Treinta y cuatro

2.1K 329 25
                                    

Estoy sentada en medio de mi cama con las piernas cruzadas y mirando mis manos casi sin parpadear.

Al parecer ya me he bañado y cambiado porque mi cabello está húmedo, mi cara limpia y mi ropa también aunque no lo recuerdo.

Mis dedos están fríos y me arden los ojos por tantas lágrimas que derramé. También por el inmenso sueño que tengo que no he podido calmar. Está bien, estar tranquila es lo único que importa.

Exhalo cansadamente y paso mis dedos por mi tatuaje una y otra vez. Recuerdo la cantidad de veces que he hecho esto con lágrimas en los ojos por el dolor que me causaba verle.

Ahora no siento nada.

Cierro los ojos cuando mi móvil empieza a sonar otra vez. Lo ha estado haciendo por casi una hora. Exhalo afligida y lo tomo para rechazar la llamada y apagarlo porque sé que pronto llamará otra vez. Antes de hacerlo veo uno de sus tantos mensajes.

«Lo prometiste, Cassie. Prometiste no ocultarte de mí. Por favor, responde.»

Siento mi corazón acelerarse adolorido pero pronto ralentiza su bombeo haciéndome suspirar resignada. Él no lo entiende, ya hizo todo lo que podía hacer por mí. 

«Si en otra vida te encuentro, me permitiré amarte como lo mereces, Ryan. Sin miedo, y profundamente».

Mis ojos escuecen pero no lloro, me doy cuenta de que estoy sonriendo. Veo la hora y apago el celular cuando el mensaje ha sido enviado, dejándolo sobre la cama. Respiro hondo y me pongo de pie. Estoy lista.

Todo está oscuro y silencioso aquí dentro pero afuera los relámpagos destrozan el cielo sin piedad.

Cruzo el pasillo y me dirijo a la habitación de papá. Trabajar jornadas de más doce horas le provoca problemas para dormir, él cree que no lo sé pero usa somníferos fuertes para conciliar el sueño.

Atravieso el cuarto en la penumbra y me voy directo a su mesa de noche pero no logro encontrarlas. Miro a mi alrededor, nosotras no entramos aquí así que no creo que sea tan cuidadoso sobre dónde esconde las cosas.

Abro la puerta corrediza de su armario donde sólo vislumbro tres cajones. En uno está su ropa interior y en otro un montón de camisetas mal dobladas que ocultan muchas cajas de preservativos. Me descoloca ese hallazgo pero lo ignoro.

Tengo que agacharme para abrir el tercero pero se me dificulta, no se abre. Frunzo el ceño y me acerco al interruptor para encender la luz. Regreso frente el cajón y me siento en el suelo notando que no tiene cerradura, seguro algo de lo que está adentro me bloquea al estirarlo.

Agito el cajón hacia arriba y abajo y después jalo, repitiendo la acción cuando no se abre.

—Vamos, no puedo perder tiempo —murmuro mientras estiro con fuerza. Me burlo del cajón cuando consigo abrirlo y advierto una caja de madera vieja adentro, grande, por la que deduzco el cajón se atoraba.

Dentro del cajón del armario sólo hay mapas, una linterna sucia, periódicos viejos, nuestros registros de nacimiento e infracciones sin pagar. 

No importa, la caja de madera es lo único que tiene mi atención ahora.

La saco con un resoplido y la abro sin vacilar, tampoco tiene cerradura. Encuentro las pastillas, hay un cilindro lleno y tres a medias. Tomo el lleno y lo agito victoriosa. Pretendo guardar la caja pero mi curiosidad se enciende al notar lo que parecen ser cartas.

Decido que aún tengo tiempo para examinar su contenido y saco la que está arriba.

—No es cierto —musito cuando veo el remitente. La abro rápidamente, apreciando que es de hace un mes, y devoro sus letras.

«Dejo esta nota sobre tu camioneta esperando no la tires creyendo que es una multa.

Ya pasó un año John, desde que te informé sobre la muerte de Verónica, y he esperado pacientemente tú respuesta. No te he buscado ni llamado como prometí, pero el que mi hermana no esté cambia nuestro acuerdo.

He cumplido con nuestro trato limitándome a ver a las chicas de lejos, pero no es suficiente. No importa lo difícil que resulta ver a Cassidy; es tan parecida a ella que duele pero aún así quiero tratarla.

Quiero estar con las chicas, quiero cuidar de Lily, vigilar a Cassidy. ¿No crees que es justo que ellas decidan? Deseo decirles tantas cosas.

Nos informaron que mi hermana tuvo una visita en el centro de rehabilitación antes de quitarse la vida, todavía estamos investigando porque no hay ningún registro. ¿No te parece extraño?

Cuando por fin llegó a un punto estable...

Lo que quería decirte es que si no sé nada de ti pronto, las buscaré, tal vez sea tiempo de que sepan la verdad sobre lo que pasó con su madre. No quiero que siempre la desprecien por abandonarlas, tú y yo sabemos que fue lo mejor. Odio la idea de que su tumba sea visitada sólo por mí.

Han pasado tantos años, John, ¿no crees que es tiempo de cambiar nuestro acuerdo?

Considéralo, tú conservaste a las niñas y yo perdí a mi hermana.

Larissa A.»

No respiro.

Intento apaciguar la agitación que reverbera en mi interior respirando profundo. Consigo calmar mis emociones pero a mi cerebro no, él sigue procesando la información.

Mi madre está muerta.

Larissa y mi padre se han contactado.

¿De qué maldito trato están hablando?

Susurros ©Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang