CAPITULO 38 MYLDARK

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PERSPECTIVA: Rozuel Drayt


Frecuentemente me preguntaba quién era aquel que estaba tras la voz que repetía en varias ocasiones un nombre femenino desconocido para mis oídos, la respuesta a aquella duda finalmente se responde bajo el aspecto de una entidad con la forma de un enorme dragón negro de ojos rojos con largos cuernos.


—"¡Soy MYLDARK"! –Exclama el ente revelando su nombre.


— ¿Un d-dragón? –Dije inesperado de solo verle.


—"Je, al menos no eres tan ignorante del todo".


—¿Qué hace un dragón aquí... o eres quizás el espíritu de uno?.


—"Eres un mocoso bastante perspicaz, antaño fui un señor dragón, el terror del continente de Gresswold".


El continente de Gresswold es donde estoy situado actualmente, tanto Windaz, la aldea de Argoh y todo este reino así como otros. En Avalia se conocen tres continentes; Gresswold, Sharya y Orianta. Gresswold es el más grande, seguido de Sharia y dejando al último el más lejano de los tres, Orianta.


—"Fui conocido en el pasado como el "Acero de las Sombras", mis garras cortaban y desgarraban sembrando el terror a todo lo que se cruzaba en mi camino bajo el manto de la noche, pero ahora, lo único que queda de mi es esta porción de la esencia de mi espíritu mantenido en la única pieza física que hay de mi cuerpo en el plano material" –Explico el ente dragón.


— ¿"Única pieza"?, ¿me estás diciendo que la armadura encantada es...? –Pregunte a medias.


—"Si, es todo lo que quedo de mi cuerpo en vida, ahora moldeado como una armadura, una vestidura metálica".


—Y esa tal Sheila...


—"Fue la persona que me llevo consigo anteriormente, tu predecesor, ahora tú, su "sucesor", respóndeme, ¿dónde está mi Sheila?, ¿cómo ha caído en tus manos los vestigios de mi existencia?".


—Me lo dio un herrero conocido de mi pueblo natal, según él, se lo entrego una aventurera, pero el herrero sintió un especial respeto por la armadura y nunca le puso una mano encima porque se sintió que no era digno de ella.


—"¿Y tú te consideras digno de usarla?".


—Me considerare lo que sea con tal de sobrevivir, digno o no, una vez que coloco un cargador en mi arma, no me hago hacia atrás.


—"Jejeje, no entiendo muy bien lo que dices, pero percibo cierta perseverancia en tus palabras, por lo general debería matarme al poner tus manos en esa armadura ya que no te veo como alguien digno a mis ojos, sin embargo, tampoco descarto la parte en que lo puedas ser".


—¿Y qué harás?.


—"Observar, sinceramente, te encuentro algo interesante y matarme tornaría las cosas aburridas hasta encontrar a alguien más para portarme, dime mocoso, ¿cómo te llamas?".

Metalord RevolutionWhere stories live. Discover now