Capítulo 3

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Justin miró taciturno la copa vacía que había sobre la bandeja frente a él y, farfullando alguna palabrota, se bebió el contenido de un trago. A pesar de que raras veces bebía alcohol a plena luz del día, en ese momento necesitaba algo para anestesiar el efecto que ________ tenía sobre él, y que siempre había tenido, aunque afortunadamente, parecía no ser consciente de que sus emociones estaban casi fuera de control. Ella estaba sentada frente a él en la parte delantera del avión, tratando de calmar a Clude que, incómodo con el entorno, había decidido expresar su disgusto. La niñera que había contratado tenía un currículo impresionante en cuidado infantil, pero había sido incapaz de tranquilizar al bebé, que sólo había dejado de gritar en brazos de su madre.
—Me necesita —insistió ____________, y ahora que observaba a madre e hijo, Justin se dio cuenta de que tenía razón. Estaba acunando a Clude sobre su hombro mientras le cantaba una nana con su dulce y ronca voz, y Justin sintió un vuelco en el estómago al reconocer la familiar nana francesa que le traía recuerdos de su propia niñez.
No debió haberla besado. No debió ceder a su impulso de tomarla en sus brazos. Tenía que ir despacio y convencerla de que volver con él era lo mejor para todos ellos, no sólo para el bebé. El aún la deseaba, pero el destello de miedo de sus ojos cuando le vio le conmovió. Nunca había sido un ogro. No tenía razón para asustarse. Mientras la observaba, fue confusión más que ira lo que le invadió. Le había roto el corazón cuando su único crimen había sido temer por su seguridad. Estaba decidido a descubrir la verdadera razón por la que le había dejado, para poder volver a confiar en ella. Por el momento, se consoló pensando que la química que existió desde el momento en que se conocieron aún no se había extinguido. No estaba ciego, había visto el modo en que ella le miraba en el coche, y sabía que sentía el mismo tipo de primitiva atracción, y cuando la besó, sintió la respuesta a pesar de sus esfuerzos por ocultarla. Volvió a poner la copa sobre la bandeja. Podía ser que tratara de convencerse de que despreciaba a __________, pero la pura verdad era que le había robado el corazón mucho antes de robarle a su hijo. Sus vidas estaban irremediablemente unidas para siempre.
Poco a poco, el llanto de Clude fue cesando hasta quedarse dormido y, a regañadientes, ____________ se lo devolvió a la niñera, quien volvió a ocuparse de él. Sin saber qué hacer, insegura de cuál era su función, miró a su alrededor e hizo una mueca cuando Justin le hizo una señal para que se uniera a él.
—¿Por qué le has cantado en francés? —preguntó cuando se sentó junto a él, mirando con expresión insondable su pequeño cuerpo, su delicado rostro y el hombro desnudo que el tirante de su camiseta había dejado al descubierto al deslizarse por el brazo.
—Esperaba criarle entendiendo tanto inglés como francés —le explicó ________, algo sonrojada mientras trataba de ajustar el tirante de su camiseta—. Una de las artistas de Santa Antonia era francesa y me enseñó algunas nanas —se mordió el labio inferior ante la imperdonable dureza del rostro de Justin—. Creía sinceramente que no le querías, pero aún tenía la esperanza de que le quisieras conocer, y le iba a decir a mi abogado que estaba conforme con compartir la custodia.
—¿Entonces por qué te escondiste en España? —preguntó impaciente.
—Estuve muy enferma después del nacimiento de Clude. Fue un parto difícil, y tardé un poco en recuperarme. Me había instalado en el piso de mi amiga Laura mientras ella se dedicaba a crear su nueva escuela de cocina en Santa Antonia, y me invitó a España para que me recuperara. Estaba tan ocupada cuidando al bebé y ayudando a Laura, que el tiempo pasó muy rápido...
—¿Qué quieres decir con un parto difícil? ¿Quieres decir que hubo problemas?
