Capítulo 4

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La región francesa del Loira era exuberante y verde, al contrario que el paisaje rocoso y árido al que ________ se había acostumbrado en Santa Antonia. El coche siguió el curso del río antes de que la carretera se empinara. _________ suspiró profundamente ante los imponentes muros de piedra gris que se levantaban frente a ellos.
—¿Quieres que Clude se críe aquí? —preguntó al atravesar un arco de entrada abierto en medio de una muralla defensiva para entrar en un jardín—. Parece algo... medieval.
—Lo es. El château Montiard fue construido en el siglo quince, aunque sólo se conservan la muralla exterior y las torres y las bodegas. Y la mazmorra —ella le miró sobrecogida, esperando ver alguna nota de humor en vano—. La residencia principal ha sido modernizada por expertos, y yo mismo he diseñado el cuarto de Clude. No le faltará nada. El château ha sido propiedad de la familia Bieber desde que lo adquirieron en 1506. Es la herencia de Clude, algo que deberías entender, dados los estrechos lazos de tu familia con Heston Grange.
—¿Cómo lo consiguieron los Bieber? —preguntó con curiosidad, y Justin se encogió de hombros.
—Me imagino que por la fuerza. Mis antecesores eran bandidos, aunque cuentan que René Bieber tenía algún tipo de información sobre el propietario original y le chantajeó para obtener su autorización para casarse con su hija. Dicen que la chica enloqueció al verse obligada a casarse con el bruto de René, y se negaba a acostarse con él. Como castigo, él la encerró e la torre más alta, pero en lugar de conseguir que se entregara a él, consiguió que se tirara desde la torre. Tienes suerte de no tener ese tipo de inhibiciones en lo que se refiere al sexo, chérie.
—Pobre chica —murmuró __________, ignorando su gracia—. Ninguna mujer querría casarse, con un bárbaro por el que no siente respeto alguno —________, al ver la mandíbula de Justin tensarse, esperó que estallara, pero en su lugar, en sus labios se dibujó una sonrisa reticente.
—Touché, ma petite. Has desarrollado una lengua afilada, pero déjame que te recuerde que estás en una posición un tanto frágil. Yo en tu lugar no haría que me enfadara.
—Por nada del mundo, soy consciente de que esperas que tu esposa sea obediente.
—Entonces no habrá problema para que nos llevemos bien.
Siempre tenía que tener la última palabra, pensó ________ mientras le veía atravesar el jardín para saludar a una multitud de empleados uniformados reunidos en las escaleras principales. Sus secretarias y la niñera les habían seguido en otro coche desde el aeropuerto, y al desatar a Clude de su silla para niños, apareció Liz Crawford alargando los brazos para hacerse cargo de él.
—El señor Bieber me pidió que llevara el bebé directamente a su cuarto mientras él le presenta al servicio —explicó disculpándose.
Durante la breve conversación en el vuelo desde España, __________ había desarrollado cierto afecto hacia ella. Le había explicado que había vuelto al cuidado infantil después de morir su marido, ya que sus hijas estaban ocupadas con sus propias vidas.
—Sé que nadie puede ocupar su lugar de madre de Clude y que, por supuesto, quiere hacer todo lo posible por él —le había murmurado compasivamente—. Pero, su marido me ha explicado que ha estado enferma y los bebés pueden ser agotadores. Estoy aquí para ayudarla cuando lo necesite —de primeras, sonaba razonable, pero __________ tenía sus dudas. Liz era amable y comprensiva, pero al fin y al cabo debía responder ante Justin y seguir sus órdenes, incluso si implicaban ir separando inconscientemente a Clude de su madre.
Cuando atravesó el jardín hacia donde estaban Justin y su servidumbre, temblaba, y deseó haberle obedecido y ponerse algo menos colorido. Se sentía como un pavo real en medio de un funeral con su falda naranja bailando con la brisa. Justin pensó que estaba más encantadora aún que cuando la conoció, si es que eso era posible. La luz del sol hacía su falda casi transparente, mostrando la silueta de su cuerpo. Se dio cuenta de que no era el único en notarlo, y le dirigió una mirada fulminante a uno de los jóvenes solteros. Pero __________, consciente de que los miembros del servicio de Justin sin duda esperaban que su esposa fuera elegante y sofisticada, se puso nerviosa y lo único que pudo hacer fue dedicar una tímida sonrisa al mayordomo, Philippe, quien junto con su mujer, Sylvie, y su hija, Simone, hacían funcionar el château.
—Al menos podrías intentar comportarte de una forma un poco más amable —masculló Justin mientras la escoltaba hacia la enorme entrada de suelo de mármol—. La familia de Philippe lleva trabajando aquí varias generaciones, y espero que los trates con la cortesía que se merecen, no como una arrogante princesa inglesa.
—No estaba siendo arrogante —se defendió ________—, pero no estoy acostumbrada a vivir con una docena de criados. Costaba tanto mantener Heston Grange que mis padres sólo podían permitirse emplear a nuestra encantadora ama de llaves de toda la vida, Betty. No se cómo esperas que me comporte, ni cuál es mi papel en el château. Me has presentado como tu esposa, pero aún no puedo creerme que esperes que retome la relación como si no hubiera pasado nada.
—Créelo, ma petite —sugirió Justin, y _______ suspiró observando el enorme pasillo.
Aunque el château parecía impresionante desde fuera, por dentro era ligero. La luz del sol entraba por las altas ventanas y se reflejaba en los suaves paneles de roble que cubrían parcialmente las paredes color crema. No era en absoluto frío y austero. Habían hecho un gran esfuerzo para convertirlo en una cómoda residencia familiar, y ____________ enseguida se sintió en casa, lo cual resultaba curioso, puesto que siempre se había sentido incómoda en Heston. Pero no tenía sentido apegarse al château, pensó, puesto que no se iba a quedar mucho tiempo. Recorrió con la mirada los muchos retratos que adornaban las paredes, algunos de los cuales eran claramente antiguos y, sin duda, impagables.
—Te presento a la familia —dijo Justin en tono sarcástico al seguir su mirada—. Hay retratos de cada uno de mis antepasados. El más reciente es el de mis padres.
Louis Bieber y su esposa, Céline, miraban a __________ con desprecio, y un escalofrío le recorrió la espalda. ¿Se trataba simplemente del estilo del cuadro, o eran verdaderamente tan fríos y antipáticos como aparentaban ser? Justin se parecía a su apuesto padre, pero los ojos de Louis carecían de emoción alguna, mientras que los de  Justin ardían con fuego, normalmente causado por la ira contra ________, reconoció tristemente, aunque había habido momentos en el pasado en que la había mirado con una expresión de aparente ternura.
—¿Viven aquí, en el château? —preguntó con cierta tensión.
—Ambos fallecieron. Como habrás adivinado por el cuadro su matrimonio no fue muy feliz. Fue más bien un matrimonio de conveniencia entre dos familias con dinero. La familia de mi madre era dueña de los viñedos que actualmente forman parte de la finca Bieber.
—¿Pero no se amaban? —murmuró ________, y Justin soltó una carcajada.
—Definitivamente no. Mi padre era un hombre frío y distante, mientras que mi madre era sensible y, en general, profundamente infeliz. La historia del viejo René le fascinaba hasta el punto de sentirse convencida de repetir la historia —las palabras tardaron unos segundos en cuajar en la mente de __________.
—¿Quieres decir que saltó de una de las torres? ¡Qué horror! ¿Cuántos años tenías?
—Unos quince, creo —respondió encogiéndose de hombros—. No recuerdo cuántos exactamente —pero ________ supo por su mirada que tenía grabado en su memoria cada detalle del trágico suceso.
—Es horrible —susurró—. No puedo creer que una madre dejara a su hijo solo —a los quince años, Justin seguramente hubiera necesitado el cariño y la protección de sus padres. __________ sentía el sufrimiento de Justin, sobre todo sabiendo que, a sus ojos, ella también le había quitado a su hijo. ¿Sería la tragedia de su pasado la razón de su resistencia a mostrar sus sentimientos?—Debió de ser bastante desagradable para el que la descubrió —añadió, y Justin se quedó mirándola, al tiempo que aparecía un ligero tic nervioso en su mejilla...
