Capítulo 2

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Dulce se bajó con una extraña sensación de curiosidad, no tenía miedo a decir verdad pero si ansiedad, una que le carcomia las entrañas, cruzaron la puerta de cristal y se sentaron en una mesa un poco alejada, al instante una camarera de avanzada edad se acercó y les dejó dos menus sobre la mesa y no sin antes dirigirle una reprimida mirada a Dulce se marchó.
 
Cristian: (deleitandose con el menú) ¿Qué vas a tomar?
Dulce: Un café... ¿no fué a eso a lo que me invito? :cara_auchh:
Cristian: (Dejó el menú sobre la mesa y poso las manos enlazadas sobre el mientras le sonreía) No es necesario que te apegues a la palabra, puedes pedir lo que quieras. ¿Haz comido algo en toda la noche?
Dulce: (pasó saliva) no... bueno sí, una galleta
Cristian: :cara_bocacerrada: Una galleta no llena, entonces que te parece si comemos algo mejor, que tal (volvió a mirar el menú) que tal hamburguesa y papas fritas
Dulce: está bien.
 
El rubio levantó la mano con toda naturalidad, la camarera volvió y tomó la orden, nuevamente le dirigió una mirada tosca a Dulce y se marchó diciendo algo entre dientes...
 
Dulce: (se relajo en la silla) Usted no va a pasar la noche conmigo...me refiero a intimamente.
Cristian: No, pero te voy a pagar por el tiempo que estés conmigo, sé que necesitas el dinero.
Dulce: (frunció el ceño) ¿Entonces que quiere de mí?.
Cristian: Información.
Dulce: (Se levantó apurada) Yo no sé nada, :cara_ohno: Ni siquiera sé que tipo de información puedo darle, creo que se equivoco yo...
Cristian: (Le tomó una mano) Por favor siéntate y déjame explicarte
 
Dulce pasó saliva por enesima vez y con el corazón en un puño se sentó....
 
Cristian: Soy periodista, estoy haciendo una cronica sobre las mujeres que venden sus cuerpos y espero que tú me puedas ayudar.
Dulce: ¿Cómo?
Cristian: Contandome tu historia.
Dulce: ¿Para qué quiere escribir sobre mí y otras miles de mujeres, a quién le importa?
Cristian: Ese es el punto, quiero que la gente tome conciencia, que le importe esta situación, quiero que la gente vea la realidad y sé que tú me puedes ayudar.
Dulce: ¿Por qué yo? No soy la única prostituta de las calles.
Cristian: Porque de todas las que vi alli, eras las que se veía más afligida, pensativa...aburrida.
Dulce: ¿Y quién no se aburre de esto?, Venderse por unos cuantos pesos a cualquier tipo aburre, sabe.
Cristian: ¿Por qué no lo dejas entonces?
Dulce: Porque eso sería darme un lujo, uno que no me puedo permitir, entrar a este mundo es fácil pero dejarlo no tanto, entienda señor nadie quiere saber de prostitutas, somos como el virus que la sociedad esconde bajo la alfombra.
Cristian: Y yo voy a cambiar eso con mi cronica, voy a destapar la verdad de que ustedes son tan humanas como cualquier otra mujer de la clase más alta, pero primero necesito tu colaboración... ¿Te parece justo que la camarera te vea de esa manera sin siquiera saber las razones por las cuales desempeñas este trabajo?
Dulce: No, no es justo pero muy pocas cosas en esta vida lo son y hay algunas que no podemos cambiar.
Cristian:... Y otras que si, si nos lo proponemos... ¿Entonces aceptas?
Dulce: (se encogió de hombros) Vale la pena intentarlo... ¿Qué quiere saber
Cristian: (sonrió victorioso) Lo que me quieras contar, no te voy a presionar.
Dulce: Está bien.
La camarera dejó los platos sobre la mesa y se fue, esta vez ni siquiera miró a Dulce...
 
Dulce: Me sentiría más cómoda si me preguntará cosas exactas.
Cristian: Ok... ¿Cuál es tu nombre?
Dulce: Tania
Cristian: Me dijiste que era Marcela.
Dulce: ¿si lo recordaba entonces porque me lo preguntó de nuevo?
Cristian: Porque sabía que me mentías, ¿Cómo es tu verdaderon nombre?
Dulce: Dulce Maria, se supone que no es muy seguro dar tu veradero nombre puede ser peligroso.
Cristian: Me lo imagino... ¿Cuántos años tienes?
Dulce: 18
Cristian: (Dejó la servilleta sobre la mesa y se quedó mirándola) ¿A que edad empezaste?
Dulce: A los trece y no se escandalize, conozco un lugar donde hay chiquillas de hasta 11 años (Dulce contempló la expresión conprimida del hombre) No se asombré, esto no es nada con todo lo que queda por contar, creame, hay cosas peores.
Cristian: Ya lo imagino.
Dulce: ¿Cuántos años tiene usted?
Cristian: 25
Dulce: es muy joven, ¿Ha escrito muchas cronicas o noticias?
Cristian: No, esta será la primera y espero que ella me lleve a la cima
Dulce: ¿Y sí es un fracaso?
Cristian: Sí es un fracaso, admitiré mi derrota y aceptaré mi lugar en el negocio familiar.
Dulce: ¿familiar? (metió una papa a su boca) ¿Tiene papá y mamá?
Cristian: Si... ¿Tú no?
Dulce: Sí, pero no los conozco, solo tengo una foto de ellos, nunca he hablado personalmente pero he recibido cartas.
Cristian: ¿Y no tienes hermanos?
Dulce: No... bueno creo que no, ellos no me han mencionada nada en ninguna de las cartas.
Cristian: Si no conoces a tus padres entonces, ¿quién cuidaba de ti?
Dulce: yo misma (se encogió de hombros) Aunque vivía con una tía, hermana de mi madre, se llamaba Pepa.
Cristian: ¿Se llamaba?
Dulce: Murió hace cinco meses, después de que fue a vivir con su novio, tuvieron un accidente automovilistico, estaban bajo la influencia del alcohol y alucinogenos.
Cristian: Lo siento.
Dulce: (se encogió de hombros) Yo no.
 
Cristian observó la mirada fija de Dulce, ella en verdad no lo sentía así que se apresuró a preguntar...
 
Cristian: ¿Por qué no lo sientes, era la unica persona que tenías cerca, no?
Dulce: Sí la única, pero por culpa de ella estoy en esto y el que ella haya muerto es el pago por todas las cosas malas que alguna vez hizo en vida.
Cristian: ¿Te molesta si grabo al conversación?
Dulce: ¿para qué?
Cristian: Me quedaría más fácil grabar la conversación y luego escribir, así no olvidaré ningun detalle.
Dulce: está bien
 
Cristian sonrió y sacó de su bolsillo una grabadora, la puso sobre la mesa y la encendió...
 
Cristian: Martes 8 de Abril, primera entrevista con... Dulce Maria, para proteger su nombre será Marcela ¿Estás de acuerdo?
Dulce: sí.
Cristian: Hablame de tí, cuantos años tienes, que te gusta hacer, tus sueños, todo
Dulce: tengo 18 años, me gusta leer, me falta un año para terminar mis estudios y si tengo la posibilidad me gustaría ir a la universidad (sonrió) estoy ahorrando para ello.
Cristian: (Sonrió) recuerdas como entraste a este negocio?
Dulce: Como olvidarlo, era una chiquilla inocente en ese entonces.
Cristian: Cuentame con detalles como sucedió
 
Dulce asintió y empezó a rememorar ese momento, uno de los cuales había enterrado y habí botado la llave, y le empezó a relatar tal cual como lo recordaba...
 
Dulce: Llegué de la escuela un poco más tarde de lo normal, no había sido mi culpa, el autobus había fallado y habíamos tenido que esperar, pero cuando mi tia me recibio en la puerta de casa se veía enojada, fastidiada... (aquella imagenes empezaron a ocupar toda su mente)
 
Flash Back...
 
Pepa: ¿Por qué llegas a estas horas niña?
Dulce: Hubo un problema con el autobus
Pepa: ¿Y crees que yo soy boba?
Dulce: No, no señora.
Pepa: Ya estoy cansada de mantenerte niña, no me estás representando ningun beneficio y ya es hora de que me devuelvas todo lo que te he dado.
Dulce: (apretó las manos contra su maletin) ¿Trabajaré?
Pepa: Si, vas a trabajar... (sonrió burlona) Tu primer cliente te espera arriba
 
Fué el momento en que la inocencia de Dulce fue arrebatda, robada de sus manos y entregada a un bastardo que no tuvo el menor respeto, mucho menos la delicadeza de quitarle su virginidad, una que comprendió, había sido propiedad de su tía como su cuerpo... el que se había convertido desde ese día en su instrumento de trabajo y de paso la entrada de dinero más facil y efectiva para Pepa.
 
El tipo era un gordo de unos 35 años, con dientes amarillentos, tan velludo que parecía tener pegada una alfombra a su pecho, las uñas mordisqueadas y llenas de tierra, el cabello desgreñado y el olor a marihuana que desprendía, el confería el peor aspecto posible y el haber aguantado sus grasientas y burscas manos sobre su cuerpo había sido tormentoso, horrible, inimaginable, no había sido gratificante, no había sentido nada, solo verguenza y dolor.

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