PARTE CUARENTA Y CINCO

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Las horas se hicieron eternas metido en ese cuarto sin ninguna forma de saber cuanto tiempo había pasado.

Ya nada importaba, tal vez y con aquello In Soo los deje libres.


Se quitó los mechones de cabello de la cara, tenía calor, la cama parecía arder debajo suyo. Quitó la sabana que se encontraba alrededor de sus piernas impidiéndole moverlas.

Se sentó en la orilla y se agacho para recoger del suelo su bóxer, se lo puso con cuidado, las mordidas aun dolían sobre su entrepierna al igual que las quemaduras y las cortadas.

Salió de la habitación y caminó despacio por el suelo lleno de tierra y colillas de cigarro. El sol entraba por la pequeña ventana alumbrando un poco la estancia con los sillones fuera de su lugar y botellas de cerveza y alcohol sobre la mesa del comedor. Los hombres del matón se habían divertido demasiado.

Apestaba a sudor y a sangre, pero la casa esta vacía.

Se encaminó hasta el otro cuarto para ayudar a N. Lo encontró acostado en la orilla de la pequeña cama, con las manos amarradas por detrás de su espalda y amordazado. Estaba despierto cuando entro a la habitación, sus miradas se encontraron y ambos vieron el vacío tan profundo que había en sus ojos. 

Sin decir una sola palabra, lo ayudó como mejor pudo con sus heridas y salieron de ahí dejando atrás lo que había pasado.


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Leo salía de bañarse para ir a la empresa de su padre cuando Hong Bin le llamó por teléfono. 

-Desde que andas de novio no se te ha visto. Maldición, yo soy tu amigo.

Era cierto, se alejó de todos aún más de lo que ya lo hacía. Su tiempo completo se lo dedicaba a Won Sik, no le gustaba separarse de él, sentía como si fuera a desaparecer como la ultima vez, eso le daba pavor.

-No hagas un drama Hong, estoy ocupado, no todo es mi novio. No exageres.

Escucho que del otro lado del teléfono Hong Bin rechistaba.

-Perfecto, ábreme otra vez, ya estoy acostumbrado. 

-¿Qué pasa contigo?

-Nada.

-No te creo, ¿Qué pasa?

-Nada.

-Si no me dices colgaré.

-...

-¿Es en serio? correcto, te cuelgo.

-Ya, quería salir contigo a tomar algo pero... está bien, ya no te molesto.

-Sí, ya no molestes.

Y le colgó sin esperar una respuesta.


Llegó puntual a la cita con su padre en su oficina. El edificio de oficinas era por demás uno de los mas completos debido a la cantidad de empresas que tenían ahí parte de sus sedes.

La secretaria que lo recibió era nueva, ninguna chica duraba mas de 1 año trabajando para su padre, tenía fama de ser alguien completamente detestable y nada fácil de tratar.

-Por favor pasa y toma asiento, el sr. Jung no ha de tardar. La junta termino hace 10 minutos.

-No hay problema.

La chica lo miró con el mismo magnetismo que provocaba y salio casi dando un traspié por desconcentrarse al verlo.

Leo permaneció quieto en la sala en medio de la oficina cubierta de cuadros y alguna plantas. Sabía que su padre estaría por llegar por lo que se abstuvo de distraerse, su padre odiaba verlo con el celular.

La puerta de repente se abrió dando un portazo que lo asustó. Su imponente padre entró a la sala seguido por un joven que Leo conocía como uno de sus inversionistas. Muchas veces lo había comparado con él debido a que tenían la misma edad y Junsu, como se llamaba el joven, ya era un gran aportador en capital para la empresa tan grande como la que poseía la familia Jung.

Se levanto en cuanto lo vio y camino detrás suyo hasta llegar al enorme escritorio. Su padre tomó asiento en su lugar y Junsu y él permanecieron parados cada uno en cada polo del escritorio.

-Junsu, la salida del mercado implica muchas desventajas dentro de nuestro rango. Será mejor que le expliques al contador la propuesta tan excelente que hoy propusiste y me envías el informe para darle una hojeada. 

-Claro que sí sr. Mañana mismo lo tendrá en su oficina y me disculpo, veo que tiene hoy una visita especial. -Terminó de hablar y se volteó para irse, pero antes miró a Leo dándole una enorme sonrisa.

Salió dejándolos en silencio.

-Siéntate hijo.

Leo obedeció y solo entonces lo vio a los ojos.

Su padre estaba abriendo uno de los cajones de donde pudo observar estaba sacando un sobre negro de tamaño grande, le quito el seguro y saco un montón de fotografías que aventó en el escritorio esparciéndose frente a Leo quien a primera vista no identificaba nada, hasta que se dio cuenta que en las imágenes estaban él y Won Sik.

Todas las fotos estaban tomadas desde lejos y en momentos comprometedores, estiró una mano y comenzó a ver las que estaban debajo. En muchas de ellas se les veía abrazados o tomados de la mano, pero había otras que atentaban con su intimidad ya que los mostraba besándose e incluso estaban 4 imágenes tomadas a través de la ventana de la casa de Won Sik, donde se les veía teniendo relaciones.

Sus propias manos comenzaron a temblar. Tomó esas mas perturbadoras y las bajó hasta su regazo, ocultándolas.

-Quiero que las expliques, aunque sería una tontería pedírtelo. Todo está claro.

Sintió una enorme opresión en la cabeza que lo estaba mareando. No quería mirarlo.

-No imaginé siquiera, no se me ocurrió que mi hijo, mi único hijo fuera un maldito... un asqueroso maricón. -La fuerte y autoritaria voz de su padre estaba acusándolo de una manera tan despectiva que el poco coraje que le quedaba, se esfumó. -Una porquería de ser humano... estoy tan sorprendido de saber que eres un desgraciado y sucio maricón.

Palabras duras para un débil corazón.

-Padre... yo, solo por favor. -Alzó los ojos para encararlo, pero se encontró con dos esferas de fuego. -Déjame explicarte.

-¡¡NO!! Cállate, no dirás nada. Solo harás una cosa y no habrá mas discusión.

-Por dios padre, tienes que escucharme...

-¡Cállate! he dicho. Desde hoy quiero que dejes de ver a ese maldito adicto de porquería de la calle.


TORTURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora