XVI

4.7K 491 242
                                    

Un matrimonio con James suponía disponer de la dote, que sería más que suficiente para largarse de allí. Suponía libertad, lejos de sus absurdas obligaciones, y además suponía librarse del apellido de su padre. Anne no tardó demasiado en ver que era la opción perfecta, aunque le llevó más tiempo aceptarlo. Había sido el hecho de tener en sus manos una última oportunidad de desafiar a William lo que la hizo decidirse.

James se acercó a ella. Le miró confusa y antes de darse cuenta tenía los labios pegados a los suyos. Estuvo a punto de apartarse, pero desistió al notar un cálido hormigueo en el vientre. Le imitó lo mejor que supo y se sintió torpe al apoyar las manos en su cabeza. Era como si de pronto hubiera olvidado cómo usarlas. Jadeó con el rostro enrojecido cuando se separaron y se contagió de la sonrisa de James.

—Vaya... Creo que te buscan —dijo James señalando la orilla.

Anne se giró y vio que un mensajero le hacía señas a lo lejos. Se despidió de James y siguió al hombre hasta casa, donde William le esperaba frente a la chimenea apagada.

—Feliz cumpleaños, Anne.

William le entregó un paquete envuelto en papel marrón. Lo abrió y descubrió un vestido verde con bordados en hilo de oro.

—Gracias —contestó sin emoción.

William carraspeó y vaciló antes de hablar.

—He invitado a los Dayton a tomar el té. Mañana. Vendrá también Michael.

—Me voy a casar —dijo de repente Anne.

—Me alegro de que hayas entrado en razón. Michael es un buen chico y...

—No me voy a casar con él. He conocido a alguien.

La sonrisa que había aparecido en el rostro de William se borró al instante.

—¿Qué has dicho?

—Me has oído perfectamente.

—¿Con quién se supone que te vas a casar?

—Con James Bonny.

—¿Quién diablos es ese?

—Es marinero y comerciante.

—¿Marinero? —repitió William con recelo—. Ningún marinero es hombre de fortuna. Y menos aún de renombre.

—Tiene una embarcación —defendió Anne.

—¿Qué tipo de embarcación?

—Un balandro.

—¡Un balandro! —William se palmeó la frente—. ¿Cuánto hace que lo conoces?

—Una semana —contestó Anne saboreando la respuesta.

—¿Una semana? ¡No le conoces de nada! No te vas a casar con él.

Anne disfrutó la negativa y lamentó no haberse inventado que había conocido a James ayer mismo. Reprimió una carcajada mezquina al ver cómo el rostro de su padre se congestionaba de ira.

—Tampoco conozco de nada a Michael Dayton. No me voy a casar hoy, pero he aceptado su propuesta.

—No te casarás con él —afirmó William.

—Ya verás como sí.

—Eres una estúpida. ¿No ves que ese malnacido solo va detrás de nuestro dinero?

—¡Eso no es cierto! James es un buen hombre. Nos iremos muy lejos de aquí.

—Escúchame, niña. —William se puso de pronto serio—. Si te casas con él, no verás ni un real de tu dote.

Aguas agitadas [VERSIÓN FINAL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora