Capitulo 24 Un pequeño cambio

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Luke BlakeEstiré mi brazo, esperando a que ella lo sostuviera

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Luke Blake
Estiré mi brazo, esperando a que ella lo sostuviera. Necesitaba sacarla de allí, de lo contrario se caería, y yo no quería eso.
Cerró los ojos y estiró su mano hacia mi brazo, la cogí inmediatamente y me sostuve de uno de los columpios con el otro brazo; jalé fuertemente, intentando levantarla.
Estiré con la suficiente fuerza, haciéndome para atrás; estiré con mayor fuerza, hasta que finalmente logré levantarla poco a poco, mientras me iba haciendo hacia atrás, atrayéndola conmigo; finalmente caí a tierra, haciendo que ella cayera sobre mí.
Ella estaba bien y eso era lo único que me importaba.
Keysi —hablé, sintiendo su peso sobre mí. ¿Estás bien?
Llevó ambas manos a mis costados, intentando levantarse.
Luke —susurró. Me salvaste.
¿Y cómo no hacerlo? No solo porque fuera mi trabajo y tuviera la obligación de protegerla, sino también por el hecho de que Keysi me importaba y jamás me perdonaría si algo malo le pasara.
No podía seguir mintiendo, Keysi no podía creer todo lo que le había dicho, era muy inteligente como para creer eso.
Pues, somos amigos, ¿cierto? —dije.
Sonrió y lentamente fue levantándose.
Luego de que se reincorporara, yo también lo hice y me sacudí, ya que estaba sucio y lleno de tierra ante la caída; además, aparentemente, rompí la manga de la camisa por aferrarme al

columpio, pero todo lo valía porque ella estuviera bien.
Sabía que algo andaba mal. Realmente eres mi amigo, eres un tonto por hacerme creer que no —golpeó despacio mi hombro.
Nunca dejaremos de serlo, tú me importas mucho y te quiero, pero tu madre… —me interrumpió.
Ella es una bruja.
Ambos reímos y después de unos segundos abrió los brazos, no tardé mucho en entender y la abracé.
No podemos contarle de esto a nadie.
Quería a Keysi, pero si su madre se enteraba, me despediría, y eso involucraría no volver a vernos.
Será nuestro secreto —susurró en mi pecho.

Keysi Ford:
Era eso lo que esperaba, recuperarlo; sabía que mentía y que en el fondo aún me tenía el mismo cariño que yo a él.
Tengo que llevarte a casa —ambos reímos y me separé de él.
¡Vamos! —sonreí. Estaba muy feliz.
***
¡Melanie! —estaba tan emocionada que quería gritarlo, tenía que contárselo a alguien y ella era mi mejor amiga; estaba segura de que guardaría el secreto.
Subí las escaleras corriendo hasta llegar a mi habitación; abrí la puerta, encontrando a Melanie llorando aun, realmente no imaginaba que le dolería tanto, tenía que superar a ese idiota, no podía aferrarse a alguien como él, solo la había lastimado.
Algo dentro de mí creció. Ese tonto andaba feliz de la vida, mientras que Melanie lloraba por él; tenía que hacer algo, no permitiría que anduviera por ahí como si nada.
Me acerqué lentamente a ella; pareció notar mi presencia, ya que comenzó a limpiar sus lágrimas, acomodándose para sentarse sobre la cama. Se giró a mirarme y sonrió, me miró por unos segundos y luego abrió la boca en una perfecta “o”, y sonrió