—Fue un parto muy largo, treinta y ocho horas, y un bebé muy grande. Perdí mucha sangre —admitió __________, y la expresión de Justin se ensombreció. Debía haber estado allí con ella durante el parto para darle su apoyo. Era su esposa, la mujer que había jurado proteger, pero una vez más parecía que había fallado en su deber.
—Si te hubieras quedado conmigo, habrías recibido la mejor atención médica —murmuró en tono airado, tratando de disimular su dolor—. No tenías por qué haber sufrido, pero por despecho, por la ridícula necesidad de hacerme daño, pusiste en peligro tu vida y la de él.
—¡Hacerte daño! —________ se quedó mirando a Justin con expresión de total incomprensión—. Cuando mencioné la idea de formar una familia, me dijiste con firmeza que no querías niños. La concepción de Clude fue accidental, parece que los antibióticos que estaba tomando interfirieron con la píldora, pero tú te negaste a creerme. Recuerdo cuánto te enfadaste cuando te dije que estaba embarazada. No es algo fácil de olvidar para una recién casada.
—¡Por Dios! Era nuestra luna de miel —explotó Justin—, y no me lo dijiste, chérie, esperaste a llegar a una remota isla en medio del Océano Indico para desmayarte, y fueron los servicios de emergencia que te llevaron en helicóptero al hospital quienes me lo dijeron —no pudo reprimir una sacudida al rememorar el momento en que levantó su cuerpo inerte y echó a correr por la playa, pidiendo ayuda desesperadamente. Realmente pensó que iba a perderla, lo cual fue tan devastador como la toma de conciencia de lo mucho que le importaba. No era lo suficientemente fuerte para sobrevivir al dolor de otra pérdida. Después de quedar claro que no estaba en peligro, se recluyó en sí mismo para protegerse. No quería amarla, porque el amor dolía.
—No sabía que estaba embarazada. Fue tan inesperado para mí como para ti —murmuró _______, pero él se dio la vuelta, abrió su ordenador portátil, y se sumergió en su trabajo.
Obviamente, no quería discutir el pasado, pensó ______ tristemente. Podía ser que se sintiera culpable por la forma en que la había tratado. No lo sabía, pero tampoco le importaba. Sabía por experiencia que no le gustaba que lo interrumpieran cuando trabajaba, así que se dedicó a mirar por la ventanilla, deseando que le resultara tan fácil como a él borrarle de sus pensamientos.
Al rememorar el primer encuentro con Justin, __________ recordó que debió de ser el único miembro de la familia Dyer que olvidó la cena organizada en honor del potencial salvador de Heston. Llegó corriendo de los establos con los pantalones de montar, y se paró en seco, tremendamente avergonzada, al ver a sus elegantes hermanas y a su enfurecida madre, pero todo perdió importancia al ver a Justin Bieber  por primera vez. Ya podía haberse hundido el mundo, pensó con una sonrisa al recordar que tuvo que apoyarse, literalmente, en el respaldo de una silla para sostenerse cuando él la examinó con aquella mirada almendrada, divertido por la evidencia del efecto que había causado en ella. Era el hombre más sexy que había conocido.
Consciente de la impaciencia de su madre, corrió escaleras arriba para cambiarse y ponerse su vestido azul marino. Se pasó la tarde mirando disimuladamente a Justin, dejando que sus hermanas le impresionaran con su vivaz conversación. Pero a pesar del esfuerzo desesperado de sus hermanas por acaparar su atención, ________ le pilló mirándola varias veces durante la cena. El director de Bieber  Developments se pasó toda la noche mirándola con una mezcla de diversión y una emoción indefinida en sus oscuros ojos cafes.
—Tengo la impresión de que disfrutas más de la compañía de los caballos que de la de los humanos —señaló unos días después, al pasarse por sorpresa por los establos. Había aceptado la invitación de sus padres de quedarse en Heston para discutir los planes para una potencial adquisición, pero _______, demasiado tímida, había hecho lo imposible para evitarle. Al oír aquel acento francés, un escalofrío le recorrió el cuerpo y trató de medio esconder su rostro sonrojado tras la crin de su semental árabe, Kasim.
—Pienso que, en general, los caballos son menos complicados —admitió. Se quedó charlando unos minutos, mostrando un impresionante conocimiento sobre el mundo de los caballos, a pesar de que ella apenas abrió la boca. Debió de parecer una tonta pero, sorprendentemente, él volvió al día siguiente, y al siguiente, para pedirle que saliera a pasear a caballo con él. Fue durante esos felices paseos por el bosque cuando se enamoró de él.
Qué tonta había sido al creer que el carismático multimillonario francés podría interesarse en alguien como ella. El sentido común debía haberle advertido que debía de tener planes ocultos, sobre todo cuando le propuso matrimonio tan poco tiempo después de conocerse. Pero ignoró sus dudas, dejándose llevar por sus apasionados besos sobre el heno en el establo. Le encantaba la forma en que la hacía sentirse, le amaba y, sorprendentemente, parecía que él también la quería.
La boda, en los magníficos jardines de Heston Grange, fue de cuento de hadas, un sueño hecho realidad, que duró hasta el primer fin de semana, cuando la llevó a París. Hasta la noche de bodas, ella había permanecido virgen, gracias al enorme autocontrol de Justin. El recuerdo de la forma en que le había hecho el amor por primera vez aún hacía que se le empañaran los ojos. Fue tan tierno, tan delicado, como si estuviera hecha de la más fina porcelana. Aquella ternura se transformó en fiera pasión, pero en lugar de asustarla, hizo que le amara aún más...
Por desgracia, la vuelta a Londres marcó el final de la fantasía. Justin siempre estaba ocupado, y con Robyn, y a ___________ empezó a molestarle la estrecha relación de su esposo con la elegante estadounidense mientras trataba de encajar en su nueva vida. Con su creciente inseguridad aumentaron también las peleas, pero seis meses después de la boda, Justin le dijo que tenía un respiro en el trabajo y que se iban de luna de miel tardía. Tendría que haber sido el momento ideal para reparar los agujeros de su matrimonio, pero las náuseas que llevaba sintiendo en las últimas semanas aumentaron, y al llegar a su destino perdió el conocimiento como resultado de la deshidratación y de las hormonas, según dijo el doctor antes de lanzar la bomba de que estaba embarazada. Una mirada al rostro conmocionado de Justin fue suficiente para saber que el cuento de hadas había terminado. Su matrimonio murió en el momento en que él se enteró de que estaba embarazada.
—Aterrizaremos en una hora —la informó Justin en un tono frío y cortante, pero sin apenas levantar la vista de la pantalla del ordenador—. Estoy Seguro de que recuerdas dónde está el baño.
—No lo necesito, gracias —replicó ella. Entonces sí levantó la vista para mirarla con desprecio.
—Tienes que arreglarte —le dijo sin rodeos—. Tu equipaje está en el dormitorio. Espero que tengas algo menos llamativo que ponerte en esa maleta.
—Me temo que no —dijo ________ con dulzura levantando la barbilla—. La maleta más grande está llena con la ropa de Clude, y éste es uno de mis conjuntos más discretos.
—Entonces tenemos que ir de compras con urgencia. Pareces una vagabunda —le dijo, ignorando su expresión de ira—. Puede que tu llamativa ropa sea apropiada para una comuna de artistas, pero no eres una hippy, sino mi esposa, y espero que te vistas como tal.
—Vete al infierno. Prefiero pasear por ahí desnuda antes que permitir que me compres ropa.
—Una idea interesante para cuando estemos solos, pero no creo que los habitantes de la tranquila Montiard estén preparados para un comportamiento tan progresista.
¿Cómo se atrevía a decir que iba vestida de manera ostentosa, cuando lo que llevaba puesto era claramente barato? Su confianza cayó bruscamente. Había estado tan ocupada ayudando a Laura en el cortijo, que había recuperado su figura sin darse cuenta tras el parto, y había recibido con agrado la atención halagadora de un par de artistas de Santa Antonia. Sin embargo, Justin estaba normalmente rodeado de mujeres guapas a las que no les costaba ningún esfuerzo estar elegantes, y __________ se sintió de repente tan torpe como el día en que se conocieron. Parpadeó para evitar las lágrimas que se agolpaban en sus ojos, consciente de que su reencuentro con Justin no se parecía en nada a sus sueños diurnos. A menudo había fantaseado con cruzarse con él en algún glamoroso evento, y se había imaginado increíblemente sexy, acompañada por su nuevo y guapo amante, mientras Justin la miraba, maldiciendo el haberla dejado marchar. El sueño resultó ser bastante irreal. El único hombre al que había deseado era tan indiferente con ella como cuando le dejó, por lo que resultaba ridículo sentirse tan dolida.
—No tengo intención de quedarme en tu château ni un día más del necesario —le dijo en un tono helado—, y desde luego, no pasaré ni un minuto contigo a solas, así que puedes olvidarte de que comparta la cama contigo. No puedes forzarme a quedarme.
—¿Eso crees? —dijo insensible a su ira. El tono burlón de su voz hizo que ella explotara.
—¿Qué piensas hacer, encerrarme bajo llave en una torre de marfil mientras que recorres el mundo con tus interminables compromisos profesionales? Puede que un día vuelvas a casa para descubrir que he desaparecido llevándome a Clude conmigo.
—Yo ni lo intentaría, chérie, porque te juro que te perseguiré, y cuando te encuentre, desearás no haberte cruzado conmigo jamás.
El tono divertido de su voz había desaparecido. ________ se dio cuenta de que Justin hablaba en serio. Había dejado claro que sólo se la llevaba a Francia porque Clude la necesitaba, pero parecía que tenía la intención de mantenerla prisionera. Murmurando algo sobre que necesitaba refrescarse, ________ se puso en pie para dirigirse al baño contiguo al dormitorio para quedarse sola mientras pensaba en cómo su vida parecía desmoronarse. Le odiaba, pensó mientras se lavaba la cara con agua fría y se soltaba el pelo. No sabía ni por qué se había molestado en hablar con él. Era inútil cuando estaba de mal humor, y tenía que haberse acordado de que en cualquier debate con él siempre salía herida. ¿Qué le estaba pasando? ¿Dónde estaba la mujer tan segura de sí misma que había descubierto su valía entre los artistas de Santa Antonia? Unas horas antes se había sentido dueña de su vida, preparada para encontrarse con Justin y ofrecerle la oportunidad de tener una relación con su hijo, pero ahora él era quien llevaba las riendas.
Cuando salió del baño, se lo encontró echado en la cama, con los brazos bajo la cabeza, y mirándola como si fuera un jeque examinando a su nueva concubina. Se había quitado la chaqueta, y desabrochado el cuello de la camisa. __________ cerró los ojos por un momento, recordando la última vez que le había visto tendido en aquella cama, desnudo, disfrutando del contacto de su cuerpo, de las caricias eróticas. Al abrir los ojos, y encontrarse con los suyos, se sonrojó.
—Agradecería algo de privacidad —le dijo fríamente—. ¿Qué es lo que quieres?
—Puede que demostrar algo —respondió con voz apenas audible—, o quizás se trate simplemente de que no puedo mantenerme alejado, lo cual me convierte en un tonto —dijo con una carcajada.
—No te entiendo, hablas en clave —inconscientemente se había acercado a la cama, atraída mortalmente como una polilla hacia la luz y, de repente, él alargó la mano y atrapó su muñeca.
