PARTE CINCUENTA Y OCHO

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Las cosas buenas son solo cuestión de suerte. Nadie tiene conciencia de que la buena fortuna solo es para unos pocos.

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Sintió frío en las extremidades, las tenía acalambradas.

Movió con cuidado la mandíbula, la tenía muy adolorida. Chasqueó la lengua, el desagradable sabor agrío seguía ahí. Se le revolvió nuevamente el estómago, la cabeza le dolía, el pecho le latía descontrolado y las ganas de vomitar junto con el frío no fueron buena combinación.

La luz de la lámpara era muy cegadora, el olor a desinfectante era penetrante. Sus piernas no le respondían, el brazo izquierdo le dolía y sentía que se moría. 

Todas esas sensaciones eran muchas para soportarlas juntas.  

Intentó levantarse un poco, la espalda estaba matándolo pero la aguja en su brazo lo detuvo. Suspiró para sus adentros.

Trató de calmarse, de tranquilizarse. Seguía desorientado.

El corazón le latía apresurado sobre su pecho, haciéndolo percibir todo con ansiedad. 

¿Cuánto tiempo tenía ahí?

¿Qué había pasado?

La mano derecha se la llevo hacia su abdomen, tocándose. Movió como pudo las piernas y se alegro de que le funcionaban. El brazo izquierdo le lastimó por lo que lo dejó quieto.

No se tocó ninguna herida u operación, solo era la resaca y la desintoxicación lo que le hacía sentirse que se moría. Las manos le comenzaron a temblar y un sudor frío comenzó a empapar la bata del hospital.  Tenía mucha sed.

"Conserva la calma, respira. Solo es tu cuerpo necesitando más droga". Se dijo.

La taquicardia se volvió más intensa, se imaginó atrapado en esa cama, sudando y temblando descontroladamente. 

No lo soportó más y se levantó, desconectando el suero de su mano y el respirador de su nariz. Se sentó en la cama para quitarse el oxímetro y poder caminar a tropezones hasta el baño, se agachó en la taza y vomitó una baba amarillenta, su estómago estaba tan sensible que cada que se contraía para vomitar, le hacía sentir que se desagarraba por dentro.

El sudor le caía por la frente, su cuerpo seguía tratando de expulsar todo lo que su estómago tuviera pero solo le salia saliva sin nada más. 

-¿Estás bien? Enfermera ayúdeme a levantarlo. -Escuchó decir pero sus ojos vidriosos le impidieron ver quien era.

Los temblores le mantuvieron quieto sobre el piso mientras respiraba fuerte para que las nauseas se fueran, alzó los ojos y vio a una enfermera agachándose a su lado para ayudarlo a levantarse.

-Ven, te ayudo a regresar a la cama.

Ravi se apoyó en la señora y el doctor que con mucho cuidado lo llevaron hasta acostarlo. 

-Me hubieras llamado, ¿Cómo te sientes? -Preguntó el médico mientras le revisaba el pulso.

Se aclaró la garganta antes de hablar, el mal sabor y el descontrol de su cuerpo lo estaban desesperando. Quería regresar al baño y seguir vomitando.

-¿Que pasó? ¿Por qué estoy aquí?

La enfermera le ayudó a conectarse el suero sobre la vena mientas le limpiaba la sangre que se había escapado cuando se lo quitó. 

-Tuviste una congestión alcohólica, tienes 1 día inconsciente. Se te hizo un lavado de estómago pero nada más. Estas fuera de peligro. Lo más importante ahora es que te desintoxiques.

-No recuerdo nada ¿Cómo llegué aquí?

-Llegaste con un chico que te trajo junto con la ambulancia. Fuiste internado de inmediato, además, más de tus amigos están ahí afuera preocupados por ti.

Los pensamientos de Ravi solo iban dirigidos a una persona en especial.

-No tengo a nadie... -Respondió casi en un susurro.

-¿Cómo dijiste?

-Nada, quien sea que estén afuera dígales que se vayan.

Imaginó que estarían N y Ken afuera, pensó que lo más probable y quien lo encontró fue N, últimamente iba y se quedaba en su casa, no se hablaban, no se miraban y ni se hacían caso, pero él cada día iba y se quedaba a dormir en la sala y por la mañanas desaparecía hasta la noche que volvía a verlo. Le llevaba comida y dinero cada día sin decirle nada. Ravi lo vio como una forma de querer hacer las pases, pero no le interesaba nada que tuviera que ver con ese pequeño monstruo que siempre terminaba destrozando su vida poco a poco.

-¿No quieres ver aunque sea a tu novio?

Los ojos se le abrieron por la sorpresa, nuevamente sólo pudo pensar en una persona.

"¿Será él?, ¿Será mi Taek?"

-¿Cómo dice? -Preguntó al doctor.

-Sí, tu novio. Están allá afuera 5 personas y uno de ellos me dijo que es tu novio, nadie se ha movido de la sala de espera, es más, al parecer él fue el que firmó tu hoja de ingreso... espera. -El hombre revisó cada una de las paginas que traía en la mano. -Aquí esta, firmó: Jung Taek Woon.

El corazón se le detuvo.

Percibió mas frío.

Los ojos se le llenaron de lágrimas.

-¡Quiero verlo! -Dijo casi en un grito. -Dígale que quiero verlo, déjelo pasar. Necesito verlo para hablar con él. ¡Déjelo pasar!.

Era tanta su emoción y su desesperación que se estaba levantando jalando la aguja que le pinchaba la vena con el suero.

-Tranquilízate, espera un minuto, te estas lastimando. -Se le acercó y con cuidado lo empujó para acostarlo, le acomodó nuevamente la aguja y le revisó la dilatación en sus pupilas. -Hasta que no te calmes no dejaré pasar a nadie. ¿Entendido?

Su corazón se aceleró de repente, deseoso y ansioso.

-Necesito verlo, por favor, se lo ruego. Quiero verlo.

-¿Vas a estar tranquilo?

-Sí. 

-Está bien. Esperaré solo unos minutos hasta que dejes de estar tan inquieto y lo dejo pasar.

-Gracias.


Se acomodó en la cama, suspirando.

"Está aquí, mi amado".

Otra vez intentó respirar con cautela, calmar los latidos de su corazón mientras sentía una extraña mezcla de felicidad y miedo por volver a tenerlo de frente. En ese momento no se le ocurrió nada para poder decirle y pedirle perdón. ¿Cómo ofrecer una disculpa a algo como lo que él hizo? 

"-Afuera hay 5 personas... ". Recordó eso que el doctor había dicho.

"¿5 personas, 5 amigos? ¿Quiénes?"

Pensó.

Pensó.

"Es seguro que está Taek, ese es 1."

¿Ken?

¿Hyuk?

¿Hong Bin...? si está aquí su novio es lo más seguro que pidió a su amigo ir para no estar solo. 

¿N?

...

De repente, una imagen se le proyectó en la mete: N y Taek juntos allá afuera.

Volvió a sentir frío.

TORTURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora