Parte 1

24.6K 832 167
                                    


...es un bonito lunes soleado, ¿no es así, Silva?

Efectivamente, Fran, hoy tendremos sol en todo el país y temperaturas muy altas llegando a alcanzar los cuarenta y dos grados en la zona sur del país.

Eso es maravilloso, Silvia y cuéntanos, para la gente que aún no está de vacaciones, ¿cómo está el tráfico en la capital?

Tenemos retenciones en la A-66 y en las entradas del aeropuerto y del Palacio de Congresos.

Ya han oído a Silvia, si tienen que usar el coche para desplazarse se lo tendrá que tomar con mucha calma...

Resonaba la radio en mi cabeza mientras se intercalaba con los claxon y las maldiciones de los demás vehículos. Efectivamente, como decían los locutores de la radio, hoy necesitaría toda la calma del mundo si no quería empezar a insultar a medio mundo desde las ocho de la mañana. Putos atascos...

Por esta razón siempre he preferido caminar que usar los autos y es raro viniendo de alguien que casualmente se ha pasado mucho tiempo de su vida en uno. Llevo unos buenos minutos atorada en este infernal tráfico. Estoy segura que en este tiempo podría acabar los niveles de Candy Crush. No era así como quería pasar el verano; encerrada en un auto y recibiendo miradas curiosas ya que es raro ver a una mujer conduciendo un taxi. Ahora mismo debería estar con mi cámara captando a una mujer alimentando a las aves; a un hombre con traje corriendo porque se le hizo tarde para llegar al trabajo; a un niño contemplando las nubes...

Vuelvo a atar mi cabello que segundos antes había soltado. Esto de estar aquí encerrada me volverá loca eventualmente pero tengo que hacerlo. Sí, tengo. Me siento de alguna manera obligada para reconciliar un poco la relación con mi padre. Emilio, mi papá, es el dueño de este taxi que ahora mismo estoy conduciendo, bueno, de este y de otros veinticinco más. Él empezó muy joven con un sólo taxi, pero le fue bien y fue comprando coches hasta que al final construyó una empresa de la que está muy orgulloso.

Para su desgracia, yo no quiero seguir sus pasos, yo amo la fotografía y es a lo que me quiero dedicar toda la vida, aunque él aún no lo entienda y piense que de eso no puedo vivir. Conseguí estudiar fotografía con la condición de que le ayudaría con la empresa de vez en cuando y por eso me hallo aquí en este cacharro de hierro con dos ingleses en la parte de atrás, en medio de un atasco con dirección al aeropuerto.

Este verano no me ha quedado de otra más que aceptar su oferta de trabajar para él. Quería unos objetivos y otros utensilios nuevos y él se negó a darme el dinero sin que me lo ganara. Hubiese preferido buscar otra manera de conseguirlo. Ya había ganado algún dinero ofreciéndome como fotógrafa en comuniones y reportajes pero las cosas están muy tensas desde que mi padre se enteró por mi madre de que me gustaban las mujeres y no vi otra manera de que los ánimos se calmaran.

A mi padre le encantaba verme trabajar de taxista. Decía que tenía un talento nato. La verdad es que aunque no me gustase trabajar de esto, estaba contenta porque conseguía bastantes clientes y los que visitan se quedaban tan contentos con mi servicio que me recomendaban altamente. Yo los llevaba por la ruta más rápida y les daba conversación en todo el trayecto, ¿qué más podían pedir?

Por fin conseguí llegar hasta el aeropuerto después de casi quince minutos atacados, bajé las maletas de mis pasajeros y me llevé una buena propina. Poco a poco estaba más cerca de conseguir mi meta. Me monté en el taxi para dirigirme hacia mi siguiente destino pero antes de arrancar saqué mi cámara e hice un par de fotos. Una pareja se fundía en un beso apasionado, ¿qué sería?, ¿una bienvenida?, ¿una despedida?, ¿una reconciliación antes de un viaje? Sólo ellos lo sabían; ese era el encanto detrás de las instantáneas, que cada uno podía sacar sus propias conclusiones mientras que la verdadera historia de esa foto sólo la sabrían los protagonistas. Bueno, al menos puedo sacar algunas fotos que valiesen la pena...

Almas CapturadasWhere stories live. Discover now