—Sí, no fue una escena muy bonita.
—¿Quieres decir que...? ¡Oh, Justin! —no importaba que fueran enemigos declarados. Todo lo que __________ podía ver ante sí era a un joven adolescente destrozado. El horrible suicidio de su madre debió de marcarle de por vida y, por la apariencia de su padre, debió de encontrar en él poca comprensión—. ¿Por qué no me lo habías dicho antes? —murmuró, alargando una mano hacia él en un gesto involuntario, deseando consolarle—. En todos los meses que compartimos juntos, jamás mencionaste a tus padres —y ella había sido demasiado tímida e insegura como para entrometerse en su vida privada. Justin miró la mano sobre su brazo con una distante expresión que decía, claramente, que estaba invadiendo su espacio personal. Ni quería ni esperaba su simpatía. __________, con la sangre helada en las venas, retiró inmediatamente su mano. Cuando Justin se casó con ella, lo hizo con una extraña, y nada había cambiado. Más le valía recordarlo.
—Revelar el destino de las esposas Bieber el día de nuestra boda no me pareció muy apropiado, chérie. Los matrimonios en mi familia parecen tener el don de terminar en tragedia. Pero, por el bien de Clude, esperemos que el nuestro no sufra el mismo destino.
—Ya lo ha hecho —señaló __________—. La flecha de Cupido se equivocó al juntarnos, y ahora nuestro matrimonio está demasiado dañado para poder arreglarlo —soltó un suspiro en señal de frustración al ver que Justin no respondía, y simplemente la miraba como si intentara leer su mente—. Esto no va a funcionar, Justin. Hay demasiada amargura y desconfianza entre nosotros para intentar rescatar nuestro matrimonio. Quizás debería empezar a buscar una casa en el pueblo para Clude y para mí. Lo suficientemente cerca de ti para que puedas visitarle fácilmente.
—Olvídalo —le dijo Justin claramente, y ella se quedó mirándole, impotente, mientras se dirigía hacia las escaleras—. Puedes buscar cualquier propiedad en el pueblo, pero mi hijo se queda aquí y, desde luego, no estará solo. Tengo intención de hacer del château mi base permanente, tanto para vivir como para trabajar. Créeme, desde ahora, Clude tendrá toda mi atención.
—¿Pero qué pasa con tus viajes, tus interminables compromisos y reuniones en todos los rincones del mundo? No creo que puedas llevártelo a la sala de juntas contigo.
—Estoy reduciendo mis viajes. Tengo que admitir qué no me resulta fácil delegar, pero es un pequeño sacrificio cuando se trata de mi hijo.
—Un sacrificio que te negaste a hacer por mí —le acusó ___________ amargamente—. ¿Tienes idea de lo sola que me he sentido en nuestro matrimonio? Me abandonaste en medio de una gran ciudad en la que no tenía ni un amigo, y el único momento del día en que te veía era en la cama. Nunca hablábamos, Justin. Nunca hacíamos ninguna de las cosas que suelen hacer los matrimonios como... no sé, ir ál supermercado juntos.
—Contraté a un ama de llaves excelente para que tú no tuvieras que preocuparte por llevar la casa. Y además, ¿qué hay de romántico en ir a hacer la compra?
—Hubiera sido mejor que esas agonizantes cenas organizadas por Robyn para entretener a tus socios, que nos robaron las pocas veces que podríamos haber pasado para describirlo, pensó mientras su mirada se desviaba hacia su magnífico cuerpo desnudo, y observaba cómo la espuma del gel se deslizaba entre el vello de su pecho hacia sus caderas y sus fuertes muslos. Era pecaminosamente atractivo. Su cuerpo podría hacer al más ferviente de los santos tener pensamientos pecaminosos. Los suyos debían de ser perfectamente visibles en sus enormes ojos de sorpresa, anhelados en la dureza de su masculinidad, que crecía reflejando su creciente y latente deseo sexual.
—Mon Dieu —murmuró, y ella le miró a la cara—. Deja de mirarme de esa manera, ma chérie, a no ser que estés dispuesta a asumir las consecuencias.
