Nuestra Propia Historia de Amor MBL [1era TEMPORADA] [TERMINADA]

Capitulo 16

Miraba el techo de su habitación a oscuras sin lograr conciliar el sueño mientras Tikki dormía profundamente en su mano. Hacia tan solo dos semanas que era oficialmente novia de Adrien Agreste y aun su corazón saltaba de felicidad, sin contar con que los últimos días habían sido los más románticos que había vivido. Aun recordaba uno de los recesos entre clases donde el chico que se paró arriba de una banca a gritar que ella era su novia con el objetivo de que cierto pelirrojo se enterara de una vez, la había hecho sonrojar tanto que se quedó helada ante las miradas asesinas que le enviaban las admiradoras del modelo.

Los días siguientes no fueron diferentes pues se especulaba mucho en la prensa sobre quien era la misteriosa chica que parecía tan cercana a Adrien Agreste y porque el modelo no había desmentido los rumores de que era su novia. Simplemente decidieron mantenerlo bajo perfil, para evitar intromisiones, y así la casa de la chica se convirtió en el lugar idóneo para pasar tiempo juntos. Su madre le horneaba a Adrien sus galletas favoritas mientras este tomaba las lecciones de guitarra que le había pedido a su princesa, procurando poner la máxima atención y aprovechando los momentos del día que le dejaba su trabajo para estar con su novia.

La chica por su parte rememoraba con una enorme sonrisa las veces que el rubio la obligaba a mirarlo solo para decirle que la quería. Intentaba dormir pero no lo lograba pues en su cabeza repetía una y otra vez la misma frase: "¿Marinette, serias mi novia?"

Le resultaba interesante saber cómo es que su mente logro captar y almacenar cada minúsculo detalle siendo que para el resto de las cosas podía ser muy despistada. El chico se acercó lentamente y tomándola por la cintura poso sus ojos verdes directo en los de ella. Hablo claro, seguro y sin una pizca de nerviosismo, solo para hacerle la pregunta que la dejo sin habla por segundos que parecieron horas. Pero claro que quería ser su novia, confiaba en él más que en nadie, era su amigo, su compañero, su fiel pareja en cada batalla, el hombre en quien pensaba cada vez que necesitaba un abrazo que le hiciera olvidar las cosas malas o con quien deseaba compartir sus más alocadas historias. Estaba segura que a su lado nada podría salir mal, seguridad que no tenía ningún fundamento pues nunca antes había tenido novio, pero que de todas maneras se albergaba tangible en el fondo de su alma y la hacía pensar que no habría nadie más a quien quisiera decir que sí.

Son esos sentimientos tan arraigados, que se sienten como si de verdad ocuparan un lugar físico en el corazón, los que nos invitan a seguir hacia adelante sin miedo, dándonos ganas de vivir al máximo y haciéndonos pensar que vinimos al mundo para sentir, amar incondicionalmente y darlo todo por quienes creemos que valen la pena. A veces acertamos, a veces no. Por ahora la azabache solo creía con absoluta certeza que Adrien era un gran chico a quien amaba profundamente y a quien quería ver feliz por sobre todas las cosas.

Pocos días después de la gran pregunta supero su primera prueba al asistir a una cena en casa de Adrien, pues su padre quería conocerla. Gabriel Agreste era uno de los más renombrados diseñadores de todo Paris y ella, como aspirante al rubro, no quería causar una mala impresión así que se dispuso a confeccionar con sus propias manos parte del atuendo que llevaría puesto esa noche. Diseño una camisa blanca sin mangas y de solapas pequeñas decoradas con un suave encaje azul rey que hacia juego con un bolsillo unilateral a nivel del pecho. La había hecho especialmente para usarla con una linda falda de pretina ancha elasticada que le cubría hasta la cintura y caía en suaves ondas hasta arriba de las rodillas para terminar en sus pies con unas simples ballerinas planas del mismo tono de azul, se preocupó de usar algo de maquillaje muy natural y anudar su cabello en una trenza floja que se dejó hacia un lado. Para cuando le dio la hora de irse escucho a su madre llamarla pues Adrien la esperaba en la panadería y al verla el rubio se quedó sin palabras. Lucia más hermosa que de costumbre, lo cual no hacía más que sorprenderlo pues no entendía cómo podía ser posible.