Secuestran todo lo que amo.

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SIA

Definitivamente Tucker y Rafa era todo lo que necesitaba para volver a sonreír. A pesar de que sabíamos lo que nos esperaba a la mañana siguiente, esa noche volvimos a hacer una de nuestras "juntadas" tradicionales. Los chicos tocaron un poco, vimos películas y jugamos al Monopoly, en donde como siempre ganó Tucker (odio que ya se sepa las estrategias del juego).  Si se preguntan por mi y Rafael… bueno, digamos que cuando Tucker se durmió en la película (Tucker siempre se duerme en algún momento y despierta justo para la escena final) nosotros nos fuimos afuera. Era extraño, pero me sentía feliz por la decisión que había tomado… sentía… que era lo correcto. Que Rafa era el correcto.

 Si bien estos dos últimos años no lo había visto tanto por la universidad, siempre hablaba conmigo por internet, me preguntaba cómo estaba, se preocupaba por mí. Quería contarle todo lo que había pasado, pero sería imposible sin que pensara que estoy loca… supongo que es algo que tendré que llevarme a la tumba. Ahora afuera, abrazada a él para no sufrir frío sentía que por fin tenía un poco de paz. Por fin las cosas se estaban acomodando aunque sea un poco, por fin estaba viviendo la vida que tenía que vivir. 

- ¿Soy yo o tu también te estás congelado? - preguntó Rafa después de un rato.

Lo miré, hacía rato que estaba nevando pero era cierto, la tormenta se estaba haciendo más y más fuerte. Miré para todos lados, pero no había rastro de él… ¿Qué se pretendía?

- Habría que hablar con tu abuelo para que le diga a Jack Frost que el invierno se está acabando ¿No? - me dijo sonriendo. En otro momento eso me habría dado gracia. Pero ahora solamente logró que atisbe una sonrisa de cortesía y baje la cabeza.

- Hey Sia, vamos… ¿Qué pasa? - me preguntó suavemente - ¿Peleaste con tu abuelo?

Negué y aparté la mirada, pero incluso así podía sentir a Rafa esperando por una respuesta.

- Te prometo que te contaré todo, pero no ahora ¿Si?

Él suspiró y me miró por un momento, finalmente me acomodó un mechón detrás de la oreja.

- Está bien - y me sonrió. Yo me incline y le di un breve beso en los labios. Sentí una sonrisa que no era mía y entonces Rafa me tomó para besarme con más entusiasmo. Nos quedamos por un tiempo, no sé cuánto, pero para mí solamente habían pasado segundos. Sonreí mientras la cabeza me daba vueltas, ¿Quién diría que acabaría así? Si me hubiesen hablado de esto hace solamente cuatro meses, habría rodado por el suelo llorando de risa y diciendo que era imposible.

- Mejor entremos - murmuré. El frío ya lo sentía hasta en los huesos. 

Tucker nos miraba desde el sillón con picardía. Claro que le habíamos dicho todo, y aunque todavía no acababa de hacerse la idea, podía verse que estaba feliz por nosotros.

- ¿Seguirán con la cursilería o volverán a ser mis dos mejores amigos? -preguntó mientras nos sentábamos en el sillón junto a él. Los tres reímos y seguimos con la noche. Cuando desperté a la mañana siguiente me encontré acostada en el sillón, Rafa abrazándome por atrás y Tucker dormido en mis piernas.

La tormenta no había parado en toda la noche, estaba realmente horrible afuera.   

- Espero que pare - murmuró Tucker desanimado -. Los Jeep saldrán de todas formas.

Su expresión no cambió en toda la mañana, y cuando el todoterreno apareció en la esquina de la casa, se puso rígido y no dijo una sola palabra. Fue una despedida sencilla, cuando Roger se puso delante de Tucker parecía que simplemente se darían un apretón de manos, pero entonces él lo abrazó y pude jurar que lo escuché sollozar. Nadie dijo nada, esperamos a que Clair se despida y cuando se escuchó la bocina él se fue y subió al Jeep. Tomé la mano de Tuck mientras veíamos como el auto doblaba la esquina. Clair nos agradeció el haberla acompañado y entró a la casa.

Me llamo Jack Frost, ¿Y tu?Where stories live. Discover now