—No te estoy mirando de ninguna manera —dijo, tratando de disimular su excitación—. Tú me has metido aquí. No puedo hacer nada si tu cuerpo...
—¿Se calienta? ¿Se endurece? Es algo indiscutible, ¿no? —se burló, al tiempo que bloqueaba la puerta de la ducha, con las piernas abiertas y sin avergonzarse de la evidente fuerza de su excitación—. ¿Desesperada por terminar lo que empezamos en el avión? ¿Es ésa la razón por la que estás aquí, ____________? ¿Los preámbulos no te bastaron, y te dejaron sedienta de más? No te preocupes —le aseguró con voz suave según se acercaba a ella con claras intenciones—. Estoy más que dispuesto a ayudarte a superar tu falta de entusiasmo por recuperar tu papel de esposa —soltó una sonora carcajada.
—¡Justin, no! —con la pequeña porción de cerebro que aún le funcionaba, trataba de luchar contra la poderosa reacción química que surgía entre ellos. Al atraerla hacia su pecho, Justin cerró el grifo, y ella ahogó un grito al darse cuenta de la protuberancia de sus pezones bajo la mojada camiseta pegada a su piel, mientras que la falda se pegaba a sus muslos—. He venido para hablar de Clude —balbuceó, con sus ojos fijos en sus labios—. No me gusta esto.
—Chérie, te estás conteniendo —dijo sin rodeos, y cubrió su boca con sus labios. El beso le hizo perder la cabeza y eliminó de su mente cualquier pensamiento que no fuera su deseo por él. La desnudó hábilmente, sin dejar de besarla, y ella tembló al sentir el contacto de su piel y los duros tendones de sus muslos contra la suavidad de los suyos al empujarla contra la pared.
Debía detenerle. Cada uno de sus instintos le decía que más tarde se arrepentiría de tomar ese camino, pero la llama de sus ojos la incendiaba. Atrás quedaba el frío y reservado hombre de negocios que tanto imponía. En su lugar, tenía enfrente al apasionado francés que en las primeras semanas y meses de su matrimonio había sido incapaz de mantener las manos apartadas de su cuerpo. Gozaba al ver que perdía el control. La hacía sentirse femenina, deseable, todo lo que no había sentido desde su embarazo, cuando Justin se alejó de ella, física y emocionalmente.
—Lo deseas tanto como yo —susurró al tiempo que le mordía el lóbulo con sus afilados dientes antes de recorrer su cuello hacia sus pechos y succionar primero un pezón y luego el otro.
____________, indefensa, se sintió arrastrada hacia un torbellino de sensaciones, y hundió los dedos en la cabellera de Justin para que continuara. Tembló cuando él se movió aún más abajo. Los músculos de su vientre se encogieron cuando hundió la lengua en su ombligo, para luego continuar hacia el punto de unión de sus muslos. Sus piernas se doblaron y él la sostuvo mientras deslizaba su lengua por los húmedos rizos hasta conseguir explorar su parte más íntima con una caricia que elevó su excitación varios grados. De repente, se enderezó y, antes de que pudiera adivinar sus intenciones, la elevó con sus brazos obligándola a rodear sus muslos con las piernas y sentir la fuerza de su erección contra su vientre. Con las manos debajo de ella, salió de la ducha y se encaminó hacia el dormitorio Para detenerse junto a la enorme cama.
