Una adolescente cree en mi

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JACK

De vez en cuando necesitaba un descanso. Alejarme un poco de las ciudades, el caos, la gente que se mueve sin parar... Volver al bosque a respirar un poco de aire puro y disfrutar de algo tan simple como congelar lagos y llenar árboles de escarcha. Además, el haberme convertido en guardián había aumentado exponencialmente la cantidad de personas que podían verme, y rápidamente aprendí que eso puede tener sus desventajas. De pronto era una celebridad, incluso cuando había pasado siglos peleando con la Luna y todo a mi alrededor para que el mundo me viese... También había aprendido a estar solo, y disfrutar de esa soledad. Ahora un momento de paz parecía tan improbable como las posibilidades de que no vuelva a congelar las madriguera de Conejo antes de Pascua. 

Lo cierto es que hacía mucho que no veía a aquel viejo cascarrabias, y Norte no se había ganado su reputación de sólo salir una noche al año por nada. Si yo no iba hasta el polo norte, mis posibilidades de verlo era prácticamente nulas. A las únicas que cruzaba con frecuencia era a las asistentes de Hada, ellas siempre me saludaban velozmente y seguían con su ardua labor de recolectar dientes, cada vez que podía, les ofrecía un poco de ayuda.  Por supuesto, todas las noches buscaba a Meme para poder disfrutar de su espectáculo nocturno, había algo cálido en la forma en que la arena se movía por todo el cielo nocturno. 

Pero en ese momento estaba considerando seriamente ir a visitar a Norte, necesitaba su consejo, ya no podía seguir dándole vueltas sólo a aquel asunto... Había sucedido apenas unos días atrás... 

Estaba sentado en un tejado cualquiera, viendo el espectáculo nocturno de Meme como era mi costumbre. Realmente intentaba prestar atención a las figuras y animales pero simplemente no podía concentrarme. Me sentía algo nostálgico y deprimido, todo el día había sido igual. Extrañaba a Jaime y sus amigos, hacía muchos años que ya no salía con ellos, aunque siempre me mantenía cerca... y... a pesar de que ahora que los niños podían verme... Seguía sintiéndome solo. Nos tan solo como antes, por supuesto, pero sentía que algo faltaba. Quería amigos, amigos de verdad, de mi... edad. Los guardianes son mi familia, y los niños... eventualmente ellos crecen y se olvidan de que existes, y si bien es normal y lentamente comenzaba a acostumbrarme a la idea...eso no quitaba que me sienta amargado de vez en cuando... Ese día había visto un colegio secundario, chicos y chicas de más o menos mi edad, charlando, riendo, quería entender qué era eso. Los chicos de mi edad ya no me ven, son demasiado grandes para creer en mí.

Y fue cuando la noche quedó completamente en silencio y a oscuras que la escuché. Levanté la cabeza hacia el cielo, la luna brillaba con fuerza. Una especie de corriente me recorrió el cuerpo y las palabras me quedaron grabadas en el cerebro como si las hubiese leído. La luna no tiene voz, pero sabe hablar y muy bien, el problema es que lo hace todo en una especie de acertijo que tienes que resolver tú mismo. El punto es que me dijo "No estarás siempre solo".

Si, lo sé... guau, gran charla. Pero la luna no es una gran conversadora. El importante era que, por lo que entendí, encontraría aquello que quería, un amigo. No pedía mucho más, solamente alguien de mi edad, para saber qué era ser un chico de dieciséis años (creo que tengo dieciséis, la verdad, hace tiempo que perdí la cuenta... aunque en realidad creo que tendría como 316...). Así que allí me diría, al Polo Norte para poder hablar con el barrigón y que me ayude a entender el mensaje de Luna. Me había decido esa misma tarde, después de quemarme la cabeza intentando resolverlo por mí mismo.

Y entonces... algo me golpeó. Sentí una fuerte puntada en el pecho, lo suficiente para desconcentrarme y hacerme caer.

Rama, rama, rama, rama, suelo, oscuridad.  

Pocas veces me había golpeando tan fuerte contra el suelo y para colmo aquella piedra no había sido de ayuda. La cabeza me daba vueltas, sentía el cuerpo pesado y como si me hubiesen sacado todo el aire de los pulmones. Escuché que alguien me hablaba y me lentamente abrí los ojos. Lo que vi fue cabello rojo fuego, muchas pecas y unos ojos celestes iguales a los míos. Me levanté lo más rápido que puede pero una punzada en la nuca me detuvo, me llevé la mano y en cuanto toqué el golpe sentí que la vista se me nublaba, había sido peor de lo que pensaba.

Me llamo Jack Frost, ¿Y tu?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora