Catorce

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Desde que desperté he estado llamando a mi padre sin obtener respuesta. Me preocupa porque él siempre avisa si tendrá una vuelta extra, si dormirá en un hotel o se fue con sus compañeros a beber una cerveza.

Y anoche, nada.

Lily no le puso mucho atención cuando salió y no está segura si lo vio llevarse su pequeña maleta de viaje. Sólo espero que esté bien y pronto se reporte.

Bajo del auto y tomo carrerilla para alcanzar el elevador, no quisiera esperar hasta que esté vacío, y afortunadamente lo alcanzo. Saludo a un par de chicos que conozco y charlo con Liz hasta que llegamos a la planta.

Normalmente no hablo con nadie pero trae una falda bonita y necesito distraerme, así que le pregunto dónde la compró. Me dice el nombre de la tienda e indicaciones cuando le digo que no tengo idea del lugar. 

Se ríe de mí y yo también, y por un momento siento que mis problemas se disipan.

Durante la mañana avanzo todo lo que puedo con mi trabajo pendiente y adelanto otro tanto, pago unas facturas pendientes de la casa y llamo a Larissa las suficientes veces como para parecer una acosadora.

Le dejo un mensaje de voz donde pregunto si me envió la dirección para vernos ahí y no en la cafetería, y le pido que me llame. Pero el día transcurre y no me regresa la llamada; aunque me extraña, pronto dejo de pensar en eso por lo que ahora tengo que hacer.

Ryan entra y se deja caer en una silla frente a mi escritorio con un suspiro, me levanto y me acerco a él besando su mejilla. Con media sonrisa, me tiende los papeles que trae en la mano. Los tomo y me apoyo en el escritorio.

—Estos son todos los que encontré con la descripción que me diste —dice y sus cejas se unen—. Un dragón azul, letras blancas —los miro con atención—, deberían ser más originales; más de seis negocios en el área con el mismo logo es pésima publicidad —Me rio y señalo cuatro.

—Estos se parecen más, creo que serán los primeros que visite —Él se pone de pie y se para frente a mí. 

—Pues, ¿qué estamos esperando? Vamos —Le sonrío dulcemente y niego.

Le pedí ayuda para investigar pero cuando me preguntó si podría acompañarme tuve que negarme y no lo quiso aceptar. Al menos quiero hacer esta parte sola.

—Ya te dije que no es necesario, voy a estar bien —aseguro.

—Déjame acompañarte —pide. Suspiro y bajo la vista a los papeles. 

—No, estaré bien. Lo peor que puede pasar es que encuentre lo que estoy buscando —digo amargamente mientras leo las direcciones de los locales por si me parecen familiares.

—Temo por ti, Cassie —La voz suave de Ryan me hace levantar la mirada, me encuentro con la intensidad de la suya—. Tengo miedo de lo que vas a enfrentar y cómo vaya a afectarte —da un paso hacia mí y trago saliva—, a que me excluyas cuando más quiero ayudarte —Me permito perderme en su mirada unos segundos antes de posar mis ojos en otra parte.

Me retiro del escritorio y lo rodeo para tomar mi bolso, colgándomelo al hombro y sintiendo mi corazón latir con velocidad. Puedo ver por el rabillo del ojo que se pasa la mano por el cabello e intento no sonreír. Me acerco a él y pongo mi mano sobre su pecho, sintiendo su pulso acelerado contra las yemas de mis dedos.

—No podría excluirte —digo mirándolo a los ojos—, te necesito. Sé que estarás ahí al final del día manteniéndome cuerda y no sabes cuánto lo agradezco. Además eres, literalmente, la única persona en la que confío plenamente —Sonrío—. Pero tengo que hacer esto sola.

Susurros ©Where stories live. Discover now