Capítulo 13.

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Mis oídos zumbaban. Cada ruido se se escuchaba lejano. Oía las palabras de Raffe sin escucharlas. 

Mi padre siempre decía que cuando se amaba tanto a alguien uno estaba dispuesto a hacer locuras por la relación. Pero nunca, jamás imaginé que una de esas tantas locuras sería morir para ser inmortal. Al igual que nunca me imaginé estando en una relación con una ángel caído. 

—¿Morir? —mi temor se reflejó en la pregunta de Raffe.

—Sabes cómo es el proceso Rafael... Ella muere, su alma visita al consejo, ellos evalúan su situación y la devuelven como un alma en limbo vinculada a tu alma de caído.

Eso devolvió mi atención a la sala y a la explicación del ángel albino.

—¿Alma en limbo?

—Ya sabes—comentó Laylah—, el limbo. Si sabes lo que es limbo, ¿no?

No estaba segura de si mi definición de limbo era la misma a la que ellos tenían.

Laylah puso los ojos en blanco.

—El limbo es el lugar al que van las almas después de abandonar el mundo físico. Es el mundo entre los vivos y los muertos. En tu caso, si los del consejo de ángeles lo aceptan, para ti no será un lugar sino que se convertirá en un estado permanente. Tu alma se encontrará entre el mundo de los vivos y los muertos. Inmortal.

Será como resucitar, pero siendo inmortal. Creo que podría llevarlo a cabo. El hecho de que mi alma no se quede en aquel lugar, sino que lo convierta en un estado—casi como si fuera un estado anímico— sonaba de lo más interesante.

—¿Qué es eso de almas vinculadas?

—No puedo pecar pero sí cometer errores, por eso soy un caído. Tú no puedes ser un ángel caído por cometer errores, pero sí puedes pecar. Para vincular dos almas hay sólo dos reglas: primero, el alma con la cuál me vincule debe estar equilibrada entre el bien y el mal. No puede ser ni más humilde ni más maligna que la mía; segundo, la vinculación puede llevarse a cabo solo si hay deseos profundos, puros y de necesidad. Jamás podremos separarnos emocionalmente —la explicación de Raffe fue lo suficiente como para ayudarme a tomar mi decisión.

—El arma que produzca tu herida mortal debe ser de un ángel, ya sea una espada o una daga o algo similar —explicó Josiah mirándome a los ojos mientras acariciaba la empuñadura de la daga que portaba en su cinto.

—Eso no será necesario, seré yo quien cambie no ella—advirtió Raffe—. Explícame el proceso, Josiah.

Raffe se marchó a un rincón alejado junto con su amigo.

—Perderá sus alas—comentó de repente Laylah.

—¿De qué hablas? Tú ya lo hiciste perder sus alas.

—Sabes a lo que me refiero Penryn—un prolongado suspiro se liberó de sus pulmones—. Ellos vendrán a arrancárselas con su propia espada, a la cual deberán primero bendecir en el infierno. Desgarrarán su piel, el ya será un mortal, tardará en recuperarse y corre riesgo de morir.

—¿Ahora te importa su bienestar? —estaba enojada, pero no había pasado por alto su advertencia.

—Sé que actué espantosamente mal. Pero Uriel y Beliel en su momento nos habían persuadido a todos para hacernos creer que Rafael y Miguel eran los malos de la historia. Uriel nos aseguró que Gabriel había sido atacado por los humanos, ¿quién iba a imaginar que fue él quien se encargó de eliminarlo del mapa? En cuanto llegamos aquí para defender y hacer justicia Divina por Gabriel, Miguel desaparece... de cierto modo sospecho de que sabía algo de todo lo que se estaba planeando y por eso se esfumó, para evitar problemas.

Ángeles CaídosWhere stories live. Discover now