Capitulo 23

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Gruño mientras miro como los estúpidos e idiotas de mi hermano y novio se alejan de esta casa, suelto un grito de frustración.

Jodanse, jodanse.

¡Dios mío! Debo tranquilizarme, así como estoy de enfadada no lograre absolutamente nada, respiro profundamente, inhala, exhala, repito el proceso por lo menos 5 minutos más.

Miro a mí alrededor, no hay mucho que me pueda ayudar a salir de esta mierda, estoy atada al poste de la cama, tampoco es como si pudiera alcanzar algo.

Me dejo caer en el suelo, frustrada miro hacia los lados, debajo de mi cama hay unas tijeras de metal. De inmediato estiro mis piernas intentando alcanzarlas, pero...

No seas estúpida Mackenzie ¡son esposas, no sogas!

Frustrada jaloneo mi cabello, ¡estúpido Jason! Esta no se la perdonaría tan fácil, los ojos se me empiezan a llenar de lágrimas, eso solo realmente ocurría cuando me encontraba o muy frustrada o muy enojada, en este caso eran ambas. Paso mi brazo libre sobre mis ojos, intentando no derramar ni una lágrima.

Está bien que quiera protegerme y todo, pero ¡yo soy la que está bajo la maldición! Eso ya me incluye en esto ¿no? Yo también puedo luchar mis propias batallas ¡No tenía por qué dejarme esposada!

Cuando llevo minutos respirando profundamente, con los dientes sumamente apretados y con el ceño fruncido, comienzo a sentir un picor en mis extremidades, que se va extendiendo poco a poco y también aumenta el dolor, joder, jamás pensé que volvería a sentir eso.

Comencé a encogerme del dolor, el cambio fue verdaderamente horrible, ocurrió demasiado lento. Cerré los ojos, no soportaba tanto dolor, solo escuchaba el crujido de mis huesos que cambiaban de forma, cuando los abrí de nuevo, me encontré con la visión de una patas peludas negras, levante la mirada, ya no sentía dolor, ahora podía caminar a cuatro patas.

Saque la delgada pata del metal que anteriormente cubría mi muñeca y comencé a correr.

Esto no se acabaría aquí.

++++

Jason POV.

Mire hacia atrás, la gran casa de los Anderson que poseían en Melbourne, ya se encontraba algo lejos de nuestra ubicación, solo se veía luz saliendo de una ventana, habitación en donde Mackenzie se encontraba.

La amaba demasiado, no podía simplemente dejarla venir y que ella sola se expusiera al peligro, mejor dicho que yo la pusiera en peligro.

Los gemelos me miraron, ellos hasta cierto punto comprendían mi dolor.

Jayden manejaba en silencio, mirando por el retrovisor de vez en cuando, Kendall, su hermano, miraba pensativo por la ventana, ni uno sabíamos lo que nos deparaba, probablemente ni si quiera encontremos a la perra de Amber.

Crují mis dedos mientras veía por la ventana, el lugar era hermoso me hubiera gustado venir a conocer y disfrutar, no a pelear con la bruja que maldijo a mi novia. De un momento a otro el auto de los gemelos freno frente a una casa rosa pastel, que quedaba a un par de manzanas del mar, era enorme, con balcones y ventanas gigantescas.

Los hermanos bajaron y miraron a su alrededor, me miraron, asentí y comenzamos a caminar hacia la gran casa. Al poner un pie en el jardín se sintió un espesor raro en el ambiente, no le preste mucha atención, quizá eran los nervios.

— ¡Hola chicos! — grito una dulce voz desde... se escuchaba en todas partes, como un eco— Jayden y Kendall ¡Que emoción verlos de nuevo! Me alegro de que hayan traído un nuevo amigo.

MoonlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora