Capítulo 7

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—Sabine era extraordinariamente guapa, ¿no crees? —la voz de Robyn resonó por el pasillo, y a ________ se le hundió el corazón al tiempo que apartaba la mirada del cuadro que había en las escaleras. Robyn estaba en el rellano del piso de arriba, con aspecto elegante, vestida con una blusa blanca y unos soberbios y caros pantalones de lino blanco. Con el pelo rubio y rizado cayendo sobre los hombros, parecía a punto de protagonizar un anuncio de detergente, pensó _______. Pero en realidad, Robyn no era muy inmaculada, era una mentirosa, y resultaba desesperante que Justin confiara en ella.
—Es... era —corrigió vacilante—, increíblemente encantadora, pero ¿quién era?
—¿No lo sabes? —Robyn arqueó unas cejas perfectamente definidas—. Fue la primera mujer de Justin. Pensé que te lo habría dicho —dijo mientras ________ seguía mirándola en atónito silencio, incapaz de disimular su enorme sorpresa.
—Nunca lo había mencionado —admitió, pasando de la incredulidad a la humillación al ver que Robyn conocía secretos de los que ella no sabía nada. ¿Por qué no le había dicho Justin nada? Su primera mujer era increíblemente guapa y su aplomo, perfecto para el papel de señora del château. Desde luego, no tenía comparación, pensó ________—. ¿Cómo murió? —susurró, tratando de reprimir las náuseas que se apoderaron de ella.
—Sabine Bressan era una modelo, la musa de un famoso diseñador francés, qué continuó su carrera como actriz. Justin se enamoró de ella a primera vista. La adoraba y fueron la pareja de oro de Francia, lo que hizo que su muerte fuera aún más trágica.
—¿Qué pasó? —seguro que no se había suicidado como hicieron las otras mujeres Bieber.
—Tuvo un embarazo ectópico. Ni siquiera estoy segura de que supiera que estaba embarazada hasta que se desplomó agonizante cuando estaban de vacaciones en una isla remota de Tailandia. Cuando llegó la asistencia médica, era demasiado tarde. Sabine estaba muerta, y Justin enormemente afligido. Creo que nunca llegó a superarlo —le confió Robyn—. La quería tanto, y juró que no volvería a casarse.
—Pero se casó conmigo —señaló, y Robyn le dedicó una mirada desdeñosa.
—Sí, pero eso fue diferente. Tenía sus razones... —se detuvo durante una fracción de segundo antes de murmurar con compasión—. Oh, querida, me temo que he hablado más de lo que debía. Admito que me sorprendió tu reaparición. Pensé que ya habrías recibido el mensaje.
—¿Qué mensaje? Justin me trajo aquí, yo no se lo pedí, y quiere darle a nuestro matrimonio una segunda oportunidad.
—Bueno, tenía que decir algo así, ¿no crees? Tiene que tener en cuenta a su hijo. Haría cualquier cosa por Clude, incluso mantenerte cerca hasta que haya reunido suficientes pruebas de tu ineptitud como madre para que el juez encargado de decidir la custodia falle en su favor.
—Me pregunto qué tipo de prueba estaba tratando de conseguir anoche —soltó ________, ocultando con su temperamento el malestar que sentía en su interior. Habían sacado las armas, y no tenía intención de mantener ni las más básicas normas de civismo con Robyn.
—Yo no contaría con el sexo para aferrarme a él. Lo intentaste antes y no funcionó. Justin es un hombre de gustos exquisitos, pero supongo que incluso un buen conocedor necesita un poco de rudeza de vez en cuando.
—Que supongo que es cuando recurre a ti —aunque se estuviera muriendo por dentro, se negaba a rendirse sin luchar con su propio orgullo como arma—. Ocultaste mi visita al apartamento a propósito, ¿no es así? ¿Cómo crees que reaccionaría Justin si descubriera que su ultra eficiente asistente le impidió activamente conocer a su hijo?
—Creo que te costará una barbaridad demostrarlo —respondió tranquilamente con una pequeña sonrisa—. Justin y yo tenemos mucha historia. Confía en mí. ¿Puedes decir lo mismo, ________?
No había ninguna respuesta sencilla a eso, excepto la humillante confesión de que no, no podía decirlo, y la sonrisa de Robyn se agrandó.
—Voy en busca de Justin. Nos tendrás que disculpar, tenemos largas horas de trabajo por delante. ¿Y tú adónde vas ahora? —preguntó mirando la camiseta de ________—. Según parece, a la guardería.
________ sintió que tenía que ponerse en marcha si no quería ceder a la tentación de empujar a la maliciosa rubia por las escaleras. Se apresuró a subir las escaleras para encerrarse mientras trataba de asimilar el último golpe. De todos los secretos que Justin le había ocultado, ése era el más destructor, pensó haciéndose un ovillo sobre la cama. ¿Era ésa la razón por la que había decidido vivir en Londres después de casarse en lugar de en el castillo que había compartido con la asombrosa Sabine? Seguro que cada vez que la miraba, la comparaba con su hermosa primera mujer. ¿Deseaba que Sabine estuviera allí ahora mismo? ¿O cerraba los ojos cuando le hacía el amor, imaginando que era su primera esposa? Empezó a sentirse enferma físicamente al considerar la idea. Se llevó los nudillo a la boca para ahogar sus llantos. De repente, su distante actitud y el hecho de que nunca le confesara en la intimidad que la amaba cobraban sentido. ¿Cómo iba a amarla cuando aún estaba llorando la muerte de la mujer a la que adoraba? ________ reconoció con desesperación que no podía igualar a Sabina, por lo que parecía más plausible que Justin tan sólo la toleraba por su hijo. Con la cara enterrada en sus brazos, no se dio cuenta de que Justin la había seguido al dormitorio hasta que notó que el colchón se hundía, y giró la cabeza bruscamente para encontrarle sentado junto a ella.
—¡Mon Dieu, _________! ¿Qué ocurre, ma petite, estás enferma?
—Sí, creo que del estómago —dijo restregándose los ojos con la mano, y dejando un rastro de máscara en sus dedos. Al verlo pensó que nunca había aprendido a llorar elegantemente. No era de extrañar que la estuviera mirando con consternación, cuando debía de tener un aspecto aún más desastroso de lo habitual, y eso hizo que se enfureciera más—. Aléjate de mí —dijo gruñendo, y retrocediendo cuando él fue a apartarle el cabello del rostro.
—¿Qué ha pasado con la mujer sonriente que hace media hora aceptaba darle a nuestro matrimonio otra oportunidad? —preguntó, claramente perplejo ante su transformación —¡Sabine! ¡Eso es lo que ha pasado! Robyn ha disfrutado contándome lo de tu primera mujer —le gritó—. ¿Tienes idea de lo *beep* que me he sentido? Soy tu esposa, maldita sea, pero incluso tus empleados te conocen mejor que yo.
Justin había palidecido al oír el nombre de su primera esposa, y ahora estaba en pie, pasándose la mano por el pelo.
—Sí, estuve casado con anterioridad y qué importa —dijo, y ella le miraba sin poder detener las lágrimas que rodaban por sus mejillas.
—¡Que qué importa! Eso lo cambia todo. Pensé que era alguien especial, que el hecho de que te casaras conmigo significaba que era importante para ti —los recuerdos a los que se había aferrado de su boda y su breve pero gloriosa luna de miel en París no tenía ya ningún valor. El ya había pasado por todo eso antes—. La única esperanza que tenía en cuanto a nuestra relación era que me habías elegido como tu esposa pero, una vez más, soy el segundo plato. Me siento como el premio de consolación en una rifa —susurró con voz entrecortada—, el objeto inservible que nadie quiere.
—No seas ridícula —dijo Justin, frío y sin emoción—. Claro que te quiero.
—Sí, para el sexo cuando da la casualidad de que estás aquí y no tienes nada mejor que hacer.
—Eso es mentira.
—Entonces ¿por qué no me hablaste de ella? Y no me digas que se te pasó —añadió amargamente—. He visto su retrato. Por Dios, cómo podía pasarlo por alto si está colgado en un lugar de honor. Robyn me dijo cuánto la querías. ¿Es por eso por lo que te lo callaste? ¿Pensaste que estaría celosa?
—Si así fuera, me parece que tendría razón, ¿no? —viendo su rostro arrasado por las lágrimas, se sentía responsable por tal devastación. No había tenido intención de hacerle daño, la había intentado proteger, pero como siempre, ella había malinterpretado sus buenas intenciones—. Sabine murió en terribles circunstancias. No me resulta fácil hablar del tema, y no podía decirte que fue su embarazo lo que la mató cuando acababas de descubrir que estabas esperando un niño.
—Me lo tenías que haber contado —insistió _________. Su explicación tenía sentido, pero no parecía suficiente—. ¿Por qué no eres sincero y admites que simplemente no me consideras lo suficientemente importante Para compartir cosas conmigo? Llevamos casados dos años y apenas te conozco.
—La mitad del tiempo hemos estado separados y ¿de quién es la culpa?
—Tuya. Fue tu actitud la que me alejó, y nada ha cambiado, ¿verdad, Justin? Aún no es nuestro matrimonio de igual a igual. Para ti, el dormitorio es el único lugar en el que soy útil.
—Si eso es lo que piensas, entonces será mejor que te ganes tu sustento —gruñó, advirtiéndola con el feroz brillo de sus ojos que había ido demasiado lejos.
—No, Justin—su esfuerzo por bajarse de la cama fue en vano—. No te atrevas a tocarme —gritó ferozmente, al tiempo que él agarraba el dobladillo de su camiseta y tiraba hacia arriba para dejar al descubierto sus pechos. Intentó derribarle, pero sus labios atraparon los suyos, transmitiendo deseo, y demandando una respuesta. No podía rechazarle, ni siquiera ahora que se sentía nauseabunda por la traición de haber sido la última en conocer la existencia de Sabine. Cuando la besaba y la acariciaba, era capaz de perdonarle cualquier cosa, pero la pérdida de propio respeto que suponía era demasiado para ella, y las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos. El debió de sentirlas en su piel, y levantó la cabeza para mirarla con expresión insondable.
—Sabine es el pasado. Ahora tú eres mi esposa —le dijo al apartarse, y volver a ponerle la camiseta en su sitio—. Por el bien de Clude, sugiero que empieces a interpretar tu papel
Los pálidos rayos de sol que se filtraban por las cortinas anunciaban un nuevo día, y __________abrió los ojos. El otoño se acercaba. Le parecía increíble que llevara en el castillo casi un mes. A veces parecía que llevaba allí toda la vida y apenas podía recordar haber estado sin Justin. No había sido un mes fácil. Los días posteriores a su descubrimiento de Sabine habían sido tensos. Justin la había tratado con desdén y arrogancia, y ella se había negado a ceder. Estaba equivocado, pensaba _______ cada noche cuando hundía el rostro en la almohada para llorar hasta quedarse dormida. Era él quien le había ocultado gran parte de su pasado, y mientras no confiara en ella, no habría futuro para su matrimonio.
Lo único positivo era que Robyn se había marchado justo después del disgusto por lo de Sabine. ¿Se habría enfadado Justin con ella por haberle revelado la identidad de Sabine? El no había hecho ninguna referencia ni a su primera mujer ni a Robyn, pero durante la última semana había mostrado una actitud algo más cálida hacia ella. A lo mejor había ayudado la pequeña fiesta de cumpleaños que habían celebrado para Clude. Fue un día muy alegre, y Justin no pudo ocultar su orgullo al presumir de hijo ante sus amigos. Al ver a padre e hijo juntos, ________ sintió una punzada de culpabilidad por haberlos separado: Justin adoraba a Clude más de lo que creía posible, y su furia con ella era comprensible pero, sinceramente, nunca había pensado que su hijo le importara tanto. Al pensarlo, no pudo reprimir una punzada de envidia al ver que Clude ocupaba un lugar tan seguro en el corazón de Justin. Con un profundo suspiro, miró las cortinas que colgaban del dosel de la cama, y se le cortó la respiración al oír la sensual voz al otro lado del almohadón.
—¿A qué viene ese suspiro tan triste, chérie? ¿Eres infeliz en el château?
—No —admitió sinceramente, después de una larga pausa hasta hacerse a la idea de que Taylor no se había ido a montar esa mañana y estaba a escasos centímetros de ella—. Sólo un poco confusa.
—Oui —dijo en un tono comprensivo.
El almohadón parecía tan insalvable como el muro de Berlín, un símbolo de división que ella había puesto en medio y que él había jurado no quitar, promesa que había cumplido firmemente. Cada noche se acostaba en su lado de la cama, le daba las buenas noches dulcemente, apagaba la luz y se quedaba dormido en cuestión de minutos. Era evidente que no se sentía atormentado por el mismo doloroso deseo que hacía que ________ no parara de dar vueltas en la cama hasta bien entrada la madrugada, y que tuviera sueños eróticos interrumpidos por los recuerdos de sus manos sobre su cuerpo. Se despertaba sofocada, intranquila y desesperada por él. No ayudaba nada el que cada noche él se desnudara delante de ella sin ningún tipo de inhibición, cuando ella iba del baño a la cama embutida en la armadura de una gruesa bata, y se metía apresuradamente bajo la sábana. La única defensa que tenía frente a sus emociones era el saber que él sólo la quería como esposa por el bien de su hijo. ¿Qué otra razón podía haber?
—¿Por qué no fuiste a montar esta mañana? —preguntó, deseosa de romper el silencio entre ellos. Sus ojos se abrieron de par en par al ver asomar su rostro por encima del almohadón.
—He decidido esperarte. Pensé que te gustaría acompañarme —con la barba de un día y el cabello revuelto de dormir, le recordaba a un pirata.
—Quizás otro día, aunque es muy amable por tu parte que me preguntes —respondió de modo artificial, y su profunda risita hizo que le entraran ganas de lanzar el almohadón al otro extremo de la habitación. Le encantaba el sonido de su risa, y le encantaba él, pero su repentina amabilidad era una ilusión, un truco, le había asegurado Robyn, para darle una falsa sensación de seguridad mientras planeaba cómo conseguir la custodia de Clude.
—Te sorprendería lo amable que puedo ser, ma petite —bromeó. -Antes te encantaba montar. De hecho, te pasabas la mayor parte del tiempo sobre Kasim.
—De eso hace mucho tiempo —dijo mientras se acurrucaba bajo la sábana.
Sería una estupidez llorar por un caballo, se dijo al recordar el día en que Kasim fue vendido junto con todos los demás caballos de Heston Grange, para recortar gastos como le había intentado explicar su padre con gran impaciencia. Nunca entendió que ella había encontrado en el caballo el cariño que le había faltado en casa. __________ corrió a los establos nada más oír la noticia, profundamente afligida, y allí fue donde la encontró Justin, quien trató de consolarla rodeándola con sus brazos, sentado sobre un montón de heno y con ella sobre su regazo. Según se calmaron sus sollozos, le contó entrecortadamente que su padre ya había cerrado el trato, y que Kasim sería transportado al extranjero al final de la semana. El le secó una lágrima con el pulgar antes de acercarse a su rostro y hacer el mismo recorrido con sus labios. No podía recordar el momento exacto en que la caricia se transformó en ardiente pasión. La primera caricia de sus labios, recorriendo el contorno de los suyos, la dejó temblorosa. Debido a su profunda timidez, había tenido pocos novios, y su experiencia sexual había sido prácticamente nula, pero instintivamente supo lo que quería que hiciera, y recibió un murmullo de aprobación cuando abrió los labios.
De repente, todos los vestigios de contención volaron por los aires, y su lengua se transformó en un sensual instrumento de placer y seducción para provocar una respuesta. A ella no se le pasa por la cabeza rechazarle. Sólo podía pensar en él y en las nuevas sensaciones que evocaba en ella. Incluso se le olvidó su corazón roto por Kasim. Cuando él se recostó sobre el heno, llevándosela consigo, ella no puso objeciones su excitación se disparó cuando él desabrochó su misa, y la acarició con sus cálidas manos el vientre.
—Eres exquisita, ma belle —su voz acaricié su piel con la misma entrega que sus manos, y ella le oyó inhalar una profunda bocanada de aire al aflojar una de las copas de su sujetador, y acariciar con sus dedos su rosado pezón. Era algo tan nuevo, tan excitante. Y lejos de sentirse intimidada, estaba impaciente por descubrir más, arqueando sus caderas bajo su peso y llenando el granero con sus gemidos cuando reemplazó sus dedos por sus labios. Quién sabe qué hubiera pasado si no hubieran oído voces en el jardín. Incluso entonces, sabiendo que les podían pillar, ella se resistía a terminar su primera experiencia sexual, y fue Justin quien suavemente se apartó, colocando el sujetador en su sitio y abrochando los botones de la camisa cuando se hizo evidente que sus manos no eran capaces.
__________ recordaba la sonrisa divertida de Justin ante su patente desilusión por interrumpir lo que estaban haciendo. Desde el primer beso, se convirtió en esclava voluntaria de sus deseos, perdiendo toda sensatez. Cometió el fatal error de confundir atracción sexual con amor.
—Ven conmigo hoy —su voz irrumpió en sus pensamientos, una bienvenida interrupción de los recuerdos que aún la perseguían. Le costó apartar la mirada de su escultural cuerpo mientras se dirigía hacia el baño con despreocupada indiferencia ante su desnudez—. Le enseñaremos los caballos a Clude, y hay una tranquila yegua que puede que te venga bien.

—¿Qué piensas de Mimi? —le preguntó cuando acariciaban a la yegua que el mozo de cuadra había sacado del establo—. Reconozco que se está haciendo un poco vieja, pero es dócil y segura.
—¿Por qué no me compras una silla de ruedas y acabamos con esto? No soy una anciana, y no quiero estar segura —protestó ________. No quería parecer desagradecida, pero tampoco quería andar por ahí a paso de caracol—. Lo mejor de montar a caballo es la excitación, la descarga de adrenalina que solía sentir cuando llevaba a Kasim campo a través y nos acercábamos a un desnivel de cinco pies. Era maravilloso —terminó con los ojos brillantes, y Justin la miró con una extraña expresión.
—Era peligroso. Sé que eres una excelente amazona, pero nunca pude entender por qué tu padre te permitía montar tan poderoso animal.
—Mi padre estaba siempre demasiado ocupado gestionando la propiedad como para preocuparse por lo que estaba haciendo. Siempre fui una decepción para ellos. Tenía que haber sido chico, un heredero para Heston, pero en su lugar, fui la cuarta hija, y ni siquiera una bonita ni talentosa, como las otras tres. Mientras no estorbara, nadie se preocupaba por mí, y yo estaba encantada de pasar mi tiempo con Kasim.
Dios Santo, con razón sufría de tal falta de confianza en sí misma, pensó Justin mientras la observaba. Se había pasado la vida sintiéndose de segunda categoría, y necesitaba a alguien que la hiciera el centro de su universo, no que la abandonara en medio de una gran ciudad durante semanas. De repente, entendió los celos hacia Robyn. Se había sentido amenazada por aquella sofisticada mujer más madura que ella, respecto a la que probablemente se sentía inferior, como ocurría con sus hermanas. Y él nunca se había molestado en asegurarle que su inocencia y dulce belleza eran las razones por las que se había enamorado de ella. Había aceptado todo lo que ella le había ofrecido sin dar nada a cambio, ni su tiempo, ni su atención exclusiva, ni peor aún, su confianza. Nunca había tenido el valor de compartir con ella sus sentimientos. No era de extrañar, pues, que creyera que no le importaba.
—Bueno, ya veo que Mimi no te impresiona. Hay otro caballo que puede que te interese. El mozo le está trayendo del corral.
Incluso en la distancia, la orgullosa sacudida de cabeza del caballo resultaba familiar. ________ se tensó Con una expresión de incredulidad en el rostro.
—¿Justin? No puede ser Kasim —susurró débilmente al tiempo que se acercaba el caballo, resoplando fuertemente y tirando de las riendas, demandando toda la fuerza del mozo para controlarle—. ¡Oh, Dios mío! —se adelantó sin parar de mirar a Kasim, cuyo pelo brillaba como el ébano bajo la luz del sol, sin parar de mover la cola y de tirar de las riendas—. Kasim, ¿de verdad eres tú? —preguntó, y el caballo dejó de tirar y bajó la cabeza hasta que sus ojos quedaron a la altura de los de __________.
Por un momento, pensó que le iba a estallar el corazón. Había enterrado sus recuerdos en lo más profundo de su subconsciente porque perderle había sido demasiado doloroso, y ahora estaba presionando su rostro contra su cuello, tratando de contener las lágrimas en vano.
—Mi querido chico —su voz se quebró de emoción, y Justin salió de la escena, sintiéndose un intruso. Quería hacerla feliz a toda costa. Se merecía mucho más de lo que le había dado jamás, y le había fallado durante mucho tiempo. Su reacción ante el descubrimiento de lo de Sabine le hizo darse cuenta de lo arrogante que había sido respecto a sus emociones—. Oh, Justin, no puedo creer que sea real —susurró, y él tuvo que pestañear repetidamente antes de volverse hacia ella. No había llorado desde que era niño, desde que, mirando el cuerpo inerte de su madre, se dio cuenta de que todos sus esfuerzos por hacerla feliz no habían sido suficientes. Fallarles a las personas que más le importaban había sido una constante en su vida, pensó con tristeza, y la inmensa felicidad del rostro de __________ le llegó al alma. No quería fallarle...

Esposa cautiva Justin Bieber y _________Donde viven las historias. Descúbrelo ahora