¡Devuélvanme a mi Chico Helado!

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SIA

- ¿Qué le hiciste bruja? - exclamó Norte furioso.

- Nada que él no quisiera - dijo Vira regresando junto a Jack. Le hizo una leve caricia en el brazo de forma dulce y tuve terribles deseos de patearle la cara. Él ni se inmutó, seguía con la mirada indiferente y el rostro inexpresivo - Una de las mayores tristezas del mundo es la del corazón roto y el pobrecillo ya no lo soportaba más - entonces nos lanzó una mirada a mí y a Norte -, solamente lo ayudé a olvidar el dolor. Además, el frío siempre perteneció aquí. Él simplemente jugó bien sus cartas.

- ¡Hiciste un juramento, Jack! - gritó el Conejo - ¡Eras uno de nosotros!

Pero él no hizo nada, se quedó viéndonos a todos y cada uno y después se fue junto con Vira.  Solamente entonces me giré para ver las miradas de Rafael y Tucker. Bajé la cabeza avergonzada y no me atreví a acercarme, tenía los puños cerrados, solamente esperaba a recibir el golpe. Rafael fue el primero en dar un paso, quedó justo frente a mí, cerré los ojos lista para escuchar lo que sea que tenga que decirme. Pero entonces sentí sus brazos rodearme y como me hacía acomodar la cabeza en su pecho. Me besó el pelo mientras una de sus manos bajaba por mi espalda, no tenía idea de que hacer, así que me quedé inmóvil, esperando. Él se separó y me hizo una inspección completa con la mirada.

- ¿Estás bien? - me preguntó. Solamente logré asentir. Entonces Tucker lo hizo a un lado y me miró entre molesto, confundido, nervioso e histérico.

- Primero: ¿Qué diablos es todo esto? Segundo: ¿Cómo es que tú sabes qué demonios está pasando? Tercero: ¿En qué mierda te metiste, Sia? Cuarto: ¿Dónde aprendiste a usar un arco así? Quieto: ¡Dame una explicación mujer!

Suspiré y puse mis manos en sus hombros para que se calme. Miré a Rafael, por supuesto que él tenía las mismas preguntas que Tucker, solamente que no había tenido oportunidad de hacérmelas.

- Siéntense - dije -, es una historia larga.

Con ayuda de los niños, les conté todo. Desde que las historias de mi abuelo eran reales a cómo había conocido a los guardianes y la aparente batalla en donde estábamos metidos. Tucker me miró todo el tiempo con escepticismo, como si me dijera "¿Qué tan idiota crees que soy?" Rafael estaba serio, no podía saber qué pensaba. Los niños afirmaban o corroboraban lo que decía, pero cuando llegué a la parte en donde Jack y yo peleamos…

- ¿Y porqué pelearon? - preguntó Rafael, había intentado esquivar el tema a toda costa, no quería dar detalles de eso. Sin embargo la pregunta quedó en el aire.

- Es largo - dije - y muy complicado. No quiero hablar de eso ahora - esa fue la gota que derramó el vaso para Tucker. Comenzó a reír y se puso de pie.

- Es oficial, pensé que estabas tomándome el pelo pero esto ya es demasiado - dijo - ¿Me crees estúpido? Vamos, cuéntanos qué pasó, para algo somos mejores amigos ¿No?  ¿Discutiste con el  Conejo de Pascua y Frost lo defendió? ¿O acaso fue con Santa Claus? - eso me hizo explotar a mí.

- Quieres dejarte de idioteces - le espeté poniéndome de pie - Tal vez para ti no sean reales pero lo son para mí y los niños, deja de comportarte como un escéptico estúpido y abre tu mente por una vez Tucker. ¡Estás en una jaula de hielo a seis metros del suelo en un palacio de Siberia! ¡Una loca desquiciada que desaparece en una nube de humo te secuestro por todos los cielos! ¡¿No es suficiente para ti?!

- ¡Perdón por madurar y dejar a un lado los cuentos para niños Sia! - me respondió él haciéndome frente.    

- No puede ser - murmuró Rafael. Él se había mantenido al margen, creo que estaba sumido en sus propios pensamientos. Ahora miraba la jaula donde estaba Conejo y parecía a punto de desmayarse de lo pálido que estaba - Eso es… es…

Me llamo Jack Frost, ¿Y tu?Where stories live. Discover now