—¿Por qué me dejaste? —la pregunta sorprendió a __________, pero no tanto como cuando se incorporó para sentarse al borde de la cama y la sentó a ella sobre su regazo.
—Ya sabes por qué —balbuceó. Podía sentir la calidez de sus piernas a través de la falda. A esa escasa distancia, sus labios eran una cruel tentación contra la que tenía que luchar a toda costa.
—Quiero que me lo expliques —dijo, pero la fuerza con la que sus manos se aferraban a su cintura contradecía la suavidad de su tono, haciendo que ________ tragara saliva con nerviosismo.
—Ya no aguantaba más tus humillaciones.
—¿Cuándo te he humillado? —gruñó, y ella se encogió al sentir sus dedos pellizcando su piel—. Me dejaste sin siquiera mirar atrás. ¿Tienes idea de cómo ha sido mi vida desde tu espectacular desaparición? Éramos una pareja aparentemente feliz, esperando el nacimiento del primer hijo y, de repente, desapareces dejando una breve nota diciendo que me dejabas sin más explicaciones, ni información sobre cuándo o si volverías. Pasaron las semanas, y se hizo patente que no sabía dónde estabas —por primera vez, ________ empezó a darse cuenta del grado de su cólera...
—Podrías haber dicho a la gente que estaba visitando a mi familia en Hampshire.
—Tu egoísmo es increíble —le dijo cortantemente y con mirada mordaz—. Ni siquiera pensaste en tu familia. ¿No se te ocurrió pensar que también estarían preocupados por ti?
—Mi madre sabía que teníamos problemas en nuestro matrimonio. Le dije que pasaría una temporada con unos amigos, y no le hizo mucha gracia. Me dijo que los millonarios no crecen en los árboles y que era tonta. Por lo visto, no es raro que los hombres tengan aventuras cuando sus esposas están embarazadas —su mirada dejaba claro que no compartía la opinión de Sarah—. Tenía pruebas de que habías pasado la noche con Robyn, y la idea de tu traición me enfermaba hasta el punto que no podía quedarme contigo ni un minuto más simulando un matrimonio perfecto.
—Nunca me he acostado con ella. Fueron imaginaciones tuyas —dijo con resolución.
—Pasaste la noche con ella al volver de Australia. Llamaste a tu ama de llaves para decir que habías retrasado tu vuelo veinticuatro horas, pero nunca recibí el mensaje y fui al aeropuerto para recogerte. Te vi, Justin—dijo amargamente, tratando de luchar contra el dolor que el recuerdo le producía—. A ti y a Robyn. Tú no me viste. La rodeabas con tu brazo, y era evidente que mentiste sobre tus planes de vuelo para pasar una noche con ella. No soy *beep*.
—¿Y por eso me dejaste? ¿Me perdí el primer año de vida de mi hijo por una confusión de vuelos? —dijo con incredulidad—. Tenía razones para mentir sobre el día de llegada, razones que te habría explicado si me hubieras dado la oportunidad. Pero en lugar de eso, te fugaste con mi hijo. ¿Me hiciste pasar por un infierno durante meses y aún te preguntas por qué estoy enfadado? —parecía a punto de estallar.
—Sé lo que vi —murmuró con cabezonería—. Compartías con Robyn un grado de intimidad que excluía a cualquier otra persona, incluso a mí.
—Es mi cuñada. La conozco desde hace años y le tengo cariño. Lo pasó muy mal cuando Yves se mató, sobre todo porque ella conducía el coche, y se culpaba por el accidente —con la mano en su barbilla la obligó a mirarle, y __________ se sorprendió por el empeño en que le creyera.
Era la primera vez que hablaban de Robyn de esa manera, la primera vez que ambos escuchaban. Hasta entonces, ella había permitido que sus sospechas sobre la relación que mantenía con su asistente personal la amargaran hasta llegar al torrente de acusaciones que él se había negado a responder. Y él se había encerrado en sí mismo, y la había tratado con tal frialdad y desdén, que había hecho aumentar sus inseguridades, haciéndola sentirse cada vez más inútil.
—Te juro que nunca te he sido infiel, ni con Robyn ni con ninguna otra persona —la intensidad con que lo dijo hizo que creciera una pequeña burbuja de esperanza en ella. ¿Estaría diciendo la verdad? ¿Habría malinterpretado los signos que apuntaban a su culpabilidad? Quizás había estado predispuesta a ello. En el fondo, siempre había pensado que en algún momento se cansaría de ella, y quizás estaba esperando a encontrar la señal de que se arrepentía de haberse casado con ella. Quizás había utilizado la excusa de su infidelidad para dejarle antes de que se cansara de ella, y si eso era así, ¿no le había robado el primer año de vida de su hijo por mero orgullo? Desde luego, no era un pensamiento muy reconfortante, y se movió, incómoda, sobre su regazo. Era difícil poder pensar correctamente en aquella posición tan íntima.
—Pero... ¿y la noche que pasaste en su piso? —preguntó, resistiéndose a aceptar que se había equivocado—. Sé que estuviste con ella.
—Correcto, me pasé la noche intentando dormir en un sofá diseñado para un enano, contando las horas para verte. Sabía que tenías la ecografía aquel día y, a pesar de tus acusaciones, estaba desesperado por ir contigo.
—¿Y por qué no lo hiciste? —dijo __________ en tono incrédulo, y él suspiró.
—Como sabes, Robyn fue una modelo de primera clase y, como a muchas famosas, la prensa la persigue. El día que volvimos de Australia recibió el chivatazo de que algunas fotografías comprometedoras que se hizo cuando empezaba su carrera estaban circulando por Internet, junto con acusaciones de que iba borracha la noche del accidente. Estaba realmente turbada. Me pidió que me quedara con ella, y hablamos durante horas sobre Yves y cuánto le echaba de menos. Quería ir al hospital contigo al día siguiente, pero temía dejarla cuando estaba hablando de terminar con su vida —no podía soportar la idea de otro suicidio sobre su conciencia, y se había visto forzado a elegir entre su esposa y su cuñada.
—Pero ¿por qué mentiste sobre el cambio de vuelo?
—Porque sabía que enseguida sacarías conclusiones erróneas. Tenía unas ganas desesperadas de verte después de tres semanas separados, pero Robyn me necesitaba más que nunca y, Dios me perdone, no podía dejarla sola.
Tenía que estar diciendo la verdad. Nadie podía mentir de manera tan convincente, pensó __________, y su corazón dio un vuelco de alegría, a la vez que de desesperación por haberlo entendido todo erróneamente. Si se hubiera enfrentado a él en lugar de escapar para lamerse las heridas... Pero si de verdad Justin no sentía por su cuñada nada más que afecto, entonces, ¿por qué la había instalado en el piso de Chelsea poco después de que desapareciera, y por qué había permitido que Robyn les echara á ella y a Clude el día que había tratado de verle?
—Buen intento, Justin. Por un momento casi me convences.
—¿Dudas de mi palabra? —el tono de incredulidad de su voz habría resultado gracioso si ________ hubiera tenido ganas de reír, pero dudaba que pudiera volver a sonreír jamás. Justin era tan arrogante, pensó con enojo, por creer que aún era la chica tímida con la que se había casado.
—Dime una sola razón por la que tenga que creer en cualquier cosa que digas.
—Porque eres mi esposa.
—Puede que me casara contigo, pero nunca te di el derecho a decirme lo que debo pensar. Sé positivamente que mientes, ya no me puedes tomar el pelo. Ya no soy la debilucha que era.
—¿De verdad? Quizás debería ponerlo a prueba, ma chérie —murmuró con voz suave como la seda—. Nunca me he podido resistir a un reto —ni a ella, pensó. ¡Cómo podía acusarle de mentir de esa manera! Había hecho lo posible por explicarle lo de Robyn, pero haría el ridículo intentándolo de nuevo. Además, estaba cansado de hablar. Estaban en el mismo círculo vicioso que hacía un año, y hablar no les había llevado a ninguna parte tampoco. Sólo había un lugar en el que las vías de comunicación entre ellos eran claras y, a pesar de su indignación y oposición, podía ver la llamarada de deseo en sus ojos, y no la iba a defraudar. Se movió repentinamente y, antes de que __________ se diera cuenta, Justin la tumbó en la cama, atrapándola con su cuerpo encima.
—¡Déjame! —su ira fue moderada por otra emoción, más incómoda, al sentir el contacto de sus muslos con los suyos y recorrerla una sensación de ardor. Era tan masculino y hacía tanto tiempo que no había estado en sus brazos. Enseguida sintió cómo se difuminaba su resistencia, pero sacó fuerzas de no sabía dónde para empujar sus hombros—. Tócame y grito —amenazó, y él se rió, agitando con su cálido aliento los mechones de pelo acaracolados junto a su oreja—. ¿Quieres que irrumpa la tripulación? —inquirió con desesperación al agarrarle Justin las muñecas por encima de su cabeza e inmovilizarla.
—Preferiría no tener público —dijo, y ella se quedó petrificada al ver su mirada ardiente, claro gesto de deseo. ¡Aún la deseaba! La idea debía haberla horrorizado, pero en su lugar, se le escapó un gemido, y los labios de Justin la atraparon. Para ser sincera, era lo que había deseado desde que le vio caminando hacia ella en Santa Antonia. Justin insistió en abrirse camino con su lengua entre sus labios, y lo consiguió, provocando otro gemido. El erotismo de sus besos hacía que _______ retorciera las caderas con inquietud contra la latente prueba de la excitación de Justin. Finalmente, Justin liberó sus labios, y empezó a recorrer el cuello con sus besos. Su camiseta de tirantes amarilla era una débil barrera de la que se deshizo rápidamente para quedarse miando el sujetador de vivo color naranja que llevaba debajo.
—Una interesante combinación de colores.
—A mí me gusta.
—A mí me gustas más sin él —sus dedos ya lo habían desabrochado, y ella sofocó un grito al tiempo que él retiraba la prenda de encaje para dejar al de sus caricias.
—No sé a qué juegas, pero yo no quiero esto —___________ se resistía a dejarse llevar por el deseo que amenazaba con engullirla. Le miró ferozmente, y trató de liberar sus brazos.
—¿Por qué? ¿Porque mis caricias te enferman? —inquirió.
—Sí —murmuró con intensidad, pero en lugar de soltarla, sonrió irónicamente.
—Eres una mentirosa —agarró ambas muñecas con una sola mano, y deslizó la otra hacia su pecho, masajeándolo antes de frotar el pezón con su pulgar, y deleitarse viendo con aparente fascinación cómo se endurecía—. Y hablas demasiado —se burló cuando finalmente levantó la cabeza para mirarla a los ojos—. ¿Qué le ha pasado a mi tranquila y obediente mujercita?
¡Obediente! La hacía parecer una tonta sin cerebro, y detestaba pensar que había algo de verdad en sus palabras. Le había amado tanto que hubiera hecho cualquier cosa que le pidiera, y él se había aprovechado de su debilidad por él ignorando despiadadamente sus sentimientos.
—He madurado, pero veo que tu actitud machista hacia nuestro matrimonio no ha mejorado.
—Non, exijo que mi esposa me pertenezca en exclusividad. Has vuelto a donde perteneces, chérie, a mi cama, y esta vez tengo la intención de asegurarme de que te quedes aquí...
La airada respuesta de __________ fue reprimida por sus labios. Para cuando Justin se apartó, ________ era un manojo de emociones, incapaz de controlar el temblor de sus piernas mientras Justin agarraba su pecho, de piel lechosa, con su mano morena. Al sentir el cálido aliento de Justin sobre sus sensibles pechos, ahogó un grito. Empezó a dibujar círculos con su lengua, acercándose poco a poco al centro. ________ aguanta la respiración, deseando con cada fibra de su cuerpo que continuara. Cuando pensaba que ya no podía soportar la espera, cubrió el pezón con sus labios. Inmediatamente notó una intensa sensación en el vientre, y se agarró a sus hombros en busca de apoyo al tiempo que él pasaba a dedicarle el mismo tratamiento al otro pecho.
¿Cómo había podido vivir sin él? ¿Cómo había sobrevivido tanto tiempo sin el excitante placer que sólo él podía provocarle? ¿Y cómo podía recuperar algún vestigio de orgullo cuando estaba a punto de perder el control? Tenía que detener aquello antes de sufrir la terrible humillación de pedirle que la poseyera. La descarada traición de su cuerpo era el resultado de no hacer el amor durante todo un año, pensaba para justificarse mientras Justin deslizaba las manos por debajo de la falda, recorriendo sus piernas hasta llegar al corazón de su femineidad. Sus dedos sortearon hábilmente las bragas de encaje antes de tocarla con delicadeza.
_______ trató de apretar las piernas, decidida a denegarle el acceso, pero su reacción fue tardía, y sus dedos penetraron profundamente. Sus ojos brillaron triunfadoramente al descubrir que estaba húmeda y lista para él. Movió los dedos eróticamente, y ella apreté los dientes tratando de que su cuerpo no respondiera, pero la sensación era tal que empezó a notar cómo los primeros espasmos de placer tensaban los músculos de sus piernas. Instintivamente empezó a mover las caderas. Él continuó con aquellas caricias tan íntimas, cada vez más rápidas y profundas. Sus gemidos fueron ahogados por un beso interminable. Justin imitó con la lengua el movimiento rítmico de sus dedos hasta dejar a ________ sin energía sobre las almohadas, completamente agotada.
—Así que mis caricias te enferman, ¿no, ma chérie? Tienes una forma muy particular de demostrarlo —Justin se puso en pie y se quedó mirándola, dejando escapar una risa falsa al cruzar ella los brazos sobre su pecho. La falda estaba arremolinada a la altura de su cintura, y debía de tener una apariencia totalmente desarreglada, mientras que él parecía no tener ni un pelo fuera de sitio—. Me alegra saber que has dejado a un lado tus objeciones respecto a recuperar tu papel como mi esposa, pero aterrizaremos en cinco minutos. Te sugiero que te arregles antes de presentarte a mis empleados. Pareces un poco... aturdida, ma petite.
Resultaba imposible odiar a un hombre más de lo que ella odiaba y detestaba a Justin Bieber decidió __________ mientras recogía su ropa, decidida a no volver a ponerse en esa situación. Prefería mudarse con el diablo a vivir con Justin en el château, pensó mientras volvía a su asiento con la cabeza alta. Clude se había despertado y estaba sentado en las rodillas de su padre, mirándole con fascinación y, por primera vez, __________ apreció realmente hasta qué punto tenía Justin poder sobre ella. Por alguna razón había decidido, después de todo, que quería ser un padre para su hijo. Le había dicho que podía vivir en el château mientras Clude dependiera de ella, y serían años, pero ¿a qué edad dejaba de necesitar un crío a su madre? Nada haría que se alejara de su hijo, pero el coste para su autoestima podría ser inmenso, especialmente si Justin exigía que retomara su papel de esposa durante su estancia. No podía obligarla pero desde luego, acababa de demostrarle que no tema necesidad de hacerlo. Ella misma era su peor enemigo en lo que se refería a su marido, y desde ahora tendría que estar en guardia...

Esposa cautiva Justin Bieber y _________Kde žijí příběhy. Začni objevovat