aún más ampliamente.
¡¿Qué te hiciste?! —preguntó, mirándome con sorpresa.
Era como si se hubiera olvidado de todo y, por obvias razones, eso me hizo sentir mejor. Prefería verla así que llorando.
Un pequeño cambio —respondí sonriendo y encogiéndome de hombros.
Un cambio que no duraría mucho, además, no estaba completo. Era un cambio limitado, pero por verla emocionada, no le diría nada.
Había insistido tanto en que cambiara un poco… debo admitir que me sentía bien conmigo misma, aunque a la vez, me sentía muy extraña.
Abrió los brazos y amplió mucho más la sonrisa. Se acercó a mí rápidamente y me abrazó fuertemente; correspondí su abrazo y comenzó a apretarme con más fuerza.
Te ves genial —susurró cerca de mi oído.
Estuvimos haciendo la tarea, la cual le tuve que pasar para que no se atrasara, después me recomendó un libro que insistió en comprar por Amazon, por lo que acepté para leerlo en otro momento. El libro se llamaba “Ciudades de papel”, y la razón por la que me lo recomendó es porque era de sus favoritos; me contó que no paró de leerlo hasta terminarlo en tan solo dos días.
Hay libros que son tan adictivos…
Luego de eso, bajamos hacia el comedor; ya era de noche, así que le pedí a Melanie que se quedara a dormir y no se negó. Había estado más tranquila desde que llegué, así que no quería sacar el tema, intentando desviarlo con cualquier otra cosa, no quería verla llorando de nuevo.
Hola señor —saludó mirando a mi padre, quien leía la sección de deportes en el periódico.
Las personas normales lo leen por las mañanas, pero él lo lee en la noche; siempre está ocupado en algo, aunque sean cosas sin importancia.
Melanie —saludó, sin mirarla y ambas nos sentamos sobre las sillas que estaban alrededor de la mesa.
No puedo creerlo —mi madre entró con el celular en la mano, para inmediatamente pegárselo a la oreja. Sí, no se preocupe, estaremos bien —hizo una larga pausa con una falsa sonrisa; ¡siendo la burla de todos! —le gritó al teléfono y después colgó, dejándolo sobre la mesa.
Hola señora —saludó Melanie con una sonrisa y mi madre la miró.
Hola Melanie —me miró y después miró a mi padre para regresar rápidamente la vista hacia mí. ¿Keysi?
¿Sí? —respondí con normalidad.
¿Qué te hiciste?
Pensé que le agradaría, ella era una de las que más habían insistido en que me hiciera esto.
Un cambio. Era lo que querías, ¿no? —suspiró y sonrió.
Te ves mejor así que con esa ridícula ropa holgada.
Y aquí vienen de nuevo sus ridículas y absurdas leyes de la moda. A veces pienso que debería postularse para presidenta o policía de la moda. En eso sí tendría todo el derecho de cambiar a quien quisiera y poner multas por la vestimenta.
Durante la cena, la pasamos tranquilamente; mi madre sonreía mucho y, si le pedía el salero o una servilleta, inmediatamente me la pasaba, se estuvo comportando muy extraña. Mi padre estuvo enfocado en el periódico sin quitarlo de su vista, ni siquiera comió nada. Melanie se mantuvo en silencio sonriendo; yo hice lo mismo de siempre: comer tranquilamente, como si estuviera sola.
Melanie, ¿me pasas un tenedor, por favor?
Yo te lo paso —interrumpió mi madre por quinta vez.
Se levantó en busca del tenedor y regresó para entregármelo y después sentarse.
Gracias —respondí de manera dudosa nuevamente por su comportamiento.
Luego de que termináramos de cenar, Melanie y yo nos fuimos a mi habitación y vimos una película; le presté un pijama y, ya que no quería hablar, nos acostamos.
La luz del sol comenzaba a entrar y abrimos nuestros ojos; tomé una corta ducha; Melanie se fue inmediatamente a su casa para darse un baño y vestirse; quedamos de vernos en el instituto.
Me hice la misma trenza de siempre, por un lado, y me coloqué las gafas. No quería cambiar totalmente, solo quería cambiar mi vestimenta, creo que era lo adecuado; usar la misma ropa holgada de siempre no sería lo mejor.
Bajé las escaleras con la mochila en mis hombros y me encontré a mi madre sentada en el sofá, leyendo una revista muy entretenida; suspiré al ver que era sobre sociales y pasé frente a ella sin decir nada.
Keysi —llamó mi atención y me giré para mirarla.
¿Sí?
¿Qué fue lo que te motivó a cambiar? —preguntó, colocándose de pie para acercarse a mí.
Era el momento perfecto, si metía a Luke en eso, mi madre pensaría que era una buena influencia para mí, y lo dejaría ser mi amigo… a quién engaño, mi madre es una bruja y jamás me dejaría tener alguna clase de relación amistosa con él.
Melanie —respondí.
Esa muchacha es una buena influencia —dio media vuelta y volvió a sentarse con una gran sonrisa en su rostro.
Buena influencia para mi madre era tener buen gusto en modas, comida, peinados, ser elegante, distinguida… ser perfecta. Eso era lo que para ella significa ser una buena influencia; yo trataba de no hablar mucho con Melanie frente a ella, o pasaría lo mismo que con Austin.
Luego de que Austin se fuera a New York, mi madre me decía que no importaba, que encontraría a nuevos amigos y que Austin no era una buena influencia para mí, por la forma en la que se vestía.
¡Era solo un niño!
Al parecer, para ella no había excusa, aunque se tratara de un niño o de un bebé. Y después de lo que pasó en la boda, es mejor no recordarle a Ryan.
Miré mi vestimenta y me decidí por el pantalón blanco junto con la blusa negra, y mis Converse del mismo color. Ese ya era un cambio radical —al menos para mí.
En ese instante, recordé las palabras de Lindsay en la fiesta: “Aunque la nerd se vista de seda, nerd se queda”.
Durante el camino me mantuve en silencio, porque extrañamente, mi madre subió al auto ya que, según ella, iría a visitar a una de sus amigas, así que Luke y yo no pudimos cruzar palabras.

You Are My Nerd [Completa]Where stories live. Discover now