Parte 3

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Estúpida, estúpida, estúpida, mil veces estúpida...

Después de que los chicos me dijeran...eso me volví al taxi con la excusa de que tenía cosas que hacer pero, simplemente me senté y me quedé ahí estática y con la mirada perdida. Notaba mi corazón acelerado golpeando en mis sienes. Quise coger mi móvil para mirar la hora, y ahí me di cuenta del temblor de mis manos y segundos después noté humedad en mis mejillas. No, Natalia, no, no, no...respira...respira.

Ella no es nada. No significa nada para mí. Es sólo un trabajo. Eso. Es sólo un trabajo que debo cumplir. No me importa en absoluto lo que haga o deje de hacer. ¿A quién engaño? Algo me atrae. Tiene algo que hace, casi imposible, decirle a mi padre lo que está pasando y dejar de verla. No me esperaba esto.

Logré tranquilizarme con respiraciones lentas y profundas, limpié mis lágrimas, me di una leve palmada en la mejilla y exhalé sonoramente por la boca. Por fin logré mirar mi móvil, eran las ocho menos cuarto. Teniendo en cuenta las veces anteriores, Daisy bajaría en unos quince minutos como mucho. Dudé en qué hacer. No me sentía capaz de mirarla a la cara pero, tampoco podía irme y dejarla tirada. Lo más probable es que si lo hacía nos metería a las dos en problemas.

De alguna manera yo estaba acostumbrada a los problemas pero ella, en este... contexto, los problemas pueden ser muy pero muy grandes, ¿cierto? Ni sé cómo mierda se maneja esto, no sé nada de su mundo. Ahora entiendo su hermetismo. Tenía sentimientos encontrados pero no para que se meta en problemas por algo que yo pueda provocar. ¿En qué demonios me metí?

Arranqué el taxi y me fui hasta la entrada para esperarla. Allí estaba Samu, atendiendo a unos clientes. Él, al verme, me sonrió y yo hice un gran esfuerzo por corresponderle. Él no era consciente de lo que había provocado con sus palabras. Parecía que él estaba muy acostumbrado a esto pero, era más que obvio, que yo no.

Tal y como había pensado, Daisy salió del hotel cuando eran apenas las ocho. Yo ni siquiera la miré cuando entró al taxi. Mis nudillos estaban blancos por apretar el volante y mi corazón volvió a desbocarse cuando la vi. Me obligué a aflojar mi agarre y levantar la mirada sólo para recibir indicaciones.

-A casa de R.- Noté un leve destello de confusión en su mirada. Pero no me paré a analizarlo, simplemente emprendí rumbo hacia la dichosa casa, que ya odiaba.

En todo el trayecto ninguna de las dos habló. Ni siquiera encendí la radio. Solo quería llevarla a su destino e irme a mi casa. Esta vez no hubo miradas de complicidad y una que otra sonrisa. Ahora mismo un velorio estaría más animado que el taxi. La podía sentir viéndome pero no podía quebrarme. Una parte de mí se rompió con esta revelación. Apenas y esperé que bajara del coche cuando yo ya arrancaba para irme a mi casa. Por el retrovisor la vi parada viendo en mi dirección. Es mejor alejarme de ella.

Llegué a mi casa, arrojé las llaves sobre la mesa y corrí a mi habitación; encendí la computadora y busqué "escorts de lujo". Primero las imágenes, muchas calzaban con el tipo de Daisy; unas eran más extravagantes que otras pero ahora puedo ver lo reconocibles que son.

A mi edad estaba demasiado perdida en mi mundo de fotos, videojuegos y series animadas que nunca me preocupé por lo que me puedo encontrar en el mundo exterior y esta ha sido la peor manera de enfrentarme a la realidad; con la chica que me gusta. Y por lo que los chicos dijeron esto es muy común... demasiado común.

Revisé lo que encontré en google y sentía que en cualquier momento iba a vomitar. Me sentía tan mal, no sólo emocionalmente sino físicamente. Era demasiada información para digerir. Y ahora mi mente comenzó a trabajar en las razones por las cuales Daisy cayó en ese lugar... de pronto recordé "tendría que ser libre". ¿Estaba a la fuerza ahí?, ¿alguien la estaba obligando? No puede ser... cerré de golpe mi computadora y me acosté.

Almas CapturadasWhere stories live. Discover now