpio me dijo que me veía diferente. Algo cambió su manera de verme cambio. ¿Cómo lo sé? Pues del libro lo leí.

— ¿Ofiuco?¿Él Ofiuco?¿Ese Ofiuco al que mande a que mataras?—preguntó Hades a Zeus. —Si Hades ese Ofiuco es el de que estamos hablando.—dijo Zeus agachando la cabeza. ¿Qué es lo que está sucediendo aquí? — ¡¿Por qué no lo mataste? Te dije muy bien que él violaba el reglamento. ¡Traía los muertos de vuelta a la vida!—gritó esté.

— Solo creí que tal vez él tenía otras razones para hacer lo que hacía así que lo deje libre.—dijo Zeus. De los errores se aprende escuche eso una vez. Tal vez sólo hay que hablar con él y hacer que razone ¿tal vez?

Punto de Vista: Virgo.

Estaba recostada en el piso al lado de Cáncer. Todos estábamos sorprendidos por lo que nos contaban Escorpio y Capricornio. ¿En serio esto está pasando? — Creo que ya es hora de volver ¿no?— preguntó Libra. — Si eso creo, así que todos al auto, ahora.— ordenó Aries.

— Entonces, ¿encontraron a los dioses y les dijeron que nos veíamos en La Guarida?— le pregunte a Capricornio, me estaba contando todo detalladamente. —Correcto Virgo.—dijo y en realidad no lo puedo creer. Todo lo que hemos pasado para que termine así.

Bueno todavía falta encontrar a Ofiuco. Y sus intentos contra nosotros han fallado y mucho. En ningún momento encontraron el vellocino de oro, y ellos causando desastres por todas partes. Escorpio manejaba hacia La Guarida. Cáncer dormía sobre el ventanal, Géminis, Libra, Piscis y Aries hablaban sin parar; Tauro y Leo dormían ¿abrazados? O eso es lo que parece. Y Sagitario miraba furioso a Acuario y está miraba la calle. Debieron haber peleado de nuevo.

Y bueno yo me encuentro hablando con Capricornio. Todo sobre ese tal Ofiuco me parecía increíble su historia.

Ya estábamos llegado a La Guarida, en realidad ya habíamos llegado. — Aquí tiene el vellocino de oro, señor.—dijo Acuario entregando la capa vaporosa de color blanco con bordados dorados a Zeus.

— Chicos, hay que ir al Olimpo.— dijo este sacando un gran rayo de luz como arma. ¡Oh si nenas! Voy a ir al Olimpo.

Punto de Vista: Tauro.

Nos dirigimos al sótano que encontré con Géminis esa vez. Bajamos hasta todos pararnos al frente del gran mapa de la ciudad.

Todos veíamos atentamente a los dioses que estaban hablando un tipo de idioma diferente. Del gran mapa una luz alumbraba todas las esquinas del lugar. Era increíble.

— Chicos, bienvenidos al Olimpo.— dijo Atenea dándonos el paso al gran camino que parecía no tener fin. Era como me lo imaginaba

El cielo azul, pastos verdes, grandes estructuras de piedra, y no podía faltar las doce sillas de más de 2 metros, pero está vista no duro ni un segundo.

Todo empezó a derrumbarse al frente de todos. Las grandes estructuras de piedra caían a una velocidad imparable. Los pastos eran simples cenizas, el cielo se torno oscuro y las grandes sillas destruidas, todo era un caos.

Grandes hombres aparecieron de la nada, eran más altos y más anchos que los dioses, median como 60 metros de altura y su aspecto era desagradable. ¡Oh no! Esos eran los Titanes.

Sentí un gran miedo en mi interior, pero debía ser fuerte. Tauro tú eres fuerte, eres un toro tú puedes. Todos tenían caras horrorizadas.

Mire a Leo que me miraba preocupado, puede que nos hayamos confesado, pero no significa que deberíamos sentir algo por el otro. ¿No verdad?

— ¿Qué hacemos?— pregunto Escorpio. Nadie respondo, pero la verdadera pregunta era, ¿debemos pelear?

Y para mi la respuesta era sencilla y me imagino que para todos era igual. Empecé a correr tras los grandes hombres que venían contra nosotros.

Sabía que sería difícil, pero un trabajo en equipo siempre es de buena ayuda. Espero que lo hagamos bien esta vez.

Los Elegidos.Where stories live. Discover now