Capitulo 9 El entrenamiento del equipo de fútbol

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Keysi… —escuché y me volteé.
¡Oh, no! —era Ryan.
¿Qué demonios quiere?
¿Cómo sabes mi nombre? —pregunté.
¿Por qué? Es ese, ¿o no? —preguntó acercándose a mí.
Sí, pero los populares nunca recuerdan el nombre de los nerds.
Esas son puras ideas que están en tu cabeza —dijo, acercando un dedo a su oreja y moviéndolo en círculos; luego comenzó a alejarse.
¿Acaba de llamarme loca?
¿A dónde vas? —no era como si me importara. Solo quería saber a dónde iba, tal vez allí estarían todos los alumnos, ya que no había ni uno solo en el pasillo, lo cual era raro, por la hora.
Al patio trasero —respondió de lo más normal.
¿Dónde están todos? —pregunté detrás de él, pero claro, no me respondió y siguió caminando.
***
La maestra dormía tranquilamente recostada sobre el escritorio, mientras yo leía. De algo servía que no estu-

vieran los alumnos. Había un gran silencio, un silencio cómodo. Aunque de igual forma, me seguía pareciendo algo muy exraño.
El timbre de receso sonó. Seguí leyendo el libro; la maestra se levantó luego de escuchar el timbre, cogió sus cosas y se fue. Continué enfocada en el libro, y de pronto, escuché cómo alguien entraba corriendo al salón, con una respiración bastante agitada.
Keysi, va-vamos a la caf-cafetería… —no podía hablar bien, debido a lo agitada que estaba. Parecía como si hubiera corrido un maratón de ochenta kilómetros.
Levanté la vista, encontrando frente a mí a una Melanie muy agitada y, en efecto, parecía como si en realidad hubiera corrido un maratón.
¿Dónde estabas? —pregunté. Me había sorprendido que ella tampoco entrara a clases. Bueno, más bien, nadie entró… a excepción de mí.
Eso no importa, vamos a la cafetería, necesito agua —dijo ya más tranquila.
Dejé el libro sobre la mesa y me crucé de brazos. No iré si no me dices dónde estabas y dónde están todos —dije.
Te lo diré en la cafetería.
¿Por qué tanta insistencia en que vaya a la cafetería?
No hagas preguntas y vamos.
Guardé el libro, cogí mi mochila, pero antes de colgármela, Melanie me cogió del brazo,  llevándome casi a rastras hacia la

cancha de fútbol.
Creí haberte escuchado decir que iríamos a la cafetería
—dije en cuanto me soltó del brazo. Finalmente, me acomodé la mochila.
Te mentí —su cinismo era algo nuevo para mí.
No había nada fuera de lo común; bueno, a excepción de que allí estaban todos los alumnos viendo entrenar al equipo de fútbol.
¿Para eso me trajo aquí? Un momento… Conque aquí estaban todos.
¡Me parecía tan aburrido! Ver entrenar al equipo no era lo más divertido, ni siquiera era entretenido, prefería mil veces más ver una película romántica, incluso una que ya haya visto muchas veces, que estar viendo cómo entrenaban. No lograba entender cómo es que a los alumnos les gustaba eso, aunque analizando, claro que todos preferían eso en lugar de asistir a clases.
Quiero irme —me di media vuelta y Melanie me cogió del brazo regresándome.
¿Por qué no observamos un rato?
Sería fácil decirle que no, pero cuando Melanie se proponía algo, no descansaba hasta conseguirlo, así que de nada me serviría decir que no, porque de una forma u otra terminaría viendo el entrenamiento.
No me quedó otra opción más que quedarme ahí. luego de un buen rato, el equipo terminó de entrenar y todos aplaudieron.
¿Por qué aplaudían? Ni que hubiera sido un partido. ¡Fue sólo un entrenamiento!
De un momento a otro, Melanie ya no estaba, lo que significaba una sola cosa: se había ido con Erick. Esos dos ya habían arreglado sus problemas. Pronto observé a Ryan acercándose.
¿Qué rayos hiciste? —pregunté mientras cruzaba los brazos.
¿De qué hablas? —preguntó confundido.
Nadie entró a clases, y ahora resulta que fue porque estaban aquí.
No tengo la culpa de que todos se enteraran que entrenaríamos todo el día y decidieran venir.
No porque sea el capitán del equipo de fútbol tiene el derecho de hacer eso. Definitivamente, alguien tiene que hablar con él.
¡Hasta el director estaba sentado allí en las gradas, riendo y charlando con la mayoría de las maestras que se encontraba! Eso significaba que no haría nada al respecto.
Además, el entrenamiento es más interesante que las clases —dijo con obviedad.
No para todos —dije.
Pero sí para la mayoría —bufé; él tenía razón. Te propongo algo.
¿Qué cosa? —metí las manos a mi suéter.
Tratemos de llevarnos mejor: Populares y ne… —lo interrumpí.
¡Vamos, solo dilo! Somos nerds.
Y chicos no tan populares —continuó.
¡Qué estupidez más grande! —pensé. No estoy para bromas —dije, mientras daba media vuelta.
No es una broma.
Entonces, la respuesta es no, y finalmente, comencé a caminar.
Ni siquiera me preocupé por Melanie, quien de seguro ya estaba inspeccionando la boca de Erick.
***
¿Cómo se atreve? —preguntó indignado mi padre, dando vueltas de un lado a otro con el teléfono en la mano. ¡No! ¡Esto es inaudito!  No hay excusa, ¿quién se cree? No me importa… ¡Cancélalo! —colgó la llamada, tomó asiento y segundos después, su celular volvió a sonar. Me parece perfecto —su voz ya se escuchaba calmada; claro que sí, será un honor… no, por favor, el gusto es mío… muy bien… entonces, ahí lo veremos, y gracias por su cordial invitación; hasta pronto —terminó la llamada.
Ver a mis papás todas las mañanas era lo que quería, pero no verlos todas las mañanas hablando por teléfono, o revisando cosas de su trabajo.
Se preguntarán qué pasó con la ropa que mi madre me compró. Bueno, fue tan triste, demasiado triste ver cómo la basura se la llevaba lejos, muy lejos, a triturarlos tal vez. Claro, fue triste para mi madre ver cómo la basura se llevaba la ropa que ella me había comprado, mientras que para mí fue muy divertido.
¿Qué fue lo que te dijo? —le preguntó mi madre al hombre con el que ha estado casada por más de dieciséis años.
Estamos invitados a su boda el próximo fin de semana
Debe ser una broma —negó. Tengo que cancelar muchas cosas —miró a mi padre; pero sé que valdrá la pena. ¡Por fin, Dante se va a casar! —exclamó con una sonrisa en su rostro.
Dante era un amigo de mi padre, con el cual había hecho negocios muy importantes.
Mamá, me pasas la sal —pedí, pero me ignoró. Papá, me pasas la sal —pedí, y me la pasó mientras revisaba nuevamente su celular.
Necesitas ir a comprar un vestido —me dijo mi padre. Dante nos invitó a tu madre, a ti y a mí; no le podemos fallar.
Pero yo odio los vestidos —dije.
No es que te gusten o que los odies; te vas a poner uno ese día.
***
Últimamente no paraba de pensar en lo que había dicho Ryan. No estoy de acuerdo, los populares y los nerds jamás nos llevaríamos bien, pero por alguna razón que desconocía, comenzaba a creer que no debí responderle así.
¿Qué haces? —preguntó la pelinegra, sentándose a mi lado.
Pensaba en la tarea —mentí.
¿En la tarea? ¿O en alguien? —por algo es mi mejor amiga. Esta chica me conoce muy bien.
¡Melanie! —rio y encogió los hombros.
El timbre sonó y nos levantamos del césped para dirigirnos al salón.
Te veo en tres minutos, voy al baño.
Me parece bi… —no terminé, porque ya se había ido.
Melanie se fue directo hacia donde estaba Erick. ¡Vaya! ¡Ese es el baño! No me quiero imaginar cuál será el patio trasero —reí ante mis pensamientos y entré al salón. No había nadie, me regresé hacia la puerta y de pronto choqué con alguien.
Ryan estaba parado frente a mí.
Keysi, este es el momento —pensé.
Yo… yo... quiero pedirte una disculpa por hablarte así la última vez. No debí hacerlo y si quieres, puedo seguir dándote tutorías —era lo mínimo que podía hacer después de lo que dije.
Está bien —dijo a secas.
Me senté en mi lugar, no muy convencida. Nadie más entraba, saqué un libro y al instante Ryan se sentó a mi lado. No era muy cómodo que el chico más popular de todo el instituto se sentara junto a mí.
¿Qué? —pregunté al notar su mirada fija en mí.
Tienes unos ojos muy bonitos —dijo, con un rostro algo serio; parecía tan convincente.
Gracias… supongo… —Ryan miró hacia la puerta y después regresó su vista hacia mí, entonces comenzó a acercarse más a mí. ¿Qué haces? —dije.
Guardó silencio por un minuto y se alejó unos centímetros sin levantarse de la silla.
Intento… quiero ser tu amigo.
El chico más popular de todo el instituto me acababa de decir que quería ser mi amigo. Eso era algo sorpresivo para mí. Yo no era la típica chica con muchos amigos, de hecho, solo tenía a Melanie y un viejo amigo, del cual hacía tres años que no sabía nada, ya que se había ido a estudiar a Londres, por lo que solo quedaba Melanie y Lupe; se podría decir que ella era mi amiga, incluso Luke, pero después de ellos, no tenía más amigos… a no ser que contemos los libros, porque si fuera así, entonces tendría muchos.
¿Quién querría ser amigo de la nerd del instituto? Pudiendo tener a todos obedeciendo sus órdenes, se fue directo hacia la nerd. ¿Por qué? No había ningún problema, pero me parecía un poco extraño. Nadie en su sana existencia quisiera ser mi amigo. Bueno, la diferencia de Melanie es que no era tan diferente a mí.
Después de tanto pensar, sonreí —supongo que podemos ser amigos.
La maestra entró y Ryan se levantó. Los alumnos comenzaron a llegar y él se fue a su lugar. Melanie entró y tomó asiento a mi lado, traía una gran sonrisa en su rostro, pero no le pregunté por qué, ya que me imaginaba la razón.
La clase comenzó. Había sido un tanto interesante, como

