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A fines de los '70s, el circuito de conciertos, naturalmente, no era muy amplio. No podía serlo tomando en cuenta que la gran mayoría de los locales disponibles les cerraban las puertas en la cara cuando se enteraban de que lo suyo era el heavy metal. Y a pesar de que en ese tiempo la expresión cobraba un significado más intenso, las exigencias de los dueños de clubes y salones resultaban humillantes.

Algunos no sólo les imponían un cambio de apariencia, sino que hasta llegaban a sugerir que su música debía transformarse notablemente para acceder a una simple función.  A Harris, cualquiera de las dos cosas le parecía una especie de traición a sus principios.

Las compañías grabadoras que los contactaban a menudo les proponían un contrato sólo si se cortaban el pelo y tocaban punk. Steve se mantuvo firme y resistió las tentaciones con desprecio.

Curiosidades de Iron MaidenWhere stories live. Discover now