—Aquí es donde te tenía que haber traído la noche de bodas, a donde todas las esposas Bieber se han entregado sin reservas a sus maridos —le dijo Justin con ojos brillantes, y ________ se dio cuenta de que estaba acercándose rápidamente a un punto sin retorno—. Si te tomo ahora, en esta cama, nunca podré dejar que te marches, serás mía para siempre. Tienes unos treinta segundos para detenerme, ma petite —le advirtió, pero ___________ estaba perdida. Era Justin, el hombre al que una vez había amado, y al que, en realidad, aún amaba en lo más profundo de su corazón... Justin balbuceó alguna blasfemia en su idioma mientras la arrastraba al borde de la cama y, con las manos en las caderas, la levantó para penetrarla con un impulso que la hizo lanzar un gemido. Había pasado mucho tiempo desde la última vez, y __________ cerró los ojos mientras él esperaba un segundo para que sus músculos se relajaran a su alrededor antes de retirarse, y volver a penetrarla con mayor profundidad. No era una seducción dulce y suave, sino salvaje. El amante diestro y medido había desaparecido, y en su lugar había un hombre resuelto a aliviar la acuciante presión sexual que había ido creciendo en él a lo largo del último año. Ese deseo salvaje e intenso la hacía temblar, pero no de miedo, sino en respuesta a una pasión frente a la que se sentía impotente. Las sensaciones que despertaba en ella eran insoportablemente intensas y se enganchó a sus hombros al volver él a atrapar su boca con un feroz beso sin parar de moverse dentro de ella, produciéndole oleadas de sensaciones que se fueron acumulando hasta, finalmente, hacerla llegar a la cima, dejándola temblando de placer. El llegó apenas unos segundos después de ella. Se quedó mirándole, tenía la cara rígida como una máscara mientras luchaba por controlar la marca de placer que amenazaba con engullirse.
—___________... —oyó su nombre como arrancado de su garganta, y volvió a sorprenderse ante la total pérdida control de aquel hombre tan absolutamente reservado.
Podía ser que sus cuerpos, aun temblorosos por las últimas réplicas producidas por su clímax mutuo, estuvieran saciados, pensó _________ tratando de contener sus lágrimas, pero había sido puro sexo, la necesidad de satisfacer un impulso básico. Al menos para él, tuvo que admitir tristemente. Para él, lujuria y amor no tenían por qué ir a la par, mientras que para ella, estaban indisolublemente unidos.
—Creo que esto demuestra que podemos prescindir para siempre de la idea del divorcio, ¿no crees? Tengo que admitir que la dedicación a tu deber me ha impresionado.
—Me importa un bledo lo que pienses —dijo __________ con una voz tensa por las lágrimas que luchaba por contener. Por un momento, se hizo el silencio, y sintió su mirada sobre ella.
—________... —su voz sonaba curiosamente ronca, pero lo ignoró. Había sido creado de la misma piedra que su castillo medieval, y cualquier indicio de blandura era pura imaginación suya.
—Vete al infierno. Ya has conseguido lo que querías, y yo también. Dejémoslo ahí, ¿de acuerdo?
—Como quieras, chérie. Te sugiero que te quedes aquí y descanses. Pareces... agotada, y Robyn ha organizado una pequeña recepción esta noche para que conozcas a algunos de mis amigos de por aquí. Todos tienen curiosidad por conocer a la nueva señora del Château Montiard —dijo al tiempo que __________ le miraba perpleja, incapaz de disimular su consternación.
—¿Quieres decir que Robyn está aquí?
—Naturellement —respondió con una sacudida de hombros que reflejaba su indiferencia respecto a su reacción—. ¿Dónde iba a estar?
—Claro —__________ no estaba tan sorprendida por la noticia como por la clara muestra de crueldad y el grado de dolor que sentía. Robyn, la amante de Justin, estaba allí, en el Château, y cualquier esperanza que pudiera albergar respecto a la relación con su marido se esfumó.
Justin se detuvo en la puerta que daba al baño y suspiró impaciente.
—Te acabo de explicar que mi oficina estará aquí a partir de ahora, y Robyn es mi asistente personal. Dependo enormemente de sus dotes de organización, así que intenta no dejarte llevar por tu imaginación, ma petite.
__________ enarcó las cejas, mirando a Justin con desprecio.
—Estoy segura de que sus dotes de organización no son su principal atractivo, pero tú verás. Sólo una pregunta... ¿a cuál de nosotras vas a presentar como la señora de la casa? Te sugiero que lo pienses antes de avergonzar a tus amigos —murmuró, y cerró los ojos cuando Justin dio un portazo tan fuerte que hizo temblar las bisagras. Sólo entonces, hundió la cabeza en la almohada y lloró hasta que no le quedó ni una lágrima y, exhausta, se quedó dormida, sin darse cuenta de que Justin había vuelto y estaba de pie junto a ella, mirando su rostro empapado en lágrimas. La tapó con la colcha, y la dejó tranquila...

Esposa cautiva Justin Bieber y _________Where stories live. Discover now