siempre. La maestra, Maggie, explicaba muy bien las cosas, tanto que te daban ganas de aprender… o, bueno, tal vez solo a mí. La clase terminó y todos corrieron empujándose hacia la puerta.
Me levanté y Melanie también lo hizo; cogí la mochila y la acomodé sobre mis hombros. Cuando la puerta ya se encontraba más sola, caminamos hacia ella, pero la maestra nos dio un ligero empujón y salió casi corriendo; pude escuchar cuando decía “¡al fin, malditos demonios!”, al parecer, ni a ella le gustaba dar clases. Ambas nos encogimos de hombros y salimos.
Las porristas caminaban desesperadas hacia el patio trasero y el equipo de fútbol pasaba corriendo desenfrenadamente hacia la cancha.
Caminamos hacia la salida, en donde el chofer nos esperaba. Luego de dejar a Melanie en su casa, condujo hasta la mía. Bajé del auto y entré a la casa, en donde inmediatamente me encontré con mi madre y dos mujeres más, sentadas en el sofá de la sala principal.
Ella es Keysi, mi hija —se levantó del sofá y caminó hacia mí, me cogió del brazo y me llevó hasta las mujeres. Sé amable —me susurró.
Creo que esto será muy difícil —dijo una de las mujeres, mirándome. Difícil, pero no imposible —dijo la otra. Bien, pongamos esto en marcha —ambas se miraron y después me vieron a mí, se levantaron y me examinaron por completo, me quitaron el suéter y lo tiraron a donde cayera, me tomaron medidas de todos lados y sacaron algunos vestidos.
¡Mamá! —exclamé molesta. Le había dicho que no la acompañaría a esa estúpida boda, y mucho menos me pondría un vestido.
Es por tu bien; además, no dejaré que faltes, él es muy importante y no quedaré mal por tu culpa. Si no te pruebas estos vestidos, te juro, Keysi Ford Lookwood, que nunca más volverás a salir de esta casa, más que para ir al instituto —puedo vivir con eso, pensé. No —sonrió; mejor aún, nunca más volverás a ver un libro en tu vida.
No puedes hacerme eso —no era mi miedo más grande, pero sabía lo duro que sería para mí.
Claro que puedo, ¡soy tu madre! —Cuando te conviene, susurré.
Cogí algunos vestidos y entré al baño. Me probé casi todos, hasta que vi uno azul pastel, que llegaba por debajo de las rodillas, sin escote y con tan solo una manga de encaje, sencillo.


Disponible por Amazon en formato físico y digital.

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You Are My Nerd [Completa]Where stories